¿Quién eres?
Es la pregunta que siempre anda rondando en mi mente, si alguna vez habremos coincidido, si vas a mi clase o estás en otro curso.
¿Quién eres, mi intento de poeta?
Tomé la hoja que habían metido en mi casillero como las veces anteriores. Suspiré como tonta notando el error que habías cometido, mi Romeo. Esta vez no me dejaste un poema, en mis manos estaba una réplica exacta de mi rostro dibujado. Quisiera sentir algún temor o incomodidad al saber que soy observada mientras leo, pero todo lo que siento es una inmensa intriga de saber quién eres, de conocer al chico que me envía intento de poemas tratando de llegar a la altura de mis mayores escritores, y que ahora tiene la osadía de trazar en una hoja los contornos de mi sonrisa.
Guardo el dibujo con el resto de los poemas. He comenzado una nueva colección de versos donde el escritor se mantiene oculto en las sombras. Y como cita Mario Benedetti: "La perfección es una pulida colección de errores".
Y yo estoy amando cada intento de poema que me escribes, cada palabra que me dedicas. Mi Romeo, desconozco la silueta de tu cuerpo, pero me familiarizo con las letras que me escribes.
Esta será otra noche donde me imagino tu rostro en mis sueños. He aceptado mi destino como tu musa de inspiración, pero quiero que tú me concedas el deseo de conocer el rostro de tu amor.
Me pregunto si alguna vez hablamos, me imagino el momento en el que nos conocimos; me gustaría creer que fue especial para poder ser honrada con tus versos. Pero ¿hasta cuándo estarás ocultó en la oscuridad?, observando cada acción de mí, sin yo poder admirarte.
¿Serás el chico que siempre me sonríe al bajar del autobús?
¿O ese pelirrojo que se sienta a mi lado en la cafetería?
Tal vez eres el moreno que me saluda por los pasillos...
O quizás podrías ser él… No, no, él no podría ser.