Intruso silencioso

Capítulo 12. Descubrimientos

El fin de semana se había pasado tan rápido, podía catalogar ese fin de semana como uno de los mejores. Quizás no había hecho algo impresionante, pero haber pasado los días con Eddy fueron bastante increíbles para mí. No era como un fin de semana con tu novio, nunca había tenido uno, pero se sentía así, algo estaba haciéndome sentir muy cómoda a su lado.

—¿Y entonces, cuando salgas de clases iremos a la biblioteca?― Eddy preguntó cuando el auto se detuvo en el estacionamiento de la universidad. El domingo lo pasamos buscando en internet acerca de viajes en el tiempo y sobre el barco de su padre: El Eros. Pero en internet no encontramos nada acerca de él. Si existió hace cien años, debía haber registros y más si solía ser muy popular como contaba Eddy.

—Sí, puedes quedarte donde quieras. Sabes que nadie te verá.— Le respondí cuando bajamos del auto, tratando de usar un tono casual, pero seguía siendo un poco triste. Él asintió.

Solía ir normalmente a clases en el auto de mamá, pero esta ocasión fue la excepción ya que Eddy vendría conmigo. Entonces tuve que contarle a mamá la verdad a medias, sobre que iría a la biblioteca para investigar algo, por ende, no podía regresar a casa con ella y necesitaba irme en mi auto.

Ambos nos perdimos en el edificio. Le ofrecí que entrara conmigo a la clase, pero se negó, no quería distraerme, así que más tarde nos reencontraríamos en la entrada principal, para efectivamente ir a la biblioteca de Mistreal. Probablemente ahí había algunos registros de barcos.

—¿Por qué no me respondiste en todo el fin de semana?— En cuanto llegué al salón de clases y me senté junto a ella, Valery se quejó.

—No escuché mi teléfono.— Esa mentira sonaba muy estúpida, pero no se me ocurrió algo mejor.

—Pero te deje muchos mensajes, no sabía sobre qué hacer mi ensayo.

—Lo siento, estuve haciendo el mío. Además no era tan difícil.— sonreí inconscientemente. Eddy me ayudó a terminar mi ensayo sobre los cambios que había tenido la sociedad de Akeo. Tener viviendo en casa un chico que vivió en una época pasada, tenía ciertas ventajas.

El profesor había entrado en ese momento, dejando a mi amiga sin poder replicar, sin embargo no me di cuenta de ello, mis pensamientos fueron más allá de eso. A la noche donde vimos películas.

Flashback

Después de quedarme dormida viendo la película que Eddy tanto suplicó ver, no supe más hasta la mañana siguiente:

Un suave golpe en la puerta me despertó. Pensé en la posibilidad de que se trataba de Eddy porque quizá durmió en su habitación. No me moví de mi lugar, esperando que entrara, además estaba muy cómoda.

—Dinah, ¿Ya estás despierta?— Entre sueños escuché la voz de mamá.

Mamá. Ella estaba del otro lado, no Eddy.

Me levanté de golpe, confundida. Mi mirada buscó al chico por todos lados, hasta que me di cuenta que él dormía plácidamente junto a mí y que había usado su hombro como almohada.

—Eddy, mamá está afuera— susurré, esperando que despertara.

Comencé a alarmarme, había pasado la noche con un chico y estaba en mi cama. De repente escuché como ella comenzó a abrir la puerta y mi única idea fue esconderme debajo de las cobijas.

Sus pasos por toda la habitación se escucharon, deteniéndose unos segundos frente a la cama.

—Hija, sé que estás despierta.

Abrí exageradamente los ojos, respirando hondo y saliendo de mi escondite lo más tranquila que pude.

—Buenos días, ma'— una risita salió de mis labios, en un claro signo de nerviosismo. Miré de reojo a Eddy, pero éste ni se inmutaba.

Sí, estaba haciendo el papel de mi vida, porque había olvidado que nadie podía verlo.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan rara?— se cruzó de brazos, alzando ambas cejas. —¿Será por esto?— Ni siquiera me había percatado de lo que traía en sus manos. Así que, sacudió en el aire la camisa que Eddy traía puesta ayer, la nueva.

—Nada... Estoy... Bien.— Inconscientemente le lancé las cobijas y almohadas encima de Eddy. Notándose más extraña mi actitud.

—¿Qué escondes?— Se acercó vacilante hacia la cama, dudando en si debía remover las cosas o no.

—Nada— sonreí.

—¿Tiene que ver con el hecho de que compraste ropa de hombre?

—No-no, no es para mí, mamá... Yo-yo se la guardaré a Valery, se la regalará a su novio, pero no quiere llevarla a su casa, porque sus hermanos se la quitarían.― La mentira salió tan natural, ya me estaba acostumbrado a hacerlo.

—¿No será un regalo, mmh... Para un amigo tuyo?― sonrió ampliamente, insinuando otra cosa.

—¡No, nada de eso!— Era verdad, pero Eddy técnicamente no existía para nadie más en esta época, así que no podía decir la verdad.

—Estas bastante rara últimamente.― Dejó la camisa que sostenía en la cama y dio media vuelta para salir de la habitación con una sonrisita en los labios. —¡Te esperamos abajo para desayunar!― Escuché que gritó y yo solté un suspiro de alivio.

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