Capítulo dos: La despedida
3/11/99
Mi hermano ya no estaba, mi hermano se había ido, él me había dicho que siempre estaría a mi lado, pero no fue así... Ahora ya no estaba y eso me dolía demasiado.
La puerta de entrada se abrió de par en par y vi los ojos azules fríos y oscuros de mi padre, fui corriendo para que me abrazara, es más... Me lancé a sus brazos con la esperanza de que me apoye con esta tortura.
Él me vio a los ojos y simplemente siguió derecho caminando sin importarle que estuviera allí, era como si no existiera para él.
Lo seguí con mi mirada, fue corriendo hacia la habitación donde estaba mi hermano, me acerqué y lo vi contra la pared tenía sus ojos cerrados y se mostraba frío y distante, pero pude ver como de sus ojos caían lágrimas, vi que estaba llorando.
Me alejo con el ceño fruncido, me fui directamente hacia mi habitación, cerré la puerta de un portazo y agarré un par de hojas para dibujar, cerré mis ojos por unos minutos y comencé a dibujar un diamante con dos armas atravesadas en él.
Tiré la hoja y me fui a recostar, cerré mis ojos y me hice la dormida ya que no quería hablar con mi padre.
Él entró a la habitación y se sentó a los pies de la cama limpiando sus lágrimas.
—Cariño... Ahora debes estar bien, no debes llorar, eso te hace débil y tú... Tú, no puedes ser débil.
Oí con claridad lo que salía de sus labios, mi ceño se frunció inmediatamente y traté de controlar mis lágrimas ya que eso me haría débil y yo no era débil. Yo era fuerte y capaz de hacer todo lo que yo desee.
—Duerme bien, ten cuidado. No quiero verte llorar, no quiero verte morir...
Se levantó, besó mi frente y me arropó con una sonrisa amplia en su rostro, parecía un robot. No tenía sentimientos, ni uno sólo.
En el momento que sale por la puerta me abrazo fuerte las piernas y me trató de concentrar en algo bueno, algo que me deje soñar algo maravilloso.
Observo atentamente que mi dibujo no se encontraba donde lo había dejado, no podía creer que no esté. Se supone que debería estar allí, nadie entro, sólo mi papá... ¿Para qué querría ese estúpido dibujo? La verdad es que no me importa en lo absoluto, mejor que lo tiré a la basura o que haga lo que quiera con ese papel.
Cerré mis ojos para lograr quedarme dormida, quizás eso me ayude y quizás sea mejor la mañana siguiente. Espero que mi padre haya podido cambiar en esta noche, porque si no lo hace, yo no lo daré otra oportunidad, ya me cansé de toda esa tontería.
Recuerdo las palabras de Ian, y comienzo a llorar, no puedo evitar sentirme completamente mal por lo sucedido anteriormente. Las palabras de mi padre aparecen y limpió mis lágrimas para poder parecer ser fuerte, ser algo que no soy.
4/11/99
A la mañana siguiente todo era diferente o al menos eso es lo que mi mente pensaba, ya estaba despierta hace bastante tiempo desde que papá había llegado a mi habitación, desde aquel momento no dormí más.
Fui directamente a la habitación de Ian con la esperanza de verlo, pero su cuerpo ya no se encontraba allí, vi a lo lejos por la ventana la silueta de mi padre junto con otras personas alrededor de lo que parecía ser una fogata.
Obviamente decidí acercarme, el olor a quemado era demasiado fuerte y extraño, no era ese típico olor de cualquier fogata, era demasiado diferente. Me acerqué aún más a mi padre y abracé con fuerza su pierna.
— ¿Qué haces aquí, Emily? —Preguntó él.
Pude observar como su ceño estaba completamente fruncido, parecía estar demasiado cansado que sería capaz de hacer cualquier cosa que se le pasará por la mente, en esos momentos sentía siempre miedo. No sabía de que era capaz, lo solté con la esperanza de que no me haga daño. Pero de igual manera no sirvió.
Me cargó en brazos y me llevo hasta donde se encontraba mi mamá, me dejó allí y se despidió.
— ¡No! —Exclamé fuertemente.
Traté de bajarme de los brazos de mi madre, pero fue en vano.
No lo logré.
—Papá... —Sollozo con la esperanza de verlo darse la vuelta.
Claramente sólo dio la vuelta y me miro a los ojos, luego siguió con su camino hacia la puerta, cada paso que él daba hacia la puerta mi corazón se rompía aún más. La esperanza se quebraba dentro de mí y ya no había vuelta atrás.
Mi mamá al ver que ya se había ido me soltó con brusquedad y me tomo de los hombros con el ceño fruncido, parecía estar poseída... Era la primera vez que creí que me iba a abrazar, pero no fue así, ella simplemente me dio una bofetada.
No podía creer lo que estaba sucediendo. En ese momento salí corriendo hacia mi habitación y me quedé pensando el porqué de eso.