Apenas estuvimos a cuántos metros de la casa, observé que el coche de mis papás estaba aparcado en la entrada. Lo cual era extraño porque mamá tendría que haber llegado hace un par de horas y jamás lo dejaba ahí, siempre lo devolvía a su lugar habitual.
Quizás saldrían a alguna parte. Pensé.
Eddy no entendía nada de la situación, iba tan absorto en sus pensamientos que preferí no interrumpirlo, el pobre chico ya debe estar hecho un lío con sus propios problemas como para compartirle los míos. No había dicho palabra alguna desde que salimos de la estación de autobuses y atreverme a cuestionarlo me parecía un tanto grosero. Si él solo se abrió a mí para contarme superficialmente lo que pasaba, no tenía por qué presionarlo.
Yo misma sabía que exteriorizar lo que te pasa era muy complicado.
Estacioné mi auto junto al de mis padres. No importaba el hecho de que estuviera obstruyendo parte de la carretera, casi nunca pasaba algún auto por la antigua carretera a Mistreal. Y tampoco creía que a los trabajadores que se encontraban en el campo frente a la casa les molestara mi auto. Bajé rápidamente un poco asustada, haciéndole una señal con la mano a Eddy para que me siguiera, al parecer se sintió un poco intimidado porque tendría que encontrarse con mis padres.
En cuanto llegue a la puerta, esta se abrió encontrándome a mis padres del otro lado. El chico rubio sólo se quedó detrás de mí, mirándolos. Seguramente por su mirada de terror y nerviosismo pensaba que contaría toda la verdad y lo tomarían por un loco, llevándolo a alguna institución mental.
—¿Mamá, papá? ¿Qué sucede?— Miré a uno y luego a otro, al ver que ambos ya iban de salida y no me refería hacia al campo, donde solían pasear para supervisar a los empleados, pues papá llevaba una mochila y mamá su bolso.
—La tía Kate...— papá comenzó a hablar después de unos segundos. Hacía mucho tiempo no sabíamos de ella y volver a escuchar su nombre me estremeció, si le había pasado algo malo no estaba preparada.
—La encontraron... En una situación algo extraña— mamá completó. A lo que yo sólo fruncí el ceño, ¿Qué podría haber hecho la tía Kate? Siempre ha sido una mujer liberal, sí, pero jamás dañaria a alguien o algo. —La llevaron al hospital. El hospital psiquiátrico de Sunland— ella sonrió con tristeza.
Quería decir algo, pero nunca tenía alguna frase buena en esos momentos.
—Iremos a verla, debe ser alguna simple extraña conducta de tu tía y se confundieron— mi padre rio, el conocía bien a su hermana menor.
Yo no conviví mucho con ella, sólo cuando en ocasiones íbamos a visitarla. Ella me contaba infinidad de historias inimaginables y sobre todo acerca de sus amigos. Las mismas historias que a ella le contaba su padre, mi abuelo. Papa decía que no creyera todas, sin embargo algo me decía que ella no las inventaba solamente.
—¡Regresamos más tarde!— Mamá me saco de mis lindos, pero extraños recuerdos rodeándome con sus brazos. —Bueno, si todo resulta ser un error. Si no, vuelvo yo, no puedo faltar en el jardín de niños, apenas conseguí ese empleo— sonrio satisfecha.
—¿Y papá?— pregunté dudosa.
—Me quedaré hasta que la pueda traer.— Asintió.
Hasta ese momento había olvidado que Eddy estaba ahí con nosotros. Y si yo lo olvide, seguro ellos ni lo notaron. Lo busqué con la mirada, seguía junto a mí, pero se había alejado un poco ocultándose de la vista de mis padres, que aún no salían completamente de la casa.
Ambos salieron enseguida de despedirse de mí, no sin antes darme indicaciones y advertencias como si todavía fuera una niña.
—¡Mamá, papá!— Los detuve rápidamente, tenía que informales sobre Eddy. Me miraron confundidos por tan repentina actitud.
—¿Qué sucede?— dijeron los dos al unísono.
—¿Recuerdan al chico que les conté en la mañana?— asintieron, extrañados. Seguramente imaginando todo menos lo que verdaderamente era. —Mi amigo tiene un pequeño problema y necesita...— Antes de continuar lo mire haciéndole una seña para que se acercara. Jamás llevaba chicos a la casa y menos para pedir ese tipo de favores.
Los dos giraron la vista en dirección a Eddy, que estaba ahora junto a mí, notándose cada vez más extrañados si es que eso era posible. Haciendo que el pobre chico se sintiera más nervioso de lo que estaba.
—Dinah, hija. No entiendo que está pasando— papá habló, mirando a mamá y en seguida a mí. —No entendemos, de hecho.— Acarició mi hombro levemente, intentando darme apoyo. —No sabemos el problema que tenga, pero si tu amigo te necesita... ofrécele tu ayuda. Tenemos problemas familiares... Te prometemos que cuando volvamos nos cuentas el problema y hacemos lo posible por ayudarlo— sonrió tímidamente, al igual que mamá.
—Tenemos que ir por tu tía, Dinah. Lo sentimos. Los empleados se van en un rato, cualquier cosa me llamas o a Rachel.— Mamá me dio un beso en la frente y seguida por papá juntos se dirigieron al coche, despidiéndose sacudiendo su mano.
Se marcharon así sin más, sin decir nada sobre Eddy o dirigirle la palabra. No habían mencionado algo sobre su presencia, no lo miraron realmente. Habían hecho como si el no estuviera junto a mí en ese momento. Como si el chico fuese invisible.