CHRISTOPHER ROSS
En mis cinco años de estar trabajando como detective jamás hice esto y nunca en la vida tuve éste comportamiento protector como el qué estoy teniendo con Adele. Nunca antes una mujer me provocó está extraña sensación que querer cuidarla, protegerla de quién sea.
Inspiro profundamente y me siento en la silla, estoy sentado en un lugar horrible, donde los reclusos reciben las visitas de los familiares. Frente a mi aparece un guardia y detrás de él está parada una mujer muy bonito, un poco desaliñada, tiene el cabello reseco, el rostro demacrado, sus ojos azules se ven enorme. Yo vengo vestido de forma casual: jeans, camiseta de mangas largas y chaqueta de color negro, me pongo los lentes oscuros para que no pueda identificarme con facilidad.
— ¿Él vino a visitarme?— Le pregunta confundida al guardia.
Me pongo de pie.
— Me llamo Henry Martin — no voy revelar mi identidad. — Y he venido a visitarla, señora Gabriella Foster.
Leí el informe de esta mujer: Sé que está acusada por haber matado a su esposo, y desconozco los detalles del escabroso suceso, pero tengo entendido que es una mujer a la que se le teme en este lugar y tiene una larga historia que contar. Durante su matrimonio sufrió de violencia intrafamiliar, mató a su esposo en defensa propia. Era ella o él.
— ¿Usted cómo sabe mi nombre?— Pregunta sorprendida.
— Tome asiento, por favor. — Señalo la silla con la mano.
Ella mira al guardia mientras éste se retira.
— No sé quien sea usted, pero me intriga saber que quiere de mi— dice cuando se sienta.
Yo me vuelvo a mi asiento.
— Sé que está acusada por matar a su esposo.
— ¿Usted es pariente de ese maldito?— Pregunta mientras se pone de pie y trata de irse.
Levanto la mano en señal de detenerla.
— Por supuesto que no, siéntese— le respondo rápidamente.
Intrigada se sienta nuevamente.
— Es un policía, ¿verdad?— Me dice, no es tonta.
— No lo soy— respondo— iré directo al grano.
— Estoy esperando— replica desafiante.
— Quiero proponerle un trato...— le digo sin inmutarme.
— ¿Un trato?— Interrumpe sorprendida.
— Si.
— Ok. Lo escucho.
— Quiero ofrecerle reabrir su caso y un excelente abogado para defenderla, y si logra reducir su condena habrá una gran cantidad dinero afuera esperando por usted.
Abre los ojos desmesuradamente. Tengo entendido que por ser un homicidio, y por otras agravantes, está mujer fue declarada culpable. La miro a los ojos en todo momento, y si, pareciera peligrosa, una persona de armas tomar, y tiene pinta de maldita, pero no es una asesina.
— Suponiendo que acepto ¿Que sé supone debo hacer?
— Algo muy simple.
— ¿Simple?¿Que es?
— Proteger a su compañera de celda.
— ¿A mí compañera de celda?¿ Usted se refiere a la muchacha que acaba de llegar?¿Adele es su nombre?
— Exacto...me refiero a ella, quiero que le brinde su compañía y su protección de noche y de día.
Se queda viéndome muy pensativa.
— ¿Por qué yo haría algo así?
— Por su libertad... Sé que fue condenada por el juez Louis Reed y si se comprueba que él es corrupto se reabrirán algunos caso dónde él ofició de juez en el último tiempo.
— Fui condenada por un montón de viejos y viejas que oficializaron de jurado...Los malditos no tienen idea como es realmente la vida— me responde con rabia.
— Pero el jurado actuó bajo manipulaciones del fiscal Antony Webber ¿No es así?
— Exactamente... Ese maldito y el hijo de puta de Reed en todo momento impidieron que mi abogado entregue sus argumentos para defenderme.
— Entonces no lo piense demasiado, usted no tiene nada que perder. Además, no le estoy pidiendo algo imposible, solo protección y compañía. Simple.
Ella se queda pensativa. Cruza sus brazos sobre su pecho y cierra los ojos y los abre de inmediato decida. Está mujer ya tomó una decisión.
— ¿ Quien es en realidad esa joven?—Pregunta
— Sólo es una joven inocente que está siendo culpada por un crimen que no cometió.
— Si es inocente, ¿por qué está aquí?—
— Señora, le estoy haciendo una oferta. Solo responda: si o no.
Mi voz es más dura de lo que pretendía, pero no importa. Ella tiene que darme una respuesta.
— Está bien... acepto su oferta. Quiero que se revise mi caso. Yo no soy una asesina, solo hice justicia.
—Excelente. En unos días más vendrá a buscarla un abogado, siempre y cuando su compañera de celda esté sana y salva— me pongo de pie y le tiendo la mano.
—Así será—- asegura y se levanta de la silla.
Me corresponde el apretón de mano, y yo, tras mis lentes oscuros la observo con interés. Me suelta y se va a la salida sin mirar atrás, y yo la imito.
Esperemos que se solucione esto y que esa mujer cumpla su palabra.
Sólo me doy una vuelta para tomar aire fresco y regreso para ver a mi niña.
— ¡Christopher!— Dice entusiasmada al verme.
Sin esperar que el guardia se aleje yo me acerco a ella, con ansiedad tomo su rostro y la beso. Ella responde el beso con delicadeza mientras yo lo hago con voracidad.
Maldita sea, sus besos me vuelven loco.
Me aparto un poco de ella.
— ¿Cómo estás?— Me pregunta cariñosa.
— Yo debería preguntarte eso.
Nos sentamos en las sillas.
— Yo estoy bien— me sonríe— pero me interesa saber cómo has estado tú.
Le devuelvo la sonrisa y tomo su mano y lo llevo a mi labio. Ésta chica debe ser bruja, no es normal mi comportamiento... Me siento hechizado por ella.
— Estoy bien... Esperanzado que pronto te saque de éste horrible lugar.
— Gracias por todo el esfuerzo que estás haciendo... No tenías porque preocuparte por una desconocida— me dice apenada.
Levanto su barbilla con la mano obligándola que me mire.
Editado: 18.07.2020