Intruso silencioso

Capítulo 4. Chico insolente

Me levanté rápidamente de mi lugar, acercándome sutilmente hacia la puerta por si en cualquier instante tendría que salir corriendo de allí.

—Escucha Eddy... Mañana por la mañana tengo que ir a la universidad, no puedo llevarte...— lo vi fruncir el ceño realmente confundido y listo para decir algo. Sin embargo, no le di oportunidad a que me interrumpiera. —Ahora mismo, claro.— Le dejé en claro eso, aunque quizás tampoco lo haría después, pero el miedo aumentaba en mi cuerpo, haciéndome imaginar todas las posibles reacciones del chico rubio, buenas o malas. Finalmente le sonreí tratando de calmarlo o de tranquilizarme a mí mejor dicho, no quería que notara que estaba bastante intimidada con su presencia.

Después de eso el chico permaneció quieto en su lugar, con las manos en los bolsillos de su pantalón, con la mirada perdida en las sábanas de mi cama.

En ese momento mi conciencia me dijo que si apreciaba realmente mi vida huyera de ahí lo más pronto posible, él estaba tan distraído con sus pensamientos que no lo descubriría.

Pero yo jamás le prestaba atención a lo que mi lado racional decía, siempre me iba por lo más complicado, así que salir de mi habitación y delatar a Eddy era mi última opción.

—Eddy— preferí sacarlo de sus pensamientos y llegar a un acuerdo. Él me miró, aún con la confusión marcada en su rostro.

—No entiendo. Mi padre y las pocas personas que habían salido de la isla, hablaban sobre lo moderna que era esta parte del país, Sunland con sus nuevos edificios listos para recibir turistas y Mistreal como una de las ciudades que se mezclaban con lo tradicional y lo moderno.― Su mirada jamás se despegaba de la mía, al parecer diciendo la única verdad que él conocía.

—Bueno, a lo que he aprendido en mis clases de historia, así comenzó el auge del lado sur del país.― Me encogí de hombros, no recordaba mucho de la historia, pero eso era algo básico que cualquier habitante de Akeo sabría. El país no era tan grande, y al ser prácticamente una isla en un lugar recodito del planeta, no mucha gente sabía siquiera de su existencia. Hasta estos días habíamos tenido que luchar por hacernos visibles para las rutas comerciales, turísticas, etc.

—Entonces debe ser usted muy inteligente para tener ese privilegio de asistir a una universidad.— Su comentario me sorprendió tanto puesto que ni siquiera ya mi abuelo hubiera dicho esas cosas y él había nacido a principios de los años 50's.

—Creo que tu comentario está bastante fuera de lugar.― Me atreví a responderle rodando los ojos. Las mujeres habíamos luchado ya suficiente demostrando que somos tan capaces como los hombres.

—Ahora veo porque asistes a una universidad y no estás casada ahora mismo. Eres de esas mujeres un poco fuera de sí— sonrió tan arrogante caminando hacia a mí lentamente, que yo sólo por el miedo no me atreví a un darle un buen golpe. Lo cual después agradecí porque me habría comportado de la misma forma que él.

Quise responderle pero si seguía haciéndolo él jamás se iría de aquí. No entendía que había pasado con el supuesto Eddy tan caballeroso que había conocido hace unas horas.

Al parecer hasta el mismo había olvidado lo que hacía ahí.

—Vuelves a decir un comentario respecto a eso y no te ayudo ni a salir de aquí— dije señalando con un movimiento de cabeza el campo, que se lograba ver a través de la puerta del balcón.

No tenía idea de cómo él había llegado hasta mi casa ya que el centro de la ciudad quedaba a media hora en auto y ni hablar de Sunland, de donde supuestamente viene realmente, eso estaba a dos horas y media, igual en auto y no creo que el trajera consigo uno.

Justo en ese momento escuché pasos en el pasillo, asustada mire a Eddy, que me miraba con una enorme sonrisa en su cara negando con la cabeza. Sin esperarlo, mamá llamó a la puerta de mi habitación y como siempre, no espero respuesta de mi parte, un solo toque y ella enseguida abrió la puerta sólo asomándose un poco.

Con el corazón a mil por hora, busqué con la mirada al chico pasando por mi cabeza infinidad de excusas para explicar porque él estaba ahí a esas horas.

Pero Eddy ya no estaba. Al menos no a la vista.

—Dinah cariño, ¿Sucede algo? ¿Con quién hablas? Ya pasa de la media noche y mañana tienes clases.― Afortunadamente ella estaba más dormida que despierta y no se percató que de hecho estaba justo detrás de la puerta.

—Perdon mamá, hablaba con... con Valery, pero ya terminé la llamada, mañana la veré.— Caminé silenciosamente hacia mi cama por si a ella se le ocurría entrar, de todas formas desde donde estaba no me vería.

—Bien, duérmete ya. Buenas noches.― Cerró rápidamente la puerta y escuché como volvía a su recamara.

¿Dónde se había metido Eddy?

·~·~·~·~·

Ese sonido.

Ese sonido que escuchaba a lo lejos y no recordaba de dónde provenía.

Hasta que de repente desperté con un gran salto, buscando mi teléfono para apagar la alarma.

No recordaba haber estado durmiendo, de hecho ni si quiera recuerdo haberme quedado dormida esa noche.

Eddy.

Fue lo primero que cruzó mi mente al darme cuenta que ya habían pasado diez minutos más de la hora habitual que solía despertar.




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