Inocencia Robada

27. ¿UNA NUEVA ENEMIGA?

         
WILLIAMS ROSS

Al salir de mi oficina, me encuentro de frente con Anthony Webber

—¿Tú, aquí?—Le pregunto sorprendido

El mira los lados y al no ver a nadie más que mi asistente, me empuja a mi despacho.

— ¡¿Qué te sucede?!

No entiendo su comportamiento, es cómo si estuviera huyendo o tuviera miedo por algo.

— No tengo mucho tiempo—responde.

Cierro la puerta de mi oficina y me voy detrás de mi mesa de escritorio.

— Te ves muy agitado ¿Te sucede algo? — Seguramente descubrieron sus fraudes y ahora está más asustado que un conejillo

— Me voy— suelta.

— ¿Cómo que te vas?— Está huyendo.

— Escucha Ross, tengo valiosa información qué resultaría muy útil en el caso Michael Mills. — Responde y no me sorprende

— ¡Entonces habla!— Sé qué pedirá algo a cambio. Este hombre es un buitre.

—A ti no te diré nada— ¿Pero qué...? No entiendo— diré todo lo que sé, pero a Katherina Mills, a cambio de una gran cantidad de billetes— sabía que está rata iba pedir algo.

— ¿Te das cuenta lo que me estás diciendo? Te puedo denunciar por obstrucción de la justicia y complicidad en un crimen— lo amenazo pero sé que no obtendré nada de él.

— Escuchame bien, Ross: si quieres que esa mocosa sea liberada de pagar por un crimen que no cometió, le dirás a tú hijo que lleve a Katherina Mills a un lugar que le indicaré.

— ¿Tu sabes quién realmente mató a Michael Mills?— ¡Oh por dios!, ¿Cómo es posible que quieran inculpar a una joven inocente, que nada les ha hecho? Esto es asqueroso. — Por Dios ¿Desde cuándo sabes toda la verdad?— Le digo asqueado.

— Ya te dije, no te diré absolutamente nada a ti— ¡Maldito desgraciado infeliz!— supongo qué tienes mi número, dáselo al bastardo de tú hijo y que sea él quien se comunique conmigo.

—Me muero por darte una paliza— es un maldito corrupto.

Sólo por qué me interesa la información que pudiese tener, no lo entrego a la policía yo mismo.

— Tú no me harás nada— responde de forma déspota.

— No estés tan seguro

—¿Me estás amenazando Ross?

— Si lo quieres tomar como una amenaza, entonces si: te estoy amenazando.

El imbécil hace caso omiso a mi tono amenazante. Sonríe y toma unos papeles de la mesa de escritorio y lo lanza al aire.

— ¡Qué haces, maldito imbécil!

Lo tomo de la corbata con la intención de golpearlo. Pero el hijo de puta me empuja, haciendo que yo caiga en mi sillón de cuero. Me está provocando, y si me busca, me va a encontrar.

— Estaré esperando la llamada de tu hijo— su actitud déspota me provoca hervor en el sangre.

Él se acomoda su americana y se dirige a la puerta.

— Cada segundo que corre es un segundo más que tú defendida está en la cárcel.

Lo veo salir de mi despacho y deja la puerta abierta, ¿Quién demonios se cree?

Esto no le hará ninguna gracia a mi hijo. Pero no hay tiempo como para detenerme a pensar en algo. Le diré, y que sea él quien tome la decisión. Después de todo, Anthony Webber quiere que sea Christopher quién acompañe a Katherina Mills.

Voy al aparcamiento y me encierro en mi auto. Ahí no me van a escuchar. Tras dos timbrados...

—Hola, papá—me saluda.

Resoplo, lo que tengo que decirle no me gustó a mí, mucho menos a él.

— Christopher. Anthony Webber ha venido a buscarme al bufete. Me ofreció decirme todo a cambio de que tú   junto a Katherina Mills quiénes  hable con él a cambio de una "generosa" suma de dinero—le digo de carrerilla.

—¡Mierda!— escucho maldecir a una chica.

¡Ups! Olvidé que ahora está con Katherina Mills

—¿Hijo?— le llamo.

—Sabía que ese cabrón nos haría algo así —gruñe al otro lado de la línea.

— Tiene mucho que perder si se sabe la verdad, ya no te digo si él está más implicado — trato de comprender la postura de Webber— quiere que Katherina Mills le haga llegar el dinero

— No voy a aceptar — espeta mi hijo con convicción.

— Si lo harás— se escucha la voz de Katherina muy decidida.

— No le daremos nada a ese imbécil, solo es un maldito delincuente que quiere sacar provecho a través de la desgraciada ajena— añade Christopher

—¿Estás seguro?— debería pensarlo más...

—Padre, si Katherina accede a darle  el dinero, estaríamos comprando la libertad de Anastasia, y será más de la misma porquería— me explica, da un suspiro y continúa.— Además, de que no me interesa nada más a mí que ella quede libre. Los Mills, quieren justicia. Y no creo que Anastasia sea muy feliz de saber que compré su libertad. Eso daría para pensar que ella si asesinó a Michael Mills, y ambos sabemos que no es así. Quiero demostrarle al mundo que Adele Phoenix  es inocente, pero con pruebas concretas no con las migajas que ofrece Webber.

—¿Porque te importa tanto que ella sea libre? Ayúdame a entender.

Aún no comprendo a mí hijo en muchas cosas, y sé bien que no somos precisamente muy cercanos, siempre fue muy independiente y autosuficiente, pero esto no trata solamente sobre justicia y honestidad. Mi hijo tiene una razón que va más allá de eso. No conozco a nadie que sea capaz de mover cielo y tierra para ayudar a una completa desconocida, como lo está haciendo él. Así que espero que sea honesto.

—Me siento responsable —me responde.

—Tu no tenías nada que ver con Michael Mills...— comienzo a explicarle.

—No, pero yo estuve ahí,—me interrumpe —con Adele, que si tenía que ver con él. Y de no haber estado ebrio e intoxicado podría tener más argumentos para ayudarla.

—¿Eso es todo?

— No— afirma— ella me interesa— añade

¡Lo sabía! Sabía que estaba interesado en esa muchacha.

— Entiendo— ojalá y Adele lo aleje definitivamente de esa mujerzuela

—Dile al bastardo de Webber que no le daremos ni mierda y que yo mismo me encargaré de sacar a Adele—espeta y sigue bufando al otro lado de la línea.

—Vale, cómo digas—

—Bien. Te llamo después.




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