Intento de poeta

Girasol brilla más que el sol

"He mirado a las rosas y me he acordado de ti"

—Juan Ramón Jiménez.

 

Hoy nos tocaba esa actividad extracurricular, y yo me encontraba sentando en una de las bancas junto a Darel. El moreno no paraba de mover sus piernas, su tic nervioso estaba comenzando a colmar mi paciencia

—Detente, Darel —dije sin detener el juego en mi celular. Fui ignorado por él, así que levanté la mirada y lo vi que estaba observando hacia los lados mientras su pierna izquierda no dejaba moverse. Lo detallé con cuidado y su actitud era extraña, estaba nervioso, pero no entendía por qué. Coloqué mi mano en su pierna y detuve el movimiento, logrando captar su atención.

—Perdón..., no vi que te estaba incomodando —se disculpó colocando sus manos en sus piernas.

—¿Estás bien? —pregunté guardando mi celular en mi bolsillo.

—Sí, lo estoy, solo que... —Darel dejó de hablar y miró hacia el frente, entonces una tonta sonrisa apareció en su rostro. Seguí su mirada hasta que me topé con ella.

Venía caminando en compañía de su amiga Violet, creo que así se llama la pequeña que siempre la acompaña. Mi amada poetisa llevaba su cabello suelto, pero en él llamaba la atención el hermoso cintillo de girasoles que traía. Sus pétalos amarillos son apreciados como evocadores de luz y energía. El girasol se consideraba símbolo de felicidad, vivacidad y fe espiritual.

Mi musa rodeada de flores, eres la más hermosa del todo el campo. La euforia no cabía en mi pecho, ¡te había gustado mi poema!, estaba realmente feliz.

Me dolían los cachetes por la sonrisa que no podía quitar de mi rostro. Darel también seguía mirando hacia donde estaban ellas, igual de sonriente.

—Oye, ¿y a ti qué mosca te ha picado? —le reclamé mirándolo serio.

—Violet. ¡Dios, qué hermosa es! Lástima que ella no sepa de mí —dijo suspirando melancólico.

—¿Te gusta la amiga de mi poetisa? —pregunté intrigado.

—Obvio, tarado, no me va a gustar Alessia.

Coloqué con prisa mi mano en su boca para callarlo. Él no podía decir ese nombre, estaba prohibido.

—No vuelvas a decirlo —pedí.

—Amigo, ya es momento de que ella sepa quién eres. ¿Qué puede pasar?

Bastó una simple pregunta para que varios escenarios donde mi poetisa era protagonista pasaran por mi mente. ¿Y si me odia al saber quién soy?, ¿y si no...?

 

 

 

 



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En el texto hay: humor, romace, sentimientos

Editado: 27.01.2023

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