Había una vez un hombre que tenía un problema de sueño terrible, no conciliaba el sueño de ninguna manera, pero en vez de ir a un médico a resolver su problema, constantemente culpaba a todos por su mal.
En el día la culpa era del trabajo, porque no tenía tiempo para nada, debiendo mantener un horario estricto. Se quejaba del jefe que no le acomodaba el horario, se quejaba de los compañeros que no le apoyaban en sus labores argumentando que estas situaciones le estresaban bastante, provocando así su insomnio.
En la casa al llegar se quejaba de la mujer que le planteaba problemas que, según él, ella debería tenerlos resueltos. Después de todo, “él era el que aportaba los mayores recursos en la casa”- decía.
En la noche, cuando se acostaba, un perro de un vecino acostumbraba a ladrar frecuentemente. “este perro debe estar enfermo o algo parecido”- exclamaba molesto ya tarde en la noche.
Esto provocó que un día, decidiera resolver el problema con ese can. Ya le había preguntado a un amigo sobre un buen veneno para acabar con ese tormento y habiendo comprado una dosis letal, se propuso que en esa misma semana lo envenenaría.
Puso marcha al asunto y de un descuido del vecino, logro colocar el veneno en la comida del indefenso animal, el cual murió inmediatamente después de comer.
Pasaron unos días y al estar muerto el perro, no escuchó más ladridos, pero seguía sin dormir. Desesperado por aquella situación, decidió escuchar el consejo de la esposa e ir al médico.
Una vez con el doctor, este le hizo un chequeo y le indicó unas pastillas que le harían dormir y recuperar el sueño que había perdido para luego seguir con un tratamiento más riguroso.
Cuando regresó a casa y ya era la hora de dormir, se tomó la pastilla que le recomendó el doctor y se acostó. No habían pasado cinco minutos y ya se encontraba durmiendo profundamente.
La esposa, que había perdido mucho sueno a causa de que su esposo no dormía estaba muy agotada también, y durmió profundamente ese día.
Pasada la media noche, un ruido fuerte en la ventana estremeció todo el lugar, unos ladrones habían hecho algo para romperla, entrando en la habitación.
Debido a que ambos, tanto la mujer como el hombre estaban profundamente dormidos, ninguno de los dos se despertó.
Ya al amanecer, cuando la esposa despertó, notó que toda la casa estaba desorganizada. Faltaban los televisores, las computadoras, el equipo de música, el dinero que tenían oculto debajo del colchón, entre otras pertenencias. Todo había sido sustraído.
El hombre muy molesto examinó el lugar para determinar que había pasado.
Se dio cuenta que los ladrones aparentemente habrían entrado por la ventana de la habitación que daba al callejón que pertenecía a su vecino por lo que salió para hablar con él y reclamarle porque este no tenía las rejas en buen estado.
-Lo siento Mucho- Dijo el vecino. -“Lo que ha pasado es que desde hacía ya algún tiempo unos ladrones habían intentado robar en esta zona pero no lo habían hecho porque al intentarlo mi perro daba la alarma, ladrando incesantemente para despertarme. Pero, al parecer, estos individuos encontraron la manera de envenenarlo y ahora sí lograron su cometido. Pero no se preocupe vecino, que pronto tendré arreglada la reja.”
Al escuchar esto el hombre se sorprendió bastante, entró a su casa y lloró amargamente.