Pasaron dos horas desde que había llegado al hospital con Simone y más que quedarme quieto, luego de haber lavado toda la sangre seca que tenía en las manos y que un enfermero me facilitara una camiseta no hice más que caminar en círculos en la sala de espera.
Intentaba encontrar la relación de Marilyn con Simone, pero por más que quisiera no lo entendía. Se suponía que éramos de la misma especie pero el ir tan lejos no era algo normal.
Su verdadero propósito era llevarse al bebé que estaba en su vientre cada vez que lo pensaba mis manos comenzaban a picar por querer matarla. Había llegado por muy, pero muy poco a salvar a una persona desconocida que me causó curiosidad desde el primer momento que la vi y pensar que algo podría pasarle la sangre que había en mi cuerpo ardía y eso tampoco era algo en lo más remoto normal.
Eran aproximadamente las 2 de la mañana la puerta autónoma volvió a abrirse y un aroma familiar llegó a mi.
Era similar al de aquella mujer por alguna razón. Al principio creí que eran hermanas o algo por el estilo, pero no se podía apreciar ni un ápice de similitud y llegue a la conclusión de que probablemente pasaron tanto tiempo en un mismo lugar que quedó impregnado su aroma en ella, cosa que tampoco tenía sentido pero que de igual manera terminé aceptando. Y más que una razón, era una excusa.
Un tacto cálido a la altura de mi muñeca izquierda fue lo que finalmente me sacó de mi propio mundo. Era una de las dos mujeres que estaban en casa de Simone aquella vez y me sentí aliviado de no estar solo.
-Lamento la tardanza- se disculpó antes de atraparme en un delicado abrazo.
Uno de esos abrazos llenos de significado. Uno de esos que te decían que quien lo daba estaba pasándolo mal.
Poco después comencé a escuchar leves sollozos y a sentir la camiseta empapada. El sentimiento de incomodidad comenzaba a llenarme pero no tenía idea de que hacer más que apoyar mis brazos sobre su espalda.
-Disculpen- interrumpió una de las doctoras-, ¿ustedes son familiares de Simone Palace?
-Lo somos- no se de donde salió mi voz pero había respondido.
-Ella se encuentra estable. Ambos cortes fueron poco profundos por fortuna y no alcanzaron a tocar ningún órgano ni a romper la placenta.
Sentí como finalmente el alma regresó a mi cuerpo.
Ella estaba bien, pude salvarla a ella y a su bebé.
-¿No hay efectos secundarios a causa del veneno en su organismo?- esa aún era una posibilidad que me tenía con los pelos de punta.
Me miró claramente sorprendida y miró su cartilla como si de esa manera pudiera encontrar irregularidades poco consistentes con lo que creyeron que era-. Así que era eso... -dijo en voz baja -. Creímos que era una baja de azúcar cuando analizamos su sangre porque era lo único que encajaba en el diagnóstico. Por fortuna le estamos suministrando los medicamentos adecuados para mantenerla estable.
Solicité por precaución una dosis de suero antiofídico y mientras lo administraban fui interrogado por la policía.
Veneno y dos cortes de ese tipo no sonaba nada bien, pero con todo y eso Hazel, la amiga de Simone, logró darles una explicación lo suficientemente convincente como para que accedieran a dejarnos en paz de momento con una promesa de regreso en unas horas.
-¡Tsk!- chasqueo los dientes inmediatamente luego de terminar con una llamada-. Ustedes no cambian. Primero ella le arranca el corazón a una perra loca y ahora tu. ¿Acaso tienen algún fetiche con ellos o como?
-Lo siento, pero no entiendo de qué estás hablando.
Abrió sus ojos con genuina sorpresa y luego su expresión se tornó sombría.
-¿Hasta dónde es que recuerdas?
-¿Uh?
-Mira, voy a ser clara contigo. Me conoces. Conoces a Simone y a los demás. No se si te estás haciendo el tonto o intentas confundirnos, pero ya basta porque la única que está resultando herida de entre todos nosotros es Simone y no se lo merece.
Antes de siquiera poder responderle la doctora volvió a aparecer en escena informando que podíamos pasar ambos, pero solo uno podía quedarse con ella. No está de más decir que estaba preparándome mentalmente para librar una batalla campal. No iba a dejarla sola.
Ambos entramos en la habitación y la observamos en silencio. Su piel resaltaba con las sábanas verdes del hospital y su cabello se encontraba desperdigado sobre su almohada. Pero eso no era lo que en realidad sobresalía.
Su enorme vientre era lo que aún me tenía atrapado. Tanto que al acercarme a ella fue la primera parte de su cuerpo que toqué teniendo cuidado de no rozar siquiera la zona del corte.
Besé su frente por instinto y tomé un mechón de cabello entre mis dedos. Su aroma era embriagador pero no podía deleitarme del todo en él debido a que un vendaje blanco alrededor de su cuello llamó aún más mi atención. No quise tocar ninguna de sus manos a pesar de que una de ellas estaba libre del holter y la intravenosa. Me parecía demasiado atrevido de mi parte.
No solo la envenenaron y quisieron aprovechar su inconsciencia para llevarse a su bebé, sino que también querían matarla una vez tuvieran lo que quisieran.
Acune su vientre con cariño y la observé embelesado.
-Simone ha dicho que te hacen falta algunos de tus recuerdos, especialmente los que tratan de ella pero al parecer tu sentido del deber hacia ella y tu amor siguen intactos.
Un movimiento precipitado hizo que despertara repentinamente, aunque antes de estar alerta tomé un par de segundos, casi un minuto antes de caer en cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo.
Un profundo sentimiento de melancolía llenaba la habitación al mismo tiempo que unos sollozos audibles desde alguna parte y entonces caí en total cuenta de lo que ocurría.
Simone no estaba en donde se suponía debía y comencé a preocuparme. Aunque antes de que lograse ser una preocupación real respire y supe que se encontraba cerca.
Editado: 05.09.2020