¿Una muñeca diabólica?
Me imagino que ya habrás visto CHUCKY EL MUÑECO DIABÓLICO, pues esta historia que me la contó un muy buen amigo mío, se le parece mucho a la de la película.
Cuenta él (mi amigo) que tenía una vecina, una chica de más o menos 25 años, no recuerdo su nombre (la llamaremos Brenda). Brenda tenía una preciosa hija, una niña de aproximadamente 2 años, a la cual amaba y cuidaba como a su propia vida. El padre las había abandonado al saber del embarazo, pero esto no impidió que salieran adelante. Brenda trabajaba en un banco de reconocido prestigio aquí en mi país, siendo una de las mejores ejecutivas, a tal punto que empezó a ascender rápidamente y llegó a ser la Subgerente de aquel banco. Algo que trajo como consecuencia los celos y envidias de las demás ejecutivas, entre ellas la mejor "amiga" de Brenda, desde siempre habían sido amigas, se podría decir que eran como uña y carne, es decir inseparables, pero el éxito de una vino a despertar resentimientos y odios ocultos en la otra.
Un día Lunes por la mañana (un día anterior al cumpleaños de la baby de Brenda), como todos los días Brenda se encontraba en su oficina, cuando esta amiga entró y empezaron a conversar sobre los arreglos de la fiesta de cumpleaños que se realizaría al día siguiente, Brenda muy emocionada pensaba como agasajaría a su pequeña.
Sin embargo ese día acontecería algo maligno y peligroso. Era ya Martes por la tarde, el ambiente era festivo, alegre e infantil, lleno de globos, dulces, y pastel. En realidad eran muy pocos los invitados, la mayoría familiares y amigos entre ellos esta loba vestida de oveja.
Llegó la hora de abrir los obsequios y la mayoría eran juguetes, camisitas, falditas, zapatitos... en fin, todo lo que utiliza una niña de 2 años. Entre los juguetes se encontraba esta hermosa muñeca: Ojos azules, pelo rubio, vestidito azul. ¿Adivinen de quién era el obsequio? Exactamente era de esta mujer, quien había planeado algo horrible para dañar a Brenda y su hija.
La pesadilla comenzó esa misma noche. Era medianoche y la niña comenzó a llorar. Brenda, alertada, se levantó a ver qué pasaba, entró al cuarto de la nena y se acercó a su camita. Al no ver el motivo por el cual la niña lloraba, se quedó con ella, hasta quedar nuevamente dormida. A la mañana siguiente la niña amaneció con moretes en los brazos y piernas. Brenda, preocupada, no fue a trabajar y llevó a la niña al médico. El doctor le dijo que esos moretones eran producto de golpes fuertes, y le preguntó a Brenda si su pequeña se había caído de la cama o golpeado con algún objeto. Ella le contestó que no, que prácticamente su madre la cuidaba todo el día, mientras ella trabajaba en el banco. El médico le aconsejó que observara muy bien a la nena, para que no siguiera sufriendo más golpes.
Brenda le comentó este suceso a su "amiga", y ésta con una reacción hipócrita le expresó su tristeza por lo sucedido, pero en su interior se gozaba pues ella bien sabía el mal que había provocado.
Esa noche volvió a suceder algo, a la medianoche la nena lloraba y gritaba, Brenda nuevemente alarmada se levantó para ver qué le sucedía ahora a la niña. Entró a su cuarto y observó que la niña estaba descubierta, la cubrió nuevamente y se quedó con ella, toda la noche. Al día siguiente la nena volvió a amanecer con moretones, pero ahora había algo más: Brenda descubrió pequeñas mordidas en todo el cuerpecito y algunas eran muy profundas. Esto empezó a asustar a Brenda y se lo comentó a su madre. La señora muy extrañada se preocupó, (la madre de Brenda era de esas señoras que creían en maleficios y brujerías), por lo tanto la madre de Brenda se fue inmediatamente a consultar con uno de esos médium (brujos), para saber de una vez por todas qué sucedía, -todo esto, claro, sin el consentimiento de Brenda-.
A todo esto Brenda muy preocupada, y su querida "amiga" se gozaba más y más en su interior. Pasaron los días y la pobre nena no había noche que no fuera atacada por alguien o por algo. Brenda, desesperada, lloraba desconsolada por lo que le pasaba a su nena. Cuando su madre llegó la encontró llorando en la cama, y le dijo que había averiguado algo, que la llevaría a descubrir lo que pasaba. Brenda le preguntó que cómo había averiguado y su madre le comentó que había visitado a un brujo para que le dijera qué estaba sucediendo. Brenda más alterada le dijo: ¿Brujería? ¿mi nena está siendo martirizada por un espíritu?. La madre no le quiso comentar mucho, sólo le dijo: Esta noche velaremos y veremos qué es lo que pasa. Así fue se quedaron en el pasillo frente al cuarto de la nena, con la puerta semicerrada, lo suficiente para poder observar dentro de la habitación.
Faltaban 3 minutos para media noche. Todo estaba listo, ellas observaban fijamente a la nena que dormía plácidamente, luego el reloj sonó dando a conocer que era media noche y sucedió algo que dejó perplejas a ambas: observaron cómo aquella muñeca se levantaba de aquel estante en donde estaba, y caminaba hacia la niña.
Brenda y su madre no lo podían creer, ¡era un juguete que tenía vida!, y al instante observaron que aquella muñeca estaba golpeando y mordiendo a la niña. Enseguida la niña comenzó a gritar. Brenda entró corriendo y agarró a la muñeca y la tiró al suelo, la muñeca tenía los ojos rojos como brasas encendidas, y el semblante de la cara era demoníaco. Trataron de capturarla, pero se les escapó por el pasillo y desapareció.
Al día siguiente Brenda y su madre encontraron a la muñeca tirada en el patio de la casa, inmediatamente la quemaron, y pasó algo increíble... en las cenizas se formó el nombre de aquella mujer que había hecho el maleficio. Y Brenda tremendamente afectada, se puso a llorar, no lo podía creer, su mejor amiga había tratado de dañarla. Brenda renunció a su trabajo y se cambió de vecindario junto a su madre e hija.
Meses después sorprendida leía en el periódico que, aquella mujer que se había hecho pasar por su amiga y que le había hecho el maleficio, la habían encontrado muerta colgando de un árbol detrás de su casa, sin saber los motivos de aquel suicidio.
Extraño ¿verdad?
Así que, como diría mi viejo amigo, no confíes ni de tu propia sombra.
Lo que voy a contar ocurrió una noche de Noviembre, hace aproximadamente quince años... Un tío hermano de mi papá viajaba de la ciudad de Durango a la ciudad de Chihuahua, a bordo de un Volkswagen junto con su esposa y un matrimonio amigo.
Eran aproximadamente las dos o tres de la mañana; de pronto, a un lado del camino observaron a un niño como de doce años desnudo, el cual hacía autoestop. Eso les pareció rarísimo, así que decidieron acelerar, y ¡¡¡cuál fue su sorpresa que el chico los seguía corriendo!!!
A pesar de que aceleraban el chico cada vez estaba más y más cerca del automóvil... de pronto, brincó junto a la puerta del chófer, y se pudieron percatar que el supuesto niño tenía en las cuencas de los ojos una luz roja fulgurante, y con la mano, en la cual terminaban unas uñas larguísimas y negras, señalaba el seguro de la puerta, pidiendo que le abriesen...
El hermano de mi madre, que iba al volante, sólo fijó la mirada al frente del camino, pisando al fondo el acelerador; su esposa, que estaba sentada al lado, gritaba y lloraba como desesperada, y el otro matrimonio, tratando de serenarse, cerró los ojos y comenzó a rezar.
Luego de unos diez minutos de haber empezado a orar, mi tío dejó de escuchar los rechinidos en la ventana, así que se animó a voltear, y mayor fue su sorpresa al ver que no había nadie trepado en el alero de la puerta, pero quedaron los rayones en la ventana.
La historia le sucedió a un amigo de mi padre cuando aún era un niño.
El era hijo de militar y muy seguido cambiaban de residencia de un lugar a otro. En esta ocasión y cuando él tenía apenas 10 años se mudaron con toda la familia a vivir a Guanajuato, una ciudad muy típica del interior de la república, dicha ciudad está llena de casas antiguas y callejones solitarios. Alquilaron una casa grande y muy céntrica. Antes aquí las casas las construían de una sola planta, con un jardín en medio y habitaciones separadas, quiero decir que para llegar a cualquier habitación de la casona incluida la cocina se tenía que atravesar por lo que aquí se conoce como patio (que es como un jardín central).
Para no hacer más largo el cuento... una noche el militar y su esposa salieron de noche a un compromiso que tenían y decidieron dejar a los niños solos en la casona, visto que ya eran lo suficientemente grandes para cuidarse solos, pues a media noche a este niño (ahora el amigo de mi padre) se le ocurrió ir a la cocina a prepararse cualquier cosa para matar el hambre que le había empezado a dar y silenciosamente atravesó el jardín y al llegar a la cocina sintió que alguien venía por detrás.
Dice que volteó de inmediato y lo que vió lo dejó paralizado: del área de recámaras venía a toda prisa una mujer flotando con un camisón blanco, la mujer tenía una expresión de pánico en la cara y su camisón (bata de dormir) tenía manchas de sangre.
Él se quedó mudo viendo cómo la mujer se aproximaba aprisa hacia él y justo en el momento que entraría a la cocina la mujer se cayó al piso y la imagen desapareció ante sus ojos. El niño también entró en estado de shock.
Cuando los padres regresaron y lo encontraron en ese estado se preocuparon y al día siguiente empezaron a investigar si en esa casa había sucedido algo anteriormente. Su sorpresa fue mayor cuando se enteraron que efectivamente hacía varios años atrás (cuando la casa era nueva) la habitaba una pareja de esposos; aparentemente el esposo también era militar y salía de viaje seguido. Un día al llegar a la casa sorprendió a la mujer con otro hombre y le disparó hiriéndola. Ella en su desesperación trató de huir y de la recámara principal corrió hasta la cocina con su camisón blanco y justo antes de llegar ahí cayó inconsciente muriendo desangrada.
Dicen los vecinos que este hecho se repetía en la vieja casa cada determinado tiempo, y pues, bueno, ellos se mudaron de ahí de inmediato. Esta historia es completamente real, repito, le sucedió a un buen amigo de mi padre el cual tuvo que tomar terapia muchos años y todavía tiembla cuando tiene que contar lo que le sucedió, es algo que no ha podido superar.
Fin