Jardín secreto

Capítulo 3: Encuentro Inesperado

El sol comenzaba a asomar sus primeros rayos cuando Imara se despertó en su jardín secreto. Miró a su alrededor, buscando a Malik, pero no lo encontró por ningún lado. La sensación de vacío la invadió y, con un suspiro de exhalación, se sentó en una piedra cercana para reflexionar.

Pensó en la noche anterior y en la incomodidad de haber visto a sus padres en un momento tan íntimo. Decidió que no entraría a su habitación, al menos no por ahora. Se levantó con un propósito claro: necesitaba refrescar su mente y calmar sus pensamientos. Se dirigió hacia el río cercano, su refugio personal donde siempre encontraba paz.

Una vez allí, se despojó de toda su ropa, segura de que Malik ya se habría ido. El agua fría del río tenía un efecto tranquilizador en ella. Se sumergió lentamente, dejando que el frío penetrara su piel y despejara su mente. Cerró los ojos, disfrutando del momento de soledad.

De repente, un movimiento en el agua la alertó. Abrió los ojos y vio a Malik, que también se estaba bañando en el río, no muy lejos de ella. Imara sintió el calor subiendo a sus mejillas mientras intentaba cubrirse con el agua.

—¡Malik! —exclamó con sorpresa y un poco de vergüenza—. Pensé que ya te habías ido.

Malik, igualmente sorprendido, se giró hacia ella.

—Lo siento, Imara. No quería asustarte. Me quedé para asegurarme de que estuvieras bien, pero no sabía que vendrías aquí —respondió con sinceridad.

Imara, aún tratando de calmarse, intentó relajarse un poco más.

—Está bien. Solo... no mires, por favor —dijo con una mezcla de timidez y firmeza.

Malik asintió y se giró, dándole la espalda para respetar su privacidad. Ambos permanecieron en silencio por unos minutos, el único sonido era el del agua corriendo suavemente a su alrededor.

Imara, aún tratando de calmarse, decidió aprovechar la oportunidad para conocer más sobre él.

—No te preocupes. Pero tengo algunas preguntas. ¿Hacia dónde te dirigías? ¿Y por qué no traías un caballo, sino que estabas caminando?

Malik, relajándose un poco, respondió:

—Buscaba un lugar donde poder descansar y tal vez encontrar un nuevo comienzo. Perdí a mi caballo en una tormenta hace unos días y desde entonces he estado caminando. Este jardín fue como un oasis en medio del desierto para mí.

Imara asintió, interesada en su historia.

—Entiendo. Este lugar ha sido mi refugio durante mucho tiempo. Es bueno saber que también puede serlo para alguien más, aunque sea solo por una noche.

Ambos permanecieron en silencio por unos momentos, permitiendo que el sonido del agua y la naturaleza los envolviera. La tensión inicial comenzó a disiparse, reemplazada por una extraña sensación de camaradería y confianza.

El encuentro inesperado en el río marcó el inicio de una nueva etapa en sus vidas, donde la curiosidad y la confianza mutua empezaban a florecer en el entorno mágico de su jardín secreto.

Imara, ¿qué hace una joven como tú sola en un jardín secreto, lejos de un castillo? —preguntó, tratando de entender su situación.

Imara suspiró y decidió confiar en él.

—Soy una princesa, Malik. Mis padres me han ocultado aquí para protegerme del mundo exterior. Este jardín es mi refugio, mi escape de la vida que llevo en el castillo.

Malik la miró con asombro, comprendiendo un poco más de su vida y sus circunstancias.

—Debe ser difícil para ti, vivir así —dijo Malik, con una mezcla de comprensión y compasión.

Imara asintió lentamente.

—A veces lo es. Pero este jardín es mi santuario, donde puedo ser yo misma y encontrar paz.

De repente, un escalofrío recorrió el cuerpo de Imara, recordándole la frialdad del agua. No pudo evitar temblar.

—Lo siento, pero el frío es demasiado intenso —dijo Imara, comenzando a salir del agua.

Malik apartó la vista con respeto mientras ella se cubría rápidamente con su ropa.

—Bueno, si alguna vez necesitas compañía o alguien en quien confiar, estaré aquí. Puedes contar conmigo.

Ambos permanecieron en silencio por unos momentos, permitiendo que el sonido del agua y la naturaleza los envolviera. La tensión inicial comenzó a disiparse, reemplazada por una extraña sensación de camaradería y confianza.

El encuentro inesperado en el río marcó el inicio de una nueva etapa en sus vidas, donde la curiosidad y la confianza mutua empezaban a florecer en el entorno mágico de su jardín secreto.




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