Imara decidió mostrarle a Malik más sobre su hogar, llevándolo en un recorrido por el castillo. Durante el recorrido, lo condujo hacia uno de sus lugares favoritos: la biblioteca. La biblioteca era un lugar vasto, lleno de estanterías que llegaban hasta el techo, repletas de libros antiguos y polvorientos, cada uno con su propia historia que contar.
Con emoción, Imara lo tomó de la mano y lo guió hacia una sección particular.
—Siempre he querido leer ese libro —dijo señalando un volumen que estaba en una de las estanterías más altas—, pero está muy alto para alcanzarlo. ¿Podrías ayudarme a traer la escalera?
Malik asintió y trajo la escalera. La colocó cuidadosamente contra la estantería y la sujetó firmemente mientras Imara comenzaba a subir. Imara subió con cuidado, extendiendo la mano hacia el libro. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, su pie resbaló.
Con un grito ahogado, Imara perdió el equilibrio y cayó hacia atrás. Malik reaccionó rápidamente, estirando los brazos y atrapándola antes de que pudiera golpear el suelo. La sostuvo firmemente, sus brazos fuertes protegiéndola del impacto.
Imara se sonrojó profundamente, sintiendo el calor subir a sus mejillas mientras se encontraba tan cerca de él. Su corazón latía con fuerza en su pecho.
—Gracias... —murmuró, mirando a Malik a los ojos.
Malik la admiraba, conmovido por su belleza y la delicadeza de su cabello largo que caía como una cascada de seda. Sus ojos se encontraron y por un momento, el tiempo pareció detenerse.
—De nada, Imara. Siempre estaré aquí para ti —respondió Malik con una sonrisa suave, aún sosteniéndola en sus brazos.
Con cuidado, la ayudó a ponerse de pie de nuevo. Imara se arregló la ropa y trató de calmar sus pensamientos. La cercanía de Malik había despertado en ella sentimientos que apenas comenzaba a comprender.
Finalmente, Malik volvió a subir la escalera y alcanzó el libro por ella, entregándoselo con una sonrisa.
—Aquí tienes, Imara. Espero que disfrutes de la lectura —dijo, entregándole el volumen con cuidado.
Imara tomó el libro y lo abrazó contra su pecho, agradecida y emocionada.
—Gracias, Malik. Este libro es muy especial para mí —respondió, sonriendo.
Ese momento en la biblioteca fortaleció aún más el lazo entre ellos. Ambos sabían que su relación estaba evolucionando y que había algo más profundo y significativo creciendo en sus corazones.