Para empezar, no debí llorar tanto, por segunda no debí dormir sentado en el piso y para terminar jamás lo volveré a hacer, ¡Qué me creía! ¡Me duele el trasero!
Tomé mi ropa habitual de instituto y bajé con sigilo para que mi madre no me obligue a desayunar con mi padre. Aún me enerva su presencia, sé que es porque no cumple mi mayor anhelo, pero de todos modos… conjure una pregunta: ¿Por qué?
Corría para alcanzar el bus, no había espacio y pensaba en mi padre, si algún día podría ver una sonrisa que sea dirigida a mí.
–¡Joven recorra un espacio más! –reclamó una señora. –¡Ya no hay respeto! ¡Soy una persona adulta, alguien debería ofrecerme un asiento!
La señora me empujó e hizo caer mi maletín.
–¡No me escucha dije que se recorriera! ¡Ay! ¡Toda la juventud nada más piensa en su propia existencia!
La señora se fue a su sitio, gracias a Dios, odio con todas mis fuerzas a este tipo de mujeres que ni siquiera pide disculpas por sus errores.
…
Creo que todo lo que pasó en la mañana era un adelanto del día de perro que me tocó. Otra vez el regente me regañó, el día estuvo repleto de pruebas y creo que todos los docentes se pusieron de acuerdo para dejarnos tareas; disque para ayudarnos en nuestros trabajos.
–Si ya consiguieron pasantía por favor ayuden a sus demás compañeras, por si necesitan a más personal. –mencionó la docente de gestión.
Ya en la hora de irse mis amigas me rodearon y me comenzaron a acosar con preguntas realmente incomodas, tales como: ¿Cómo es tu jefe? ¿Qué tan lindo es? ¿Cierto que es considerado el hombre más codiciado? ¿Hay más secretarios o eres el único? Y para la única que tuve una respuesta apropiada fue para la última interrogante, era un por supuesto que sí.
–¡Ya déjenlo! –apareció Marina, mi mejor amiga.
–¡Marina! –no oculté mi emoción al verla.
–¡SO CUTE! –me abrazó.
–¿Te han dicho que eres muy bonito?
–¡Ya basta, Mar!
–Lo que sí podemos es ir a celebrar hoy a eso de las seis. Las tareas las dejamos para el fin de semana. –cambió de tema, para bendición mía. –¿Qué les parece?
–No es precisamente lo que tenía planeado para un viernes en la noche. –dijo Minerva.
–¡Seguro tu novio! ¡Ay! ¡Picarona! –se unió a la conversación la audaz Diana.
–No lo pienso negar. –dio un sorbo a su refresco.
–Hay que quedar en donde nos vamos a reunir. –propuso Mar.
–Yo no voy a poder. –dijo Ishtar, es callada, algo tímida y casi no se la nota en el grupo que tenemos; aunque sus habilidades con la computadora siempre nos salvan en ofimática.
–Tengo un compromiso. –continuo Diana.
–Yo tengo que llevar a un cordero al matadero. –sonrió Minerva.
–¡¿Qué?! –eso nos agarró de sorpresa a todos en la mesa.
–A lo que me refiero es que voy a presentar a mi novio a mis padres.
–¡Ah!
–¿Nadie quiere ir a celebrar? –preguntó Mar, acto seguido puso su mirada tétrica sobre mí.
–¡Ni se te ocurra! –me aleje instintivamente.
–¡Oye! ¡Me tienes que ayudar! –puso su cara de cachorro. –Tengo una cita a ciegas y casi siempre logro zafar, ahora no tengo una excusa.
–¡Y EN ESO QUÉ ROL CUMPLO!
–En… –su cara se puso color carmín. –mi… –tembló su voz. –¡NOVIO! –soltó la info y era mi campana de huida.
–Mar, eres la única que no puede dar un no por respuesta a tus padres. –Minerva, la sabia habló.
–Dile a tus padres que todavía no tienes planeado un romance, además apenas estás en tus dulces veinte. –recomendó Diana.
–Es muy temprano para volverte ama de casa o formar una familia. –repuso Ishtar.
–¡No creen que se los dije! –suspiró. –Ellos quieren que conozca a los candidatos que tienen para mí y vayamos formando una amistad a como vaya el tiempo un romance estable.
–Por mi parte no hay problema, sabes que en lo que quieras te ayudo. –quiero apoyarla, sus padres son conservadores y aún creen en el matrimonio arreglado.
–No quisiera meterte en problemas, aunque me llena de miedo el asuntito. –bajó la cabeza, pobre.
–Chicos nosotras nos tenemos que ir, pónganse de acuerdo con lo que vayan a hacer. –agarraron sus mochilas y se prepararon para pagar, –Otra cosa Marina. –Minerva dijo el nombre completo de Mar, esto se pondrá feo. –Diles lo que piensas de una buena vez a tus padres y si no lo aceptan ven a mi departamento y vivimos juntas.
Todas se fueron, pagaron su cuenta. Por su parte Marina no sabía por dónde empezar y yo sí.
–¿En qué lugar se citaron?
–En el restaurant Beatiful Moon. –en ese momento casi se me sale el corazón de la boca, ese lugar es muy elegante.
–¿Cómo tengo que ir?
–Con traje, el que tengas está bien. –su linda carita se puso roja otra vez.