ADELE PHOENIX
Limpio los rastros de lágrimas en mi rostro y observo a mi compañera de celda, duerme como si estuviera en su casa.
¿Cómo puede dormir tan tranquila? Apenas tengo un día en este horrible lugar y no pude dormir en toda la noche. Trato de recordar lo que sucedió ese sábado y ese domingo en la madrugada, pero solo tengo fragmentos sin ninguna coherencia.
Cierro los ojos y hasta parece que mis sentidos se agudizan. Escucho como en las celdas contiguas cuchichean las otras presas. También puedo oír como roncan en sus catres otras mujeres; hasta escucho como la mujer que está en la celda del frente da una calada a su cigarrillo.
¡Dios! No puedo estar aquí... ¿Me acostumbraré alguna vez?
¡No! Este no es mi sitio. Yo no pertenezco a este lugar. Soy una mujer inocente. No pude haber sido yo... Es imposible.
— Phoenix, tienes visita— grita la guardia.
Eso evita que rompa a llorar nuevamente y trato de calmarme. Me limpio las lágrimas que lograron brotar y me levanto del catre.
— ¿Tengo visita? ¿Quién es?— pregunto a la guardia que está del otro lado de la reja.
— Averigüe, yo solo cumplo con avisarle—me responde con hostilidad.
No la culpo. Trabajar en un lugar tan deprimente no es agradable.
Seguramente es mi padre, él nunca me dejará sola. Me acomodo el cabello y lo peino con los dedos haciéndome una trenza.
La guardia abre la celda y me deja salir. Me escolta a través del corredor y atravesamos una gran reja. Me lleva hasta una sala en la que hay varias mesas con sus respectivas sillas.
Al entrar, busco a mi padre, pero no está aquí. Veo hacia una de las mesas y me sorprende ver a la persona que está de pie, en el rincón de la sala.
— ¿Jared?— le hablo sorprendida al ver que es él quien vino a verme, pero me alegro de ver una cara conocida. Lo saludo— hola, ¿Cómo estás?
Su semblante es impasible. Es más, me da la impresión de que en verdad le alegra que me suceda esto.
— Adele— dice con voz fría.
¿Ni un "hola"? ¿Qué le sucede? Este chico no puede ser mi amigo...
— ¿Me viniste a ver?— Digo al ver que no dice nada y solo me observa ¿Con desprecio?
— Si... quería verte la cara una última vez.
— ¿Tú también crees que yo maté a Michael?
Si Katy me dio la espalda ¿Por qué no iba a hacerlo Jared? Ellos me creen una asesina.
— No lo creo, yo sé que fuiste tú— añade dejándome helada.
— ¿Por qué lo dices?— Balbuceo
—Te seré honesto...— me responde — Adele, yo le puse rohipnol a una botella de Jack Daniel's...
¡¿Pero que...?!
—¿Qué? ¿Por qué hiciste eso?— le interrumpo confundida. No entiendo.
—Quería darte de tomar hasta que pierdas el sentido— me responde y se encoje de hombros como si fuese algo ¡Normal!
—¿Me lo querías dar de beber a mi? ¿Por que?— No lo comprendo ¿Que pretendía de mi?
—Para cogerte hasta saciarme de ti. Tú eres... O eras mía.
Estoy helada ¿Jared pretendía violarme? ¡Oh por dios! Estoy impactada. Esto es una pesadilla.
—¿Tú...? ¿tú querías violarme?—Me niego aceptarlo. Es horroroso.
—Pues si lo ves de ese modo, si. Pero yo quería disfrutar de tu cuerpo como lo hice cuando éramos novios— dice sin vergüenza. — ¿Recuerdas como éramos? ¿Recuerda cuánto me deseabas, Adele?— ¡¿Que?! Éste hombre está loco ¡Por Dios!
— Tú estas loco— le digo conmocionada.
— La culpa es tuya por dejarme... Yo te amaba, pero tú preferiste al hijo de puta de Michael Mills... ¿Fue por su dinero verdad?— Sus palabras cargadas de odio me han dejado estupefacta.
No no no no... ¡Esto no está pasando!
— ¿Cómo es posible que pienses eso de mi...? Pensé que éramos amigos— estoy horrorizada.
—Nunca te vi como amiga. Yo te amaba, y tu nunca me diste la posibilidad de demostrartelo, porque preferiste al ricachón de Mills— lo miro incrédula. ¡Maldito bastardo! — Pero en fin, quería hacerte mía nuevamente a toda costa y no importaba como conseguirlo. Ya sabes, como dice el dicho: "el fin justifica los medios". Pero me salio mal. Todo se fue a la mierda: Tú si te bebiste el Jack Daniel's, pero no te acostaste conmigo, lo hiciste con un maldito policía ¿Tienes una idea de lo que me dolió saberlo? ¡Tú tenías que ser mía. Fue mi plan... Y ese capullo con una placa...
—¡Cállate maldito! — Le grito furiosa — ¡¿Cómo pudiste siquiera pensar que ibas aprovecharte de mi?! !Maldito imbécil! Yo confiaba en ti.
—Bah... ni qué si lo hubiera hecho— me dice con hastío, vuelve a mirarme y continúa — eso es lo que más me duele. Que fuiste la puta de un tal Christopher Ross, cuando deberías haber sido mi puta como en los viejos tiempos cuando feliz te dejabas coger por mi... Pero como fue con Christopher Ross, entonces si te da gusto haberte emborrachado y drogado. Tenía que ser...
— ¡Que te calles, maldito degenerado!— le vuelvo a gruñir y estoy casi histérica por sus insultos y sus horrorosas intenciones.
— No estoy diciendo ninguna mentira, ¿Ya no te acuerdas como me movías el culo? ¿Cómo gritabas mientras...?
— ¡Imbécil... ¿Enserio piensas que fuiste capaz de complacerme?!— Le grito furiosa por lo que he descubierto de él.
— Por supuesto que lo hice puta... Siempre estabas detrás de mi, te ponías esas faldas demasiado cortas para provocarme a mi, y a cuántos hijos de puta se te cruzaran el camino ¿Verdad? ¿A cuántos les mostrabas las piernas y las tetas cuando éramos novios?—
— No tienes idea como me arrepiento de haber sido tu novia, tú no merecías nada de mi... Pero te diré una cosa— le digo furiosa — ¡nunca me complaciste, nunca lograste que yo disfrutara de nuestra intimidad, y lo que más me arrepiento en éste momento es: no haberte denunciado a la policía por tus agresiones... Prácticamente me violaste maldito degenerado!— Le grito en su cara.
El me mira asombrado por un segundo pero se recompone.
—Baja la voz, Adele, si no, no te diré lo que realmente sucedió.
Editado: 18.07.2020