Durante lo que resto del viaje, no volvimos a cruzar a palabra. La extraña confesión de Eddy, aunque respondía algunas dudas que tenía, en realidad ahora creaba más. Pero prefería ya no intervenir en ese tema, como él decía, ya sólo llegaríamos a la estación, abordaría su autobús y jamás volvería a saber de él.
Y eso era lo mejor, olvidar esto y hacer como que nunca pasó.
Al llegar a nuestro destino, ambos bajamos y juntos buscamos la taquilla. El viaje a Sunland era bastante rápido, dos horas y media y llegabas al gran puerto. Las personas preferían ir en sus propios vehículos para evitar más gastos, mas yo no podría haberlo llevado ahora mismo; el miedo también me impedía hacerlo, no lo conocía.
Rápidamente Eddy y yo nos encontramos en la fila de la taquilla. Le compré un boleto hacia allá, pero claro, muchas personas iban y venían todos los días al puerto por sus trabajos, eso aumentaba el tráfico y los autobuses se quedaban atrapados en la carretera. Por lo tanto, estaban saliendo cada media hora, debido a la falta de estos en ese momento.
A él no le molestó, ya había esperado más tiempo antes, así que media hora no le pareció tanto. Ambos nos sentamos uno junto al otro en la sala de espera, sin romper el silencio más que para decir algo referente al viaje.
Mientras esperábamos que el tiempo pasará, saqué mi teléfono intentando pasar el rato. Me incliné un poco hacia Eddy (que sólo miraba a las personas con el ceño fruncido en clara confusión) por si quería ver las tonterías que publicaban en las redes sociales, pero él se sorprendió tanto de esto, y al darse cuenta de que la mayoría de la gente tenía uno igual, se levantó rápidamente más extrañado de lo que estaba y caminó aceleradamente hacia el baño.
Sólo lo seguí con la mirada igual de confundida que él.
De repente, alguien se sentó junto a mí, supuse que era Eddy así que no le di importancia.
—Eddy ya casi es la hora— le avisé cuando me percaté de la hora en mi teléfono.
—Disculpe señorita... No soy Eddy— la voz de un hombre mayor me sorprendió. —No sabía que estaba ocupado, cuando llegue no había nadie.— Se disculpó riendo un poco, aligerando el ambiente. En seguida se puso de pie.
—No se preocupe. Quédese allí. Ya casi nos vamos.— Él asintió, volviendo a sentarse. Mientras yo no dejaba de buscar al chico con la mirada.
—¿Se va de vacaciones con su novio?— el hombre preguntó viendo que mi acompañante no se aparecía y ya casi era hora.
Sólo había ido al baño, no podía haberse tardado tanto y estábamos cerca de estos. Además, no iba a ir a meterme ahí a buscarlo.
—No, no, un amigo...— le sonreí sin ganas sólo aclarando una cosa. Me estaba poniendo nerviosa, seguía sin poder entablar rápidamente una conversación con desconocidos.
—Pasajeros con destino a Sunland, le informamos que el autobús saldrá en cinco minutos— se escuchó la voz de la operadora en los altavoces.
Tenía que encontrar a Eddy.
No quería ir hacia los baños de hombres, seguro pensaban que estaría espiándolos como una depravada.
El hombre de cabello blanco junto a mí sólo miraba como cada minuto veía el reloj y luego hacia donde mi ahora supuesto amigo se había ido.
—¿Quieres que vaya a buscarlo por ti?— se ofreció, no pude haber estado más aliviada.
—¡Sí, sí, por favor!— le pedí a aquel hombre. Ambos nos levantamos de nuestro lugar y nos dirigimos hacia allá.
Él entró en los baños, en cuánto le di una breve descripción de Eddy y su nombre. Desde afuera escuché como él gritaba su nombre y les preguntaba a los hombres que estaban ahí dentro si habían visto a un chico con esas características.
¿Dónde se habría metido, entonces?
Aquel amable señor salió minutos después y me sonrió apenado.
—Creo que su amigo no está aquí.— En seguida miró su reloj. —Mi autobús está por salir, lo siento...
—Entiendo, muchas gracias por ayudarme.— Asintió y se fue. El autobús de Eddy también estaba a punto de irse y yo no lo encontraba.
Al autobús no pudo haberse ido, yo tenía su boleto y no podía pasar sin él. No conoce este lugar, quizá pudo perderse, pero lo dudo. En estos momentos hubiera estado agradecida de que él tuviera un teléfono.
Me acerqué a dónde estaban todos los autobuses listos para salir. Con suerte y ya estaba por ahí.
—¡Señorita, ¿va a subir o no?!— un guardia me gritó, señalando hacia el autobús que decía Sunland. Negué con la cabeza.
Eddy no estaba ahí, no podía haber abordado sin él boleto. O seguramente me mintió y sí traía dinero y compró el boleto hacia su verdadero destino.
Eché un último vistazo por el lugar en caso de que el si se hubiera perdiendo dando una vuelta por ahí. Pero no había rastro de él, nadie lo había visto, las personas me aseguraban no haber visto un chico vestido así.
Salí del lugar ahora probando suerte afuera, pudo haberse salido a tomar un poco de aire. De la misma forma, no lo encontré.
Me dirigí hacia mi auto ya sin la esperanza de encontrarlo y más extrañada que nadie. Ese chico no podría haber desaparecido así como si nada ¿o sí? Aunque así fue como apareció.