Itori: Recuerdos Perdidos

Recuerdos Liberados

El golpeteo de mis latidos resonaba en cada parte de mi cuerpo, sentía una presión en mi garganta que era casi insoportable, fue como si de repente estallará una bomba en mi cabeza y terminara de derrumbar el muro que reprimía mis recuerdos, los fragmentos cayeron sobre mí como una avalancha, creándose una mezcla caótica, era agobiante, doloroso y melancólico, todo al mismo tiempo.

Entonces, algunos recuerdos aislados empezaron a cobrar sentido, iban tejiéndose como la red de una araña, sin embargo, la gran pregunta seguía sin resolverse.

En medio del caos recordé un nombre, Gia Bellum. Me negué a creerlo, ella estaba parada a solo un par de metros de mí. La última vez que nos vimos, hace más de veinte años, sus mechones blancos apenas ocupaban un tercio de su cabello, ahora la mitad de el se encontraba teñido de dicho color; el pasar de los años habían endurecido sus facciones, pero la mirada en sus ojos seguía siendo la misma, solo tal vez un poco más cansada. No podía creerlo, estaba tan conmocionada que ni siquiera reparé en el hecho de que lágrimas rodaban por mis mejillas.

—¿Gia? —pregunté con un hilo de voz.

No volteó a verme, pero tensó la espalda y continuó hablándole al muchacho que atendió a Jay, ignorándome sin mucho disimulo.

—Soy yo, Isalia —insistí.

—¿Qué estás haciendo? —refunfuño Henry, o debería decir Daniel...

—¿Te acuerdas de mí? —continué a pesar de la desesperación que había secuestrado mi voz.

Daniel me tomó del brazo susurrándome para que me mantuviera quieta. Lo cual era imposible para mí en ese momento, algo completamente sorprendente estaba ocurriendo frente a mis ojos, no podía ignorarlo.

—La última vez que nos vimos fue hace más de veinte años, ¿lo recuerdas? —exclamé entre sollozos.

El ambiente se tornó completamente tenso, todos en la tienda detuvieron su mirada en Gia y yo, rebotando de un lado a otro en completo silencio.

—Tengo que meditarlo —dijo dirigiéndose a la mujer que nos había traído al campamento, dicho eso inmediatamente salió del lugar.

—¿Eso es todo lo que dirá?, ¡qué hay de mi hermano! —recriminó Henry— Si eso es todo lo que harán, entonces yo me haré cargo —amenazó firmemente y se agachó para tomar a Jay en sus brazos.

—Espera, no te precipites, yo me haré cargo —dije tomándolo del hombro.

—¿Y qué harás? —preguntó con evidente sarcasmo—. No eres más que una mujer loca. Estoy cansado de ti y de todo esto, solo déjame en paz, conseguiré ayuda para Jay por mi cuenta.

—¡Por qué siempre eres tan testarudo! —exhalé llevándome una mano a la cabeza— Si, sé que no soy la persona más cuerda que conoces, pero hablo en serio. Espérame, yo lo solucionaré.

Corrí tras Gia buscándola entre las tiendas, pero cada vez que preguntaba por ella recibía la misma mirada de desconfianza y se negaban a hablarme o fingían desconocimiento.

—¡Por los dioses! Acaso ahora tienes magia de invisibilidad —reclamé en voz alta.

—Veinte años y sigues siendo la misma niña de antes, si no lo hubiera visto antes no lo habría creído.

—Eres buena escondiéndote —exhalé aliviada—. Entonces, ¿me reconoces?

—¿Isalia Rosette? Aunque la verdad no luces como ella. Te vi morir en una de mis visiones, esto tendría que ser imposible.

—Lo sé, es extraño para mí también, de hecho, acabo de recordarlo todo. ¿Mencionaste que ya lo habías visto?

—Tuve una visión antes de que llegaran, por un momento creí que se trataba de un falso presagio; pero aquí estas, en medio de todo este desastre —dijo con cierta melancolía que terminó en un casi susurro.

—Has cambiado mucho. Yo, nunca...

—¿Nunca creíste que nos volveríamos a ver en esta situación? Con una guerra y del bando de los terroristas.

—No, yo no...

Yo no creo que seas una terrorista, se suponía que eso era lo que tendría que haber dicho, pero las palabras nunca salieron de mi boca. Mientras tanto un conflicto se libraba en mis pensamientos, los recuerdos que tenía con Gia me decían que ella nunca sería capaz de hacer algo malo, pero mis recuerdos de mi nueva vida alegaban todo lo contrario, después de todo había visto los ataques con mis propios ojos.

—Quieres que ayude a tu amigo —dijo ella retomando un tono de voz más relajado.

—¿Puedes hacerlo?

—No, soy un oráculo, mis dones no están relacionados a la curación. Zayr podría, pero aun es inexperto y sus habilidades no serán suficientes.

—Pero, él dijo...

—¿Qué lo llevaran hacia el frente con Azaela? —interrumpió con un pequeño regaño— Si, ella es una bruja competente y experimentada, podría ayudarlo, pero el camino hasta allí es peligroso.

—No importa, lo haremos —respondí confiada.

—No sabes lo que dices —exhortó— el frente de batalla no es un lugar a que puedas tomar a la ligera. A menos que quieras volver a morir.

—Por supuesto que no, no es como si quisiera correr hacia la guerra por voluntad propia, pero Dani... Henry no se detendrá. Yo no puedo dejarlo solo.

—¿Por qué?

—Él y yo estamos conectados de alguna manera en todo esto, no sé por qué, pero lo estamos, por eso no puedo dejarlo solo.

—¡Henry es Daniel! —exclamé emocionada— Te acuerdas de él...

—¿El niño rubio que te seguía a todas partes? —asiento.

—¿Qué fue lo que hiciste? —añadió llevándose una mano a la cabeza.

—No creo que esa sea una buena idea, es peligrosa, casi suicida.

—Correremos el riesgo —expresé determinada.

—Sigues siendo igual de tenaz y testaruda.

Gia terminó por ceder a nuestra petición, no sin antes añadir que tanto Sybel como Zayr nos acompañarían durante el viaje, Sybel era una bruja ilusionista y Zayr un aprendiz de curandero, las habilidades de ambos nos iban a ser útiles en el camino, por lo que no hubo objeciones. Se planeo nuestra partida para el amanecer del día siguiente.



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En el texto hay: reencarnaciones, drama, promesas

Editado: 29.04.2024

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