Las clases se me pasaron rápidamente a pesar de no dejar de pensar en Eddy totalmente. Miles de preguntas invadían mi cabeza durante unos minutos y después volvía mi atención al profesor que impartía la clase.
Había muchas cosas que no lograba comprender y al parecer el chico pensaba irse sin explicarlas.
¿Por qué había llegado hasta mi casa en medio de la nada y más si no traía ni auto? Probablemente si era un psicópata, de esos que se crean otra personalidad y matan a sus víctimas y yo estaba tan tranquila "ayudándolo", seguramente lo único que hacía era entregarme a una muerte segura.
—Dinah, ¿Vas a ir a con nosotros?— la voz de Valery me trajo de vuelta a la realidad. Por suerte, la última clase de hoy, la tomábamos juntas.
—¿A dónde?— Fruncí el ceño, no había escuchado su conversación. Mike sólo reía de lo despistada que era. Desde el semestre pasado los tres nos la pasábamos juntos en las clases que coincidíamos o cuando se terminaban las clases.
—Iremos a comer al centro comercial, ¿Vienes con nosotros? Mike y yo nos morimos de hambre— ella rio, levantándose de su lugar. Yo ni siquiera me había percatado de que la clase finalizó hace unos instantes. Saber que ahora tendría que irme con Eddy me estaba dando un poco de miedo por las nuevas teorías que se inventó mi mente.
¿Y si les contaba a ellos?
—No-no, no puedo. Saldré con un amigo...— Imite a mi amiga, dirigiéndome hacia la salida detrás de ellos.
—Si es así, te dejamos disfrutar tu cita— Mike bromeó, como siempre solía hacerlo. Yo solo me limité a seguir caminando juntos a ellos, realmente parecían tener mucha hambre, caminaban con una prisa muy notable.
—¡Al fin saldrás con Nathan!— Valery chilló de la emoción, deteniendo su paso acelerado justo en la entrada principal del edificio. Hice una mueca con los labios, Nathan era un chico que me gustaba el semestre pasado, sin embargo nunca llegue más allá con el de hablar sobre las tareas y actividades escolares. Mike también se sorprendió, pues ellos eran amigos y seguro le habría contado.
—No, no, nada que ver... es otro... otro amigo— aclare, sin embargo tal vez debí haberles dicho la verdad. Ni siquiera sabía con quien estaría en los próximos minutos.
—Bueno, entonces nos...— Mike tomo el brazo de Valery, queriendo ya salir de ahí, pero al mismo tiempo yo hice lo mismo con su otro brazo. A veces parecía que ambos nos peleábamos por la atención de nuestra amiga.
—¡Miren, allá esta!— En cuanto vi a Eddy acercarse hacia la entrada, quise que ellos se enteraran de quien se trataba por si cuando me fuera con él, pasaba algo. Ambos miraron en esa dirección y yo lo llamé con la mano para que se acercara.
—¿Quién es?— preguntó Mike, confundido.
—El chico rubio que viene por allá, cerca del árbol más grande. Junto a las mesas.— Señalé discretamente.
—Oh, ya, ya lo vi.— Valery levantó su mano para saludarlo. Me sorprendió que lo viera tan rápido, se había quitado sus anteojos al salir de clase y le costaba un poco distinguir a la gente que estaba lejos.
Pero en su lugar, un chico que paso justo detrás de Eddy saludó a mi amiga, pensando que era para él, ya que Eddy sólo se reía de nuestra actitud que solo hacía que los demás nos miren raro. Incluso Mike nos miraba como si no entendiera la situación.
—Bien, creo que mejor los dejamos solos— Mike me dijo, encogiéndose de hombros aun con una expresión confundida en su rostro.
—Sí, creo que sí.— Mi amiga asintió, siguiéndolo. —¡Nos vemos después!... Mike, el chico aun no llegaba, que grosero.— Escuché que ella le susurró al chico.
—Por eso mismo— le respondió. Vaya que tenía unos amigos muy discretos. No entendí a que se referían pero no me importó.
Cuando Eddy llego junto a mí, ellos ya se habían ido.
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—¿Por qué no quisiste saludar a mis amigos?— No pude seguir evitando ese tema, el ambiente en el auto se sentía asfixiante cada minuto que pasaba que hasta yo me sentía en la necesidad de cortarlo rompiendo el silencio.
Ya íbamos en camino hacia la estación de autobuses. Por fortuna no quedaba tan lejos.
Debí haber avisado que venía hacia acá. Valery quizás hubiera sido la persona perfecta. No sabía que podría pasar.
Eddy sólo me miró curvando su boca en una sonrisa ladina. —¿Por qué debí haberlo hecho? Tú dijiste que pasara lo más desapercibido posible. Además tengo una ligera sospecha que te habría avergonzado que te vieran conmigo.— Volvió su vista hacia la carretera que se llenaba cada vez mas de enormes y modernos edificios.
—¡Jamás dije eso!— El pobre chico había sonado como si realmente eso lo habría herido. —Oye, lo siento... No queria que sonara así, es sólo que no sé qué sucede contigo. No me has dicho la verdad sobre ti y comienzas a asustarme.
Ahora si su mirada de asombro causado por la ciudad cambio drásticamente a una de enojo.
Quizás no debí abrir la boca si apreciaba mi vida... pero es que ni yo estaba segura de esto.
—¡AHORA ESCUCHAME TU A MI!— Me encogí en mi lugar, nunca había estado en una situación así. Quería comenzar a llorar. Siempre había sido tan sensible e idiota, que me intimidaba por cualquier cosa. Al parecer él lo notó, tomó un gran suspiro cerrando los ojos. —Perdon Dinah, no quería ponerme así, es sólo que... yo también estoy asustado. No sé dónde estoy.— Fruncí el ceño, tal vez no lo decía literalmente. —Es decir, sé que estamos en Mistreal, la gran ciudad que siempre quise visitar. Mi padre siempre habla de ella y sobre Sunland. Pero no sé cómo terminé aquí Y prefiero que no sepas más, porque esto también es demasiado raro para mí, hay autos, edificios, la forma en que visten y un sin fin de aparatos que jamás había siquiera imaginado...