Itori: Recuerdos Perdidos

Promesa de Matrimonio

A penas lograba sentir un ligero entumecimiento en mis dedos, una neblina cubría mi mente, escuchaba los gritos de mi mejor amigo como un eco a la distancia, el caos iba en aumento; no podía abrir los ojos así que desconocía la certeza que fue lo que acontecía. El miedo yacía enterrado en mi pecho como una estaca que me impedía tomar el control de mi cuerpo, sin embargo, por breves momentos el dolor me liberada permitiéndome pequeños momentos de lucidez.

—Deje de estorbar mi camino —gruñía una voz masculina.

—Quítese de aquí, viejo decrepito. —respondió una voz femenina muy alterada— Tipos como usted solo nos demoran, al que paso que vamos nos atraparan.

—Eso sería un mejor destino que tenerla de compañía —respondió el hombre en un gruñido.

 La pelea continuó, pero un profundo dolor de cabeza me llevo a un nuevo estado de inconsciencia. Cuando volví abrir los ojos ya era de noche, una manta cubría la mitad de mi cuerpo y apenas me moví sentí pequeñas punzadas provenientes de la paja.

—¿Dónde...?

—Fuera de la Ciudad —Leo se apresuró a contestar.

Desconocía el tiempo que había transcurrido desde la explosión, pero no podía ser tanto para que la mirada en sus ojos se viera tan demacrada. ¿Qué había pasado durante el tiempo que estuve inconsciente?

—Sabes lo preocupado que estaba. ¡Maldición! creí que morirías...

—¿Morir? ¿De qué hablas? — le pregunté con un hilo de voz debido al dolor en mi garganta.

—¿Acaso ya lo olvidaste? Te desplomaste y empezaste a gritar histérica, intenté ayudarte, pero me golpeabas cada vez que me acercaba, creí que podía ser algo relacionado con esos terroristas, algo en el aire, su magia, no lo sé... Entonces ya no despertabas y tuve miedo, luego la ciudad empezó a explotar así que tuve que cargarte y huir.

—Yo no recuerdo nada de eso —dije confundida. Recordaba la explosión y la nube azul, pero todo después de eso era muy difuso.

—¿Qué es este lugar? —pregunté y me incorporé lentamente.

Levanté la mirada y observé a decenas de pequeños grupos esparcidos en todo el campo, a mi alrededor descansaban varias mujeres con niños pequeños, el lugar donde me encontraba era solo un pequeño rincón en un granero.

—Quemaron el puente y la estación de trenes, algunos huyeron en sus autos, pero la mayoría nos agrupamos en pequeños grupos, caminamos durante varias horas, queríamos alejarnos lo máximo posible, pero muchos aquí son ancianos y niños así que decidimos acampar para recobrar fuerzas.

—¿Papá y Mamá? —pregunté angustiada.

­—Todos están bien, se encuentran del otro lado.

Los primeros pasos se sintieron pesados, un mareo me hizo agarrarme con fuerza del brazo de Leo.

—¿A dónde vas? —pregunto preocupado.

—Con mis padres —respondí con obviedad, sin embargo, sentí la tensión en mí amigo tras escuchar mis palabras.

—No creo que esa sea una buena idea, podemos verlos después cuando te sientas mejor.

—Me siento bien, quiero saber si ellos están bien.

Leo permaneció en silencio, frunció los labios como si estuviera debatiéndose en decirme algo.

—¿Paso algo malo? —pregunté. Él negó con la cabeza— Dime dónde están —demandé preocupada por su extraña actitud.

Nuestro camino fue corto, pero se sintió demasiado pesado, tal vez era mi cansancio y el residuo de dolor en mi cuerpo, sin embargo, la indecisión de Leo me tenía preocupada.

Padre dormía recostado en un árbol, parecía tranquilo pese a las ráfagas frías que golpeaban con relativa fuerza, por otro lado, madre se encontraba con la cabeza agachada, por un segundo creí que dormía, pero tan pronto escuchó nuestros pasos acercándose levantó la mirada, su rostro pasó de cansado y molesto a sorpresa y alegría.

—¡Hija mía! ¡Despertaste! Estaba muy preocupada sabías, ¡los dioses son benevolentes! Incluso en tiempos malos nos regalan su bendición.

—Creo que nunca te había visto tan feliz por mí —comenté con incredulidad.

—Pero que cosas dices hija mía —respondió con una gran sonrisa, miró a un lado en dirección a Leo y comentó: Quiero hablar contigo a solas, ven sígueme.

—Tay... —susurro mi amigo con preocupación. Quise preguntarle que ocurría, pero madre tiró de mí sin darme tiempo.

­—Qué ocurre —pregunté con un poco de molestia por su actitud hacia Leo.

—¡Buenas noticias! —exclamó emocionada.

—¿Buenas noticias? Atacaron la ciudad —respondí sintiendo mi grado de molestia elevarse un poco más.

—Si, eso fue horrible, casi me dio un infarto cuando me enteré, todo ocurrió tan rápido. Pero no importa, esta mañana recibí una carta del señor Sabella, ¡vendrá dentro de dos días!

Había ocasiones en las que me costaba entenderla, parecíamos dos personas sin mucho en común, esta era una de ellas. ¿Cómo podía alegrarme por la llegada de un hombre que no quería ver en primer lugar?

—¿La ciudad fue destruida, y en lo único en lo que piensas es en ese hombre?

—Ese hombre es tu prometido, debías de haberte casado con él hace tiempo, pero todo el asunto de esos salvajes asesinos lo retrasó todo, sin embargo, nada de eso importa ahora él vendrá por ti y todo esto terminará.

—¿Y cómo lo hará? ¿Llevará un ejército a detener a los especiales? Creí que lo había dicho suficientes veces, no quiero casarme con ese hombre, es un asesino y tú lo sabes, así que si sientes un poco de amor por mí no deberías de obligarme a hacerlo.

—Aún no lo entiendes, ¿cierto? No tenemos más opciones, si te casas con él te llevará a un lugar seguro, nosotros iríamos contigo, nos alejaríamos de la guerra.

—No quiero hacerlo, prefiero huir por mi cuenta.

—Eres una niña demasiado tonta, mira a tu alrededor, no tenemos nada.

—Entonces lo construiremos desde cero, podemos volver a empezar, si tan solo tú y papá no pelearan tanto sería un poco más fácil —exhalé con frustración.



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En el texto hay: reencarnaciones, drama, promesas

Editado: 29.04.2024

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