Inolvidables

Capítulo 2: El Vecino Nuevo

Jacki regresó a su apartamento esa tarde con una mezcla de emociones. El encuentro con Lion había sido inesperado y electrizante. Aún repasaba mentalmente cada palabra que él había dicho cuando escuchó un ruido en el pasillo. Abrió la puerta de su departamento para encontrar a un par de hombres cargando cajas hacia el apartamento vacío frente al suyo.

—¡Cuidado con eso! Es frágil —dijo una voz que reconoció al instante.

Allí estaba Lion, de pie en medio del pasillo, supervisando la mudanza. Sus ojos se encontraron, y él sonrió con esa misma expresión confiada que había visto en el café.

—¿Jacki? ¡Vaya sorpresa! ¿También vives aquí?

Ella asintió, sin poder ocultar su sorpresa.

—¡Qué pequeño es el mundo! ¿Eres tú el nuevo vecino?

—Eso parece. Supongo que el destino está decidido a que sigamos escribiendo esta historia, ¿no crees?

Jacki soltó una risa nerviosa mientras él se acercaba, llevando una caja bajo el brazo.

—Si necesitas algo, no dudes en tocar la puerta —dijo él con un guiño antes de entrar a su apartamento.

Durante los primeros días, Jacki intentó convencerse de que Lion era solo un vecino más, pero él no se lo ponía fácil. Tocaba a su puerta con cualquier excusa, desde pedir azúcar hasta preguntar si la lavadora común estaba libre. Cada conversación que tenían parecía fluir con naturalidad, como si se conocieran de toda la vida.

Una noche, mientras Jacki estaba sumergida en un libro, alguien llamó a su puerta. Al abrir, encontró a Lion sosteniendo un par de tazas de café.

—Pensé que te vendrían bien. Parece que estudias mucho —dijo, señalando los libros que se asomaban desde su mesa.

—Gracias, Lion, pero no tenías que molestarte.

—No es molestia si me permites quedarme un rato. Prometo no interrumpir mucho.

Jacki dudó por un momento, pero finalmente lo dejó pasar. Lion se acomodó en el sofá como si fuera su propia casa, y ella no pudo evitar reírse.

—Eres increíblemente persistente, ¿lo sabías?

—Solo cuando algo realmente me interesa —respondió él, clavando sus ojos en los de ella.

La tensión en el aire era innegable. Hablaron hasta que la madrugada los sorprendió, y aunque Lion finalmente se despidió, Jacki quedó despierta mucho más tiempo, preguntándose en qué momento había comenzado a sentir tantas emociones por alguien que apenas conocía.

Los días se convirtieron en semanas, y lo que empezó como una amistad casual fue transformándose en algo más. Un día, mientras paseaban juntos por el parque cercano, Lion se detuvo de repente.

—Jacki, ¿alguna vez has sentido que conoces a alguien por una razón que no puedes explicar? —preguntó, tomándola de la mano.

Jacki lo miró, sorprendida por el contacto. Su corazón latía rápido, pero no apartó la mano.

—Tal vez. ¿Por qué lo preguntas?

Lion sonrió, esta vez sin su habitual confianza, como si estuviera dejando ver una parte más vulnerable de sí mismo.

—Porque eso es lo que siento contigo. Y me aterra pensar que podríamos ser solo un capítulo más en la vida del otro.

Jacki no supo qué responder. Solo sabía que en ese momento, con el sol poniéndose detrás de ellos, su vida parecía haber dado un giro inesperado, uno que no estaba segura de querer detener.




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