Capítulo Uno

Observaba fijamente a las brasas arder, siendo consumidas por el fuego mientras trataba de poner en orden todos mis pensamientos.

Bufe con fastidio por teecera vez consecutiva.

De esa mamera transcurrían mis madrugadas desde hacían cinco meses y medio aproximadamente.

-Simone- escuché el susurro amable proveniente del sótano.

Esa era mi señal para dejar de pensar en lo que fuera que rondara mi mente y ponerme en camino hacia el lugar de donde me llamaban.

-Ya sabes lo que tienes que hacer.

No tuvo que decirlo dos veces cuando ya me encontraba desabotonando la camisa que llevaba puesta en ese momento. Media hora más tarde ya me encontraba envuelta en otra del mismo tipo y repasando la información por última vez antes de dormir.

Sean Alexei Hunter había desaparecido del mapa hacían 164 días, 8 horas y 49 minutos; visto por última vez en el mismo hospital en el que casi pierdo la vida.

Durante mi primer mes de alta oficial me dediqué de lleno a buscarle. Desde Port Angeles hasta Illinois, pero no hubo resultado alguno.

Sabía el peligro que corría al estar deambulando por las calles y teniendo en cuenta que mi sangre no se había asentado del todo, pero como buena imprudente que soy no hice caso a las advertencias y salí.

Por desgracia a Sean pareciera que se lo hubiese tragado la tierra. A el y a mi corazón.

Nuestra conexión mental se había visto interrumpida y por alguna razon no tenía acceso a una parte pequeña pero significativa de sus recuerdos.

Llevé una mano hacia mi cuello en un acto inconsciente de liberación de estrés, pero antes de siquiera poder frotar y estirar bien esa parte de mi cuello sentí un par de manos posarse sobre mis hombos. No había necesidad de abrir los ojos que en algún momento cerré. Solo me limité a relajarme.

-No tienes que hacer esto, ya te lo dije.

-Lo se, solo me gusta hacerlo, aunque tocarte también me trae paz...- no escuché más. Dejé que me tocara a su antojo.

Era como una rutina. Ducharme, tomar inhibidores, revisar los registros, el masaje y ¿al final? Al final caía rendida a causa del cansancio.

No era especialmente una amante a mi rutina actual pero de momento era lo único que podía hacer sin volverme loca.

Y ni hablar de trabajo. Porque desde el mal llamado "accidente" me han dado de baja forzada pero de igual manera seguía recibiendo un sueldo y todo gracias a un "acuerdo" gubernamental.

Cada uno de los recuerdos emanaba rapidamente, tal cual agua rebosante. Veía cada imagen como si la tuviese frente a mi. Pero tenía pleno conocimiento de que no era más que un sueño, aunque por alguna razón esta vez se sentía diferente.

La primera vez que le vi, sus condiciones, la sonrisa que me dedicó en muchas ocasiones... Y lo sentí.

Un vago presentimiento invadió todos y cada uno de mis sentidos haciendo de aquel un sueño placentero.

Mantuve la mirada puesta en el techo durante unos minutos con esa sensación de vacío recorriendo los rincones de mi mente.

Lo había hecho otra vez.

Había pasado toda la noche pensando en el y aún habiendo dormido lo suficiente siento como si mi mente hubiese trabajado sin césar durante todo ese tiempo en el que mi cuerpo estuvo aparentemente inactivo. Rara era la ocasión en la que no ocurría pero no importaba. Nunca me acostumbrare a la sensación.

Y la rutina seguía de la misma manera.

Una vez más, bajé las escaleras tomando el rumbo directo hacia el sótano obviamente con mucha cautela. No podía darme el lujo de volver a tropezar como había pasado hacían 4 meses ya.

Efectivamente, estoy embarazada.

Tres días despues de despertar fui informada acerca de mi condición y mi mundo se vino abajo.

En ese instante logré comprender las palabras escritas por Seab y supe que, antes de que cualquier prueba o máquina revelara mi condición el ya estaba al tanto de nuestra nueva realidad.

No podía entender cómo había llegado a ese punto al principio. Estaba catatonica debido a la noticia, no quería aceptarlo hasta que Derrick se sentó y explicó cómo funciona nuestro ADN.

Nuestro cuerpo no es susceptible a los anticonceptivos convencionales, incluso se podría decir que tenían el efecto contrario.

Acaricie mi vientre suavemente mientras seguía bajando. El bailoteo matutino también se había vuelto algo común y por extraño que pareciera no causaba tanto dolor.

Todos estábamos al tanto de que no sería un embarazo común y según Andrea, no han habido casos registrados que dieran fe de nacimientos entre dos sujetos del tipo A.

-¡Buenos días!- saludé con energía inusual.

-Alguien se ha levantado de muy buen humor hoy- escucho el grito proveniente desde la cocina-. Mueve el culo Palace, Derrick te está esperando para la revisión semanal.

Mierda, lo había olvidado.

Como si el recordatorio mental de ir con cuidado fuera un mensaje escrito a las orillas de el mal, este fue borrado por completo haciendo parecer que recibí una buena dosis de adrenalina.

Las revisiones eran algo sumamente especial y no importaba la de veces que tocaba pasar por el sótano. El pasar por el ecografo no dejaba de ser emocionante. Era la oportunidad que tenía de contemplar el arte de la vida y los cambios que ocurrían semanalmente.

-Listo, eso fue lo último- dijo antes de proceder con el retiro del gel transductor que se encontraba disperso sobre mi vientre.

Para gran fortuna todo había avanzado con la normalidaf prestablecida desde los primeros tres meses de gestación y cómo toda futura madre no había nada que trajera mayor paz.

Perdida en mis pensamientos una vez mas estaba mirando fijamente al techo. Esta vez preguntándome que hubiera sido de nosotros si Sean aún estuviera.

Le imaginé en cada una de las revisiones tomando mi mano con la misma alegría que la mía. Podría apostar que era incluso mayor.

Joder. Le extrañaba tanto. En tan poco tiempo aquel hombre había cambiado mi vida por completo. Haciendome desear lo que en ningún momento había pasado por mi mente.