Chapter two:
Tal y como esperaba, nada sucedió. Krista se encontraba ya en la última parada del viaje, en el festival anual de Andalucía, sola debido a que peleó con su hermana.
Se sentía triste, ya era de noche y no sabía que lugar ir o ver. Tenía miedo, miedo de que fuera ella quién no le gustaba la gente.
Se odiaba en parte, quizás un carácter fuerte denotaba mucho para todos. Claro, no lo era, ya que en ese momento estaba llorando.
Pero, Krista sabía que llorar no solucionaba nada. Secó sus lágrimas, y se dijo a si misma que nadie vendría a su rescate, que ni siquiera a Oliver le gustaba.
Pensó de nuevo, ése debía ser el clásico momento en el que aparece un chico encantador que la consuele. Por lo menos eso, la hizo reír.
Embozando una sonrisa salió a recorrer el lugar, puestos y más puestos inundaban su vista y que decir cuando llegó a la zona donde había animales.
Se acercó hacia los conejos, uno de ellos llamó su atención: un conejo cabeza de león. Se sintió afortunada de haberse peleado con su hermana, de lo contrario no habría encontrado ese lugar.
-- Es hermoso. -dijo.
Su animal favorito, era obviamente ese. Lo tocó atraves de la reja y el conejito movió su nariz olisqueando y la hizo reír.
-- Eres como el rey de los conejos -dijo hablándole bajito-, me alegra haberte conocido y gracias.
Se fue feliz, ansiosa por seguir observando y un poco triste por no tener carga en su celular para sacarle una foto.
Caminó hasta que escuchó a dos chicos detrás de ella.
-- Oye, mira a esa chica.
Esperó que no hablarán de ella, así que sólo siguió con su paso firme, después de un tiempo volteó a mirar para atrás y seguían detrás.
Un mal presentimiento le erizó la piel. Apuro su paso entre la multitud hasta que logró perderlos. O eso pensó.
Sin embargo, no alcanzó a verles la cara y camino mucho más rápido. Chocó con la espalda de un chico y cayó de espaldas.
-- Maldición. -dijo sobando su nariz.
-- Hey, ¿Qué hiciste, August? -escuchó la voz de un chico.
Krista levantó su rostro y vio al chico de remera rayada, cabello castaño y unos ojos miel tan cálidos como tranquilizadores. Se sintió cautivada y no parecía la única, él la observo: ella estaba un poco despeinada, pero era bonita.
-- ¿Te ayudó a levantarte? -le dijo el amigo de él, Carlos.
-- No, no gracias. -estaba que los nervios la comían, ese chico la veía mucho.
Se levantó del suelo y se sacudió su ropa, volteó para ver hacía atrás y observó a los mismos chicos detenidos en un puesto, sin sacar su vista de ella.
-- Perdón. -le dijo a August.
Él nego con su cabeza y sonrió, su sonrisa la hizo sonreír también.
-- No ha sido nada. ¿Estás bien? -él le contestó igual de nervioso, no era común en él hablar con chicas.
-- Perfectamente. Entonces, adiós. -dijo y se fue.
Sí, Krista podía quedarse, empezar un tema de conversación y averiguar sobre este chico que tanto llamó su atención. Sin embargo, saben una cosa: no iba a hacer eso. ¿Por qué? Claro, tampoco estaba acostumbrada a hablar con chicos a excepción de su ex amigo, Oliver.
Ya en ese momento, debía dejar de lado su curiosidad y buscar a su hermana antes de que la siguieran de nuevo.
***
-- Dime, ¿Por qué chocas a una chica así y ni el nombre le preguntas? -le dijo su insoportable amigo.
-- Sería raro preguntarle su nombre. Apenas la conozco.
-- No sabrás ni quién es.
-- Lo sé, pero no puedo gustarle.
-- Espera, ¿Qué? ¿Ni fueron dos segundos en los que ella te tocó y me dices que te gusta? -por supuesto, eso era una sorpresa.
-- Pero, ella parecía un poco asustada. -dijo August, ignoro el comentario anterior.
-- No, se veía normal hombre.
August observó a la multitud, tenía aún su espalda irse en su mente, la recordaba: vestía una remera blanca y unos jeans celestes, su cabello le daba a la mitad de la espalda, color chocolate quizás por la noche. Echo a caminar rápido y Carlos siguió su paso sin más también.
-- ¿Qué hacemos? -le dijo.
-- No lo sé, es peligroso para una chica estar sola.
-- Ahora te interesan todas las chicas que ves, ¿Puedo repetir que fueron sólo dos segundos?
-- Puedes hacerlo, pero nadie dice que te vaya a hacer caso. -dijo sonriendo.
***
Krista se volteaba de vez en cuando, aunque caminará rápido la seguían igual. No traía mucho en su cartera, quizás lo que más le preocupaba eran los recuerdos que compró para su familia. Estaba asustada pero debía encontrar a su hermana y estaría a salvo.
Se vio en una intersección, antes de que girará escuchó una voz detrás de ella.
-- Quédate quieta.
Desvío su mirada al costado, vio que ese chico tenía algo en su bolsillo izquierdo, se notaba... Pero no sabía exactamente que era. Sintió la mano de él en su hombro.
-- Camina a dónde te guíe. -le ordenó.
Ella no se movió ni un poco. Él apretó su hombro con fuerza haciéndole doler.
-- ¿Acaso quieres morir aquí mismo?
Sin otra palabra más, negó con su cabeza y echó a caminar. ¿Qué podía hacer? Su celular sin carga, su hermana vaya a saber dónde, si pedía ayuda... ¿Alguien la salvaría?
Le siguió hasta detrás del parque que había allí, era el límite, no podía ver personas. Mostró la navaja y le ordenó soltar el bolso, ella dudaba.