Ayer fue un día un poco loco, empezando con la persecución que montamos mis amigos y yo buscando mi teléfono por toda la escuela, pasando con que pensé que moriría en manos del chico problemático de la escuela y terminando con la visita inesperada de Cira a mi casa. Resulta que el dúo Fischer ―como nos suelen llamar muy poco― si se parece más de lo que pensaban, ya que ambos perdimos nuestros respectivos teléfonos el día de ayer. Pasamos desde las dos de la tarde hasta las seis buscándolo por todo mi cuarto. Fue toda una faena ya que no soy muy ordenado que digamos, pero si lo soy más que Cira. Resulta que se encontraba bajo mi colchón. Ninguno se explica cómo llegó hasta allí.
Decidimos jugar un poco con el nuevo juego pero resulta que ese ‘‘poco’’ resultó en ser bastante, jugamos hasta tarde y mientras lo hacía sorprendentemente también me encontré con Josh, el cual me envió solicitud de amistad, es una sorpresa él también ganara, debo decir que lo sentí un poco extraño mientras hablábamos pero no le di mucha importancia, hasta Cira habló con él. Al final resulta que duramos tanto tiempo jugando la introducción del juego― cabe resaltar que todavía no sé que orientación tiene mi personaje, tal vez Josh lo sepa ya que Cira no me lo quiso decir― y conociendo los personajes que hasta se me pasó hacer la cena así que pedimos unas pizzas para comer. Cuando ya fue más tarde mi papá llamó a mi tío y Cira se quedó a dormir conmigo en mi habitación. Elisa se decepcionó un poco cuando Cira no durmió con ella pero se le pasó al rato.
― ¿Qué esperas, Casey?―Pregunta Cira mientras se cepilla los dientes. Su voz salió muy graciosa, sin contar que pareciera tuviera rabia.
― Nada en especial― Espabilo en reflejo―. Solo recordaba todo lo pasó ayer…
― ¡Sí! ¡Todavía me parece muy extraño la forma en que Jonathan te acorraló! Parecía un lobo lujurioso detrás de la cola del pobre conejito. Arrugué el entrecejo. Ella extendió su mano y lo masajeó.
― No te había dicho pero, me lo había topado primero al inicio del descanso mientras corría por el pasillo…― Ella me interrumpió.
― ¿Por qué corrías?
― Por nada en especial― solté nervioso―. Como decía: corría por el pasillo y sin querer choqué con él.― Cambió su relajada expresión a una de sorpresa. Terminó de asear sus dientes y escupió el desecho en el lavabo, tomó su vaso con agua y se enjuagó ― Al inicio se mostró enojado pero en cuestión de segundos cambió su expresión y fue más amable conmigo.
― Ohh, entonces haz domado a la bestia. No sabía que fueras tan atrevido, querido primito.― Aseveró con picardía.
― Sé seria, por favor.― Dije eso pero no contuve una risita.
― Eso déjaselo a Nerea.― Recogió su negro cabello en una coleta de caballo alta, su toalla casi se cae y se apresuró a sostenerla― Además, dije eso con total seriedad.
― Claro, bueno. Pensé que moriría.
― Y después dicen que la dramática soy yo…― ambos reímos sin poder contenerlo― Creo el drama es de familia.
― Y que lo digas.― Yo también terminé de asearme.
Salí junto a Cira del baño de mi habitación para vestirnos, ella buscó un poco en mi armario para luego girarse en mi dirección.
― Oye, ¿dónde dejé la otra vez el uniforme de repuesto?― Preguntó mientras se quitaba la toalla. Volteé rápido alarmado― Ay, por favor, llevas viéndome desnuda desde que nací. Por otra parte, tengo puesta mi ropa interior.
― Sí, pero…― Ella se adelantó y se paró frente a mí.
― ¿Ves? No hay problemas.― Yo no pude evitar mis ojos fueran a su imponente pecho ¿Cómo no se cae con eso al frente?
― No puedo evitar me dé vergüenza.― Yo ni siquiera soy capaz de mostrarme sin camiseta frente a alguien más. Cira es la única que me ha visto sin ella, y eso solo cuando teníamos seis años, es solo que me da vergüenza.
― Bien, dime dónde está mi uniforme.
― Está en la repisa más alta.
― Claro, ahora soy una jirafa.― No pude evitar reírme. Ella entró al baño y buscó un taburete. Decidí ignorarla y vestirme. Cuando terminé de hacerlo me volteé a ella y aprecié se encontraba lista también.
― Vamos a comer.― Ella asintió.
Bajamos las escaleras sin mucho apuro, cuando llegamos a la cocina mi padre ya tenía todo servido y como esperaba Elisa se encontraba sentada esperando, tenía una gran sonrisa dibujada en sus labios. Ahh, si tan solo también me esperase a mí así.
― ¡Buenos días!― Saludó la pelinegra.
― Buenos días, Cira.― Dijeron los dos en respuesta.
― ¿Estoy pintado?
― No, pero por lo menos ella nos saludó, tú no. No exijas nada si no las das.― Regañó mi padre a lo que yo susurré un buenos días, él sonrió y asintió. Volteó a ver a la chica ― Cira, Niel vino hace unos minutos y te dejó tus cosas para la escuela, revisa si no se dejó nada en casa.
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Editado: 17.03.2019