Intercambio de amor

Capítulo 04: ‘‘¿Qué flores quieres?’’

Justo como pidió Tonny que hiciera, solté la sopa y juro que en cuanto lo hice pude sentirme mucho mejor de lo que antes estaba, no es que la tristeza se haya ido, ni mucho menos, todavía la tengo, pero siento que al tener el apoyo de mis amigos estoy menos solo. Hablar con ellos me ha aliviado un poco.

Ojeo atento sus rostros, analizando todas sus reacciones, duran unos cuantos segundos callados hasta que Nerea decide romper el silencio.

― Nunca me esperé eso… wao.― Balbucea incrédula, Alexxander asiente frenético en respuesta.

― Yo tampoco, es algo que esperaría más de Nerea que de Marián― La aludida le golpea sin reparo en la cabeza a lo que este suelta una carcajada―. Bueno, ya. Siendo serios, eso explica por qué cuando llegué te encontrabas pálido frente a la puerta.

Bajo la mirada y observo detenido mi bandeja vacía, tenía bastante hambre después de llorar. 

Escucho como Tonny suelta un bufido con molestia, cuando alzo de nuevo mi rostro puedo ver que tiene mala cara, me parece algo extraña su reacción, casi parece enojado y hasta fastidiado.

― O sí, que gran chisme.― Soltó sarcástico Tonny― No es nuestro problema para estar hablando de ello, no tenemos derecho a opinar.

― Pero tú preguntaste.― Tonny mira desafiante a Alexxander.

― Es cierto...― Tonny me miró y rápido bajé la  vista, su apresurada reacción me puso algo nervioso así que no pude evitar morder mi labio inferior.

Por un momento creí que me reprocharía igual que a Nerea y Alexx por el cambio en su expresión corporal, no obstante, no dijo nada. Solo se levantó de su asiento y se alejó de la cafetería.

Está extraño desde hace ya unos días.

― ¿Qué le pasa?― Preguntó la castaña, su expresión dejaba ver su asombro ante la reacción poco inusual del pelirrojo.

Alexx y yo negamos al no conocer respuesta a su comportamiento.

― Ahora que lo pienso, ―Alexx meditó un momento su respuesta― solo se comporta extraño cuando tú estás cerca.― Gira su rostro en mi dirección.

― Sí, es cierto.― Concordó la chica luego de una pausa.

Quedé paralizado en mi asiento ¿Solo se comporta así en mi presencia? ¿Acaso hice algo para molestarlo? ¿Ya no le caigo bien? ¿Ya no me quiere? ¿Qué pude haber hecho que no le gustase y lo enojara? ¿Lo perderé…? ¿Y si ya no me volvía a hablar…?

No me gustó como se estaban desarrollando los escenarios de mi vida sin Tonny en ella, mi cabeza me estaba doliendo. Hemos sido amigos desde que estamos en pañales, y nuestros padres son muy amigos desde primaria. Es casi como un hermano para mí, lo mismo pasa con Elisa. No quiero perderlo, por nada del mundo quiero perderlo.

Piensa, piensa ¿Qué pudiste haber hecho para enojarle o incomodarle? ¿Será porque la última vez que salimos a comer compré un helado solo para Elisa…? Pero si ambos habíamos acordado que sólo compraríamos para ella, además, yo le ofrecí uno, a lo cual se negó. ¿Debí insistir más? No. No creo que sea por esa razón… ¿o sí?

― No te montes una película tú solo, rey del drama.― Nerea me sacó de mi tragedia mental en el mejor momento, estaba a solo unos segundos de entrar en pánico.  Miré mis manos y como esperaba estaban temblando.

Suelo entrar en pánico cuando algo me incomoda o entristece, también cuando siento mucha presión. Toda esta situación junto con mi corazón roto hubiese provocado mi colapso.

― No te preocupes por lo que dije, Casey. No creo que esté así por tu culpa.― Alexx palmeó mi espalda. Solté un quejido de dolor en respuesta, lo hizo con mucha fuerza.

― Para la próxima no olvides sacarme el pulmón.― Bromeé. Aunque temo que si pueda hacerlo― Pero, espero que tengas razón.

― Recuerdo la última vez en la que Tonny actuó extraño…― Masculló en alto Nerea.

― See, fue justo después que nos dijiste que te gustaba Marián.― Empezó a reír cuando recordó algo… Por favor, no…― Te ignoró durante un día entero en la escuela, tú no pudiste aguantarlo por mucho tiempo así que fuiste llorando a sus brazos mientras preguntabas gritando el por qué de su ley de hielo. Recuerdo que Tonny se asustó mucho cuando le dije que podían llamarles la atención por tus gritos y sollozos, además de que estarían en muchos problemas con los profesores, así que te llevó a su casa y resolvieron sus diferencias. Cantaron nanas agarraditos de la mano mientras un arcoíris se dibujaba a sus espaldas y los unicornios bailaban reggaetón, pero al final, ninguno de ustedes nos contó qué pasó.― Mostró una mirada acusadora― ¿Por qué te ignoró? Dime.

Me sonrojé culpable. De eso ya hace siete años.

― Pensé que me ignoraba por haberle hecho algo malo, ―empecé sintiéndome tonto― pero resulta que estaba triste porque se acababa de morir Pelusa. Y tampoco me estaba ignorando, según él. Pero por alguna razón yo lo sentí así.




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