Internado en el Bosque: Hermandad de sangre

2 — Impacto

Estaba haciendo demasiado calor, sentía arder todo su interior, era una locura asfixiante, lo sentía tan cerca y tan adentro que solo podía gemir por todo el éxtasis que estaba sintiendo, sus manos cálidas tacaban sus muslos con fuerza y desesperación, como si ella le perteneciese de alguna manera, la chica busco los labios de él y lo poseyó mientras lo abrazaba atrayéndolo más —como si fuera posible tenerlo más cerca—, escucho su voz ronca con tono agradable pronunciar su nombre…Alisha, y en ese preciso momento abrió los ojos; se elevó rápidamente en la cama como si se estuviera quemándose, fue solo un mal sueño; seco el sudor de la frente y se volvió a recostar mirando la gran ventana —antes de acostarse había abierto la cortina—. La joven nunca había tenido un sueño así y menos con alguien que no podía ver, se sintió extraña e impaciente, lo había sentido tan real.

«Estúpidos sueños» pensó la rubia soltando una risa tonta por lo absurdo que había sonado eso.

Trato de dormir un poco más pero le resultaba imposible, por lo que tomo su iPhone que lo tenía debajo de la gran almohada y vio que eran las 5:20 am, dentro de treinta minutos se tendría que despertar, por lo que decidió levantarse y darse un baño frio para quitarse ese mal sueño de la cabeza y de su cuerpo. Al salir se alisto con su nuevo uniforme, cepillo el largo cabello mojado, una mirada en el espejo y se veía agotada, y eso que no había visto clase aun, definitivamente no se veía despertando por dos años en ese internado.

Respiro profundo y se di un último vistazo, el uniforme era del mismo color que el de los chicos, constaba de una falda que llegaba por las rodillas de un color negro al igual que el chaleco que tenía el emblema del internado, la camisa manga larga era de un color gris al igual que las medias. Se sentía rara vestida así, resaltaba aún más la palidez de su piel, parecía que nunca la habían presentado delante del sol.  

Suspiro y salió de la habitación, no sin antes mirar muy alrededor para ver si veía a alguien, pero no había ningún chico a la vista, cosa que calmo sus nervios pero igual sentía como su estómago le dolía por estar en un salón lleno de chicos.

En el camino la rubia rezaba por no toparse con ningún estudiante, claro que sabía que tenía que socializar con sus futuros compañeros y no compañeros, además siendo la hija del director las cosas debían ser más fácil, no creía que los chicos se metieran con ella por miedo a su padre…o al menos eso esperaba.  

Sin darse cuenta ya se encontraba en el pasillo que era al aire libre, no sabía dónde estaban los salones de clases, por lo que camino al auditorio para ver si había alguien de servicio o algún profesor para que le ayudara a localizar el salón, pero tampoco sabía que salón era, ni con que profesor «muy bien Alisha, sigue así», se regañó mentalmente.

Al llegar al auditorio estaba vacío pero tenía de nuevo la sensación extraña, la misma que alguien la observaba pero no había nadie. Ladeo su cabeza de un lado a otro para que se le pasara ya eso, en un movimiento noto que había una señalética donde se encontraba el salón Gris-A y el de Ciencia Natural, parecía que se encontraban al final del pasillo, camino con pasos más rápidos y al final del pasillo para su sorpresa se dividía en varios caminos, era frustrante; a pesar que esos pasillos eran al aire libre parecía un laberinto y cada vez se hacía más grande y tenebroso, trago pesado pare ver que camino tomaba, dudo a escoger el derecho pero lo tomo. Al final había un arco que daba ya adentro, había otro pasillo con una puerta en cada esquina, una tenia grabada en una placa metálica Anatomía y la otra Ciencia Naturales.

Abrió poco a poco el de Ciencia, no se oía nada por lo que pensó que estaba vacío, pero no fue así y vio como varios pares de ojos se posaron en ella.

No podía pasar saliva, sus ojos se habían abiertos y el dolor de estómago se hizo fuerte, los alumnos murmuraron pero un señor de unos 40 años —que creía que era el profesor— los callo en seguida, y luego paso sus ojos ámbar a los suyos.

           

— Srta. Diesel estas no son horas de entrar. El horario es siete y quince —miro su reloj cromado y frunció el ceño—. Y son las siete diecinueve. Se lo dejare pasar porque es su primer día. Siéntese al lado de Luherthonn.

 

No la dejo hablar, ni reaccionar.

Le hablo como si ya estuviera familiarizada aquí y conociera a todos, no tenía idea de quien era ese chico.

Vio a los estudiantes apenada y un chico alto rubio, hizo una pequeña seña con la mano, supuso que era él. Los demás chicos la vieron curiosos, como si fuera un bicho raro, no podía respirar con normalidad, maldijo sus nervios por eso, tenía que cambiar para salir rápido de ese lugar, pero tenía que enfrentar primero a los nervios.




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