El parque central de Mistreal era un digno paisaje de admirar, se podría decir que contábamos con una de las maravillas del país, seguida de las playas increíblemente azules y arenas blancas. Sin embargo en la ciudad de Eddy, la arena era de un leve tono gris que con la luz del sol la hacía brillar, éstas le daban el nombre de Puerto Plata.
Y él estaba encantado con el gran lago que desembocaba en el océano, en la capital. Desde pequeño él únicamente solía ver las aguas del mar, así que un lago le era impresionante, puesto que éste permanecía en calma (que se trasmitía a cualquiera que paseara a sus alrededores) rodeado por un pequeño bosque lleno de vegetación. Por eso miles de personas lo visitan al año.
—Esto es mucho mejor que el mercadillo moderno— comentó, realmente más entusiasmado que en el centro comercial.
—Será porque esto aún no ha sido totalmente tocado por la tecnología.
—¡Mucho mejor! El color de la naturaleza es mejor que la infinidad de colores artificiales de las pantallas— dijo esto abrazando a un árbol. Sí, quizás estaba exagerando un poquito.
Por suerte, nos habíamos adentrado en el bosquecillo, donde no se veían personas, así pude reír sin problema alguno. Aun así no me quité los auriculares. Y sin pena tomé algunas fotografías e inclusive algunas selfies, algo que hace meses no hubiera hecho.
—¿Qué estás haciendo?— Eddy me miró extrañado.
—Sólo tomo unas fotografías.— Me encogí de hombros. A veces olvidaba que literalmente el chico vivía en el siglo pasado.
—¿Eso también toma fotografías?— Se soltó del árbol y se acercó a mí. En ese momento, lo enfoque a él esperando que la lente de la cámara pudiera captarlo y podríamos pedir ayuda a alguien más sin que se me juzgara de loca.
—¡Por supuesto! Tiene muchas funciones, ya te lo había mencionado.
Pero, mientas yo veía a Eddy frente al teléfono, la cámara no se percataba de él.
—Son demasiadas que las olvido— rio, observando seguramente mi ceño fruncido hacia el teléfono.
—Ni la cámara puede verte— reí, con un deje de tristeza.
—Tal vez sólo funcionan en personas de esta época.— Su risa llenaba el vacío de mi respuesta. Realmente no entendía porque nadie más podía verlo. —así que no podremos tomarnos una fotografía juntos de recuerdo, pero el paisaje es más lindo.— Señaló con las manos a nuestro alrededor.
—No creo que tanto como tú— dije sin pensar, buscando a mí alrededor un lugar para continuar con lo que hacía.
Y en ese momento no me había percatado de dos cosas: Uno, le había dicho que me parecía lindo sin pensarlo. Y dos, a unos cuantos metros de nosotros se encontraba un grupo de amigos, pero no cualquier grupo de amigos, sino el de Deborah Clemmings.
Fijé mi mirada en ellos sin querer, esperando que no nos hayan visto, bueno a mí realmente. El chico por fortuna pareció no notar lo que dije, pero sí a quien estaba mirando. O tal vez yo no supe como reaccionó porque todo se detuvo al verla.
—¿A quién miras?— también fijó su mirada hacia ellos.
—Ah-ah una vieja amiga, no es nada.— Me giré hacia él. —Deberíamos irnos de aquí.— Tomé su brazo delicadamente para alejarnos de ahí.
—Deberías saludarla— sonrió amablemente a lo que yo negué rápidamente. —Porque viene para acá.
Sus palabras fueron como un bote de agua fría siendo vertido sobre mí.
—¡Dinah, Dinah! ¡Pero qué casualidad encontrarte aquí!— su voz siempre había sido muy dulce, pero con un tono de notorio sarcasmo. No tuve más opción que girarme en su dirección, después de todo Eddy no podría salvarme y salir huyendo sería lo más ridículo.
—Ho-hola.— Esta chica siempre me ponía nerviosa a pesar de que pasara el tiempo. Su belleza me parecía fuera de este mundo, con su cabello rojo y los ojos castaños más lindos que alguna vez había visto. Cada vez que la veía moría por besarla y acariciar su piel de porcelana. No obstante, su belleza física no contrastaba con su interior.
—¿Qué haces aquí?— el sarcasmo se mezclaba con su tono dulce. Eddy permaneció simplemente detrás de mí, cualquier cosa que dijera o hiciera solo yo lo podría ver.
—Sólo-sólo vine a tomar algunas fotos, yo no sabía que estabas aquí.
—¿Segura? Porque mi NOVIO me dijo que estabas apuntando tu teléfono hacia nosotros?— Busqué con la mirada a su grupo de amigos, que ahora estaba a unos cuantos metros detrás de ella. Negué rápidamente, ni siquiera me había percatado que había gente cerca de nosotros. —¿Qué estás escuchando?— Tomó un auricular, acercándolo a su oído. —¡Qué extraño, no estas escuchando nada!— Y en un movimiento rápido me quitó mi teléfono.
Para mi mala suerte éste no estaba bloqueado y pudo observar que efectivamente el reproductor de música ni siquiera estaba encendido. Y en su lugar sólo estaba la cámara encendida, hice un amago por quitarle mi teléfono pero me empujó. Era tan patética, que ni defenderme sabía.
Unos cuantos clics y estuvo viendo las fotos recientes que había tomado. No era algo que le importara, pero ella al parecer era la que estaba obsesionada con eso.
—Veo que aún no me has tomado fotos que raro— exclamó sin dejar el tono sarcástico.