SELLERS
Esa chica torpe que chocó contra la alta escalera.
Esa chica que rompió mi brazo izquierdo.
Era ella.
—¿Quién es la chica que espera afuera? —preguntó mi padre, mientras esperábamos a un médico.
—No lo sé.
Él rio.
—Parece que te picó fuerte, eh. ¿Acaso mi hijo se enamoró a primera vista de la chica que casi lo mata?
Bufé.
—Claro que no. Solo estoy en shock.
—Ajá… Ella se nota muy preocupada. —Se asomó por la puerta—. Está caminando de un lado a otro, y se muerde las uñas. Ah, ya me vio. Se detuvo. —Movió la mano de un lado, en modo de saludo—. ¡Hola!
Una sonrisa inconsciente se formó en mi rostro. Esa chica era muy extraña, y a la vez era completamente normal. Lucía normal.
¿Alguna vez han sentido que conoces a una persona con tan solo verla? ¿Cómo si fuera muy fácil leerla por solo sus gestos y sonrisas? Así lucía ella en esa tarde de verano. Tan confusa y tan obvia.
Mentiría si dijera que no tenía curiosidad sobre su personalidad. Es decir, me tiró de una escalera y sus ojos me observaron como si quisieran comerme. Se notaba su preocupación… Era muy intrigante.
No le veía nada interesante a plena vista. Parecía completamente normal, con una historia normal y una vida normal, pero nunca sabes qué encontrarás en esos callejones sin salida en donde nadie entra. Y a pesar de querer olvidarla, sus ojos me devoraban en mi mente. Me recordaban a los arcoíris tan brillantes del cielo y las luces que son reflejadas en el agua.
Ordinaria, ¿no?
Era todo menos ordinaria.