"Él es mi amigo más querido y el más cruel de mis rivales, mi confidente y el que me traiciona, el que me apoya y el que de mí depende; y lo más espantoso de todo: es mi igual”
—Gregg Levoy.
Faltaban diez minutos para terminar la clase del día. Dejé caer mi cabeza sobre mis cosas en el pupitre. Por poco perdía esta clase si el chico de cabello crespo a mi lado no hubiera ido a mi encuentro. Le sonreí de forma fugaz por el motivo de mi distracción.
Hermosa distracción.
—Lo que hace el amor. —Ríe entre dientes el mencionado—. Ya es hora, ¿no crees?
—¿Hora de qué? —pregunté confundido ante lo que estaba diciendo. Guardé mis cosas cuando vi salir a la profesora del salón, y Darel hizo lo mismo.
—Hora de que actúes. Llevas más de dos años mirándola con ojitos de amor, ¿seguirás siendo siempre un acosador? Es tiempo de que te arriesgues —sentenció mientras pasaba junto a mí. Se detuvo en la puerta y me miró—. Vamos, Lucas, me hago viejo con solo mirarte babear por ella. ¿Eres tonto o te haces?
—Tonto es mi segundo nombre. Lucas “el tonto” Alack —mencioné burlón. Pasé por su lado mientras salía del salón.
—¿Qué piensas hacer? Te ayudaré si quieres. —Sonrió muy animado.
—¿En serio, Darel? —pregunté no muy convencido. Adoraba a mi amigo, pero si yo era un tonto, él podía llegar a ser el mayor de los idiotas. Mis manos sudaron de solo imaginar una idiotez suya que arruinara cualquier intento de conquista.
—Sí, tranquilo. Confía en mí, ¿vale? —Busqué su mirada y sabía que estaba dolido por mi duda. Sonreí para reconfortarlo.
—Está bien, ¿cuál es el plan? —pregunté convencido por la ayuda.
—¿Qué plan? —Su confusión fue muy obvia y me odié por dejarme convencer por él. La pregunta hizo clic en su mente, mostrando una cara más alarmada—. ¿Tengo que armar el plan?
—¡DAREL! —gruñí a su lado, las pocas personas que aún transitaban por las afueras del instituto nos miraron raro. Tenía que calmarme o terminaría dejándolo encerrado en uno de los salones.
—No te enojes, no te enojes. —Sujetó mis hombros con ambas manos.
—Creo que mejor los dejamos, ¿qué tal el otro año? —negó soltando mis hombros y retomó el paso—. ¿No me dejarás en paz, cierto? —otra vez negó mientras caminaba. Suspiré resignado. El silencio que transmitía me inquietaba, pero eso indicaba que estaba pensando, y si Darel pensaba, se estaba tomando las cosas en serio, y ese es un punto a mi favor.
—¿Y ella qué lee? —Su pregunta hizo que mis latidos se aceleraran, rompiendo el silencio que se había formado en el aire.
Mi corazón saltaba contento cada vez que mencionaban a mi enamorada, y si el silencio se adueñaba del lugar, mi corazón era un intruso con sus latidos.
—Poesía. —La palabra salió de mi boca muy natural—. En sus manos han estado muchos escritores, pero los versos son su pasión.
—Por los menos todo ese tiempo de acoso será de ayuda, eh —recalcó burlón—. Tengo el plan perfecto, Romeo.
—¿Cuál sería? —pregunté ignorando el nuevo apodo.
—Dedicarle poemas, es obvio. —Desbordaba orgullo por la idea. "Qué idiota", pensé.
—¿Dedicarle poemas a una chica que pasa todo su tiempo leyendo libros?, eso no la sorprendería, conocerá todos los poemas. Ella está enamorada de los versos, es poetisa —dije mientras sonreía enamorado. Esa siempre sería la mejor manera de llamarla.
—De verdad eres tonto. —Tan concentrado estaba en mis pensamientos que no alcancé a ver cuando llegó hasta mi, dándome un golpe en la cabeza—. Me refiero a que le escribas poemas y se los dediques, que vengan de ti, idiota. Eso seguro le gustará.
Medité sus palabras y no sonaban mal, pero ambos sabíamos que había un problema. Él captó mi mirada.
—¿No sabes, verdad? —Sonaba desanimado—. Si quieres conquistarla, tendrás que intentarlo.
Asentí ante sus palabras. Tengo que esforzarme, sé que lo lograré.
Te lo aseguro, mi amada poetisa, seré tú intento de poeta.