Insanos

Capítulo 3

Lucas

El frío que esta haciendo es increíble, calculo que deben ser casi las nueve de la noche, con estas batas de pacientes nos resfriaremos. Atenea me preocupa, tiene dos tiros dados. Esta frágil, casi no puede hablar y, muchos menos moverse.

Debemos salir de aquí lo antes posible, pero antes de eso ir a un hospital, para que la revisen.

Me jode mucho lo que le hicieron, siempre cuido de ella y, en ese momento no pude y, me fastidia el no haberla defendido y quedarme parado mirando cómo se derrumbaba.

Paso uno de sus brazos por encima de mis hombros, y la agarro por la cintura.—Tranquila, te llevare a un hospital lo antes posible. —dije cuando la vi quejarse de dolor.

Alex y, los demás están preguntando a gente por la calle donde ahí algún hospital cerca, mientras yo y Atenea esperamos en un parque. Estamos en Gretna, Luisiana. Queda bastante cerca de Nueva Orleans, como unos catorce minutos.

Conozco este estado de Luisiana, por mi novia Samantha. Vive aquí y, pocas veces va a Nueva Orleans a verme. Siempre me dice que tiene trabajo. Y la verdad no me importa, mientras más lejos la tengo, mejor estoy.

Miro a todos lados, porque perdí la vista de los demás.

¿Qué averiguaron?—Demande viendo como Atenea se desvanecía cada vez mas.

Queda a unos pocos metros, es por haya. -Señala con la mano Alex.

Abarco la vista por toda la calle y, a lo lejos vi las luces del hospital.—Vamos. —Apure, incorporando bien a Atenea.

Sin detener mis pasos largos, llegamos lo suficiente rápido. Estaba a punto de desmayarse.

Necesitamos ayuda ¡hay una chica herida. —Alarmada llama una de las enfermeras, a mas médicos, para poner en una camilla a Atenea.

Se la llevan por un pasillo, con un aparato de oxigeno en la boca.

¿Hace cuanto tiempo esta así?—Inquiere la enfermera indagándonos con la mirada.

Una media hora aproximadamente. -Impaciente responde Alex. —¿Estará bien?

Mantengan la calma. Nosotros la ayudaremos.—Mueve sus manos lentamente para tranquilizarnos.—Tomen asiento.—indica.

Temblando de miedo, me siento junto a mis hermanos, después de haberme quedado pensando por unos segundos.

''Mantengan la calma''

Esa simple oración me provoca demasiada ansiedad. ¿Cómo voy a estar tranquilo, después de todo lo que vi?

15 minutos

30 minutos

40 minutos

Son las siete de la mañana y, Atenea no aparece. Exen y, Aarón están intentando quedarse dormidos. Yo en cambio no puedo cerrar un ojo, Alex por otro lado está apoyado en un muro de la entrada, fumando un cigarro.

Lo interrumpo para pedirle una calada.

Lo veo tenso, todo su cuerpo lo está, tiene la mirada fija en un punto. —Relajate, va a salir bien hermano.—Intento apaciguarlo.

Le pido que se relaje, pero en realidad estoy igual que el. La preocupación y, lo que puede pasa me carcomen el cerebro.

Aparta la mirada del suelo y, me mira con desahogo. —Tengo un mal presentimiento Lucas. —Pronuncia intentando no derramar lágrimas.

Mi vista se perdió, dándole vueltas a lo que dijo. Desde que somos niños, todo ha sido malos presagios. No recuerdo un momento bonito de ninguna de nuestras infancias.

Detengo a mi cabeza cuando escucho al médico. —Chicos está bien. —Asegura. -Puede regresar a casa hoy, lo único que debe es tomar reposo para sanar las heridas.

Muchas gracias.—Le respondo, relajando la tensión de mis músculos.

¿Puede venir a hablar conmigo un momento?—Pregunta con preocupación dejándome confuso.

Si. —Susurre.

Esperen un momento.—Les dije a los demás.

Seguí al médico hasta su oficina, cerré la puerta tras de mí.

Tome asiento.—Guia su mano a un taburete en frente de su escritorio, sin apartar la vista de unos documentos.

Se sentó, puso los codos sobre el buro y cruzo los dedos.—Su hermana está bien.— Asentí, esperando a que me dijera lo que quería decir. Porque ya eso lo sabía. —Despues de hacer todo lo estipulado con sus heridas, hicimos un análisis de sangre para comprobar si no había otro problema.—Tomó aire.—Su sangre no está de un color normal.—Saca de una bolsa un pomo con líquido negro.

¿Qué?—Se aceleraron mis latidos, en cada mili segundo.

—Esto fue lo que sacamos de ella. Lo mandamos a nuestro biólogo, un hombre profesional en su carrera. Y no supo describir que tipo de sangre es, ni el porqué es de ese color.—Se enderezo. —Llegamos a la conclusión de que después de que se cure, internarla para hacerle algunos estudios.

No estoy de acuerdo. Experimenten con ratones de laboratorio, no con ella. -Encorelizo con los ojos desdeñosos.

Eso significa revivir un trauma que nuestro padre infundo en nosotros. No permitiría ni en esta vida ni en la otra que le hagan eso a Atenea.

Me levanto del taburete enfadado, dedicándole una mirada recelosa.—Metase sus estudios por...—Hice una pausa para contenerme y, no soltar la palabra.—No.—Dije en seco dándome la vuelta para irme.

Atenea está sentada en uno de los bancos, apoyada en el hombro de Alexander mientras el acaricia su cabeza.

¿Estas bien Ati?—Le pregunto doblándome para alcanzar sus ojos, ya que mi altura no me permite verla bien.

Si.—Responde con los ojos cristalinos. -Gracias.—Me perfora con la hermosa mirada oscura que tiene.

Quedo aturdido por un momento mirándola, me incorporo.—Vamonos chicos.

Salimos uno al lado del otro del hospital, captando la atención de todos en la calle, por nuestra estupenda vestimenta. Recordé que vamos vestidos así por todas las miradas que nos sueltan.

Caminamos a la terminal Wilty que nos deja en Nueva Orleans.

¿Que quería el viejo?—Cuestiona Exen a mi lado.

No confió mucho en Exen, se que se lo dirá a Atenea que es precisamente lo que no quiero.

Nada importante, solo me comento como estuvo la operación.—Reste importancia.

Me mira muy poco convencido y, cambia de tema.—Ella siempre da problemas. -Se queja.




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