Jason Y Las Bestizas, La Gema Oscura

Capítulo 8

Una vez Dragma levantó al muchacho del suelo y lo colocó sobre uno de sus hombros, recogieron sus armas y reiniciaron la caminata hacia el campamento.

Durante el camino, Jason despertó; los bruscos movimientos sobre el hombro de Dragma lo hicieron abrir los ojos y llevarse la sorpresa de admirar cómo pasaban a través de diferentes tipos de bosques, como si fuera parte de algún tipo de videojuego.

El primero era un bosque de palmeras, con un ambiente muy cálido, lleno de gaviotas y extraños animales, que parecían ser algún tipo de ballena con patas.

Sentía la brisa cálida moviendo su cabello, mientras cruzaban el lugar, hasta que llegaron a otro muro de arbustos, que también llamó su atención.

—¿Otro? —pensó el joven.

A diferencia de su primera experiencia, este muro estaba siendo atravesado con facilidad, gracias a los hachazos de Dragma y Rubra, quienes se abrieron camino entre las ramas.

Al cruzar, entraron al segundo bosque, un lugar blanco, con el piso cubierto de nieve. Un frío bosque de gigantescas secuoyas, que crecieron sobre un risco, solo que tenían un pequeño problema, el lugar estaba infestados de osos blancos, que devoraban alces junto con sus oseznos.

A su encuentro, Jason pensó: «Cada pared de arbustos es una frontera».

Los tuncans se notaban tensos, ellos conocían el lugar; así que apuraron el paso para salir rápido del helado bosque.

De tanto cruzar más y más muros de arbustos, entraron a un bosque de pinos, de clima agradable; era como estar en otoño, pero en un parpadeo empezó a nevar.

—¿Cómo es posible cambiar de clima tan rápido y que no nos afecte la temperatura? —inquirió Jason sobre el hombro de Dragma.

—Mientras no paremos, no seremos parte del bosque —respondió Viggo.

—Entiendo, al no ser parte del bosque, no nos afectará la temperatura —reflexionó Jason.

El asombro en su rostro demostraba cómo el joven comenzaba a entender el funcionamiento de los diferentes ecosistemas dentro de este mágico bosque.

Tras tanto andar llegaron a un pequeño campamento formado por cuatro tiendas de estilo militar; en el centro, una fogata mantenía el lugar caliente y bien iluminado.

Rubra seguía enojada con Jason y no espero mucho para comenzar a reclamarle:

—¡Jason!, ¿qué fue eso que pasó en la tarde? ¡Casi nos matas!

A lo que Jason respondió:

—Rubra, lo siento mucho. La verdad no escuché la advertencia de Dragma, entonces vi ese animal hermoso y me llené de mucha felicidad, necesitaba algo de eso.

Rubra levantando su enorme hacha doble y mirándolo a los ojos furiosa le advirtió:

—¡Si te vuelves a distraer, te voy a cortar la cabeza en dos! ¿Me entendiste? La única razón de que aún sigas con vida es porque creo que nos puedes sacar de este lugar. ¡Que te quede claro, no voy a sacrificar mi vida, tampoco la de mis tuncans para salvar tu culo humano!

El sermón continuó, pero esta vez iba bajando su tono de voz a menos agresiva:

—¡Te recuerdo, niño humano, que aún estamos en guerra, somos enemigos y nosotros servimos a Ragna!

Pero la conversación terminó cuando una voz, proveniente de una de las tiendas, marcada con una cruz roja, agregó:

—¡Y luchamos junto a Valstar!

Esa voz era la del tuncans que faltaba por conocer:

—¡Hola, muchacho! Me llamo Einar y soy el médico del escuadrón.

Su voz suave denotaba con claridad lo educado que estaba este tuncan.

Jason estaba preocupado, durante toda su infancia escuchó sobre las leyendas de los tuncans, las bestias desterradas; ahora le costaba creer que tenía a cuatro de ellos frente a él y que Rubra fuera tan sexi.

Mientras pensaba se decía a sí mismo: «¿Valstar? Volvemos con lo mismo del Valstar ese; eso fue hace veinte años».

Pero el hambre no lo dejaba pensar con claridad, así que no le quedaba más opción que preguntar:

—¿Tienen algo de comer?

—¿Has visto que hemos casado algo? —contestó Rubra.

—¿Dentro de las tiendas no tendrán algo de comida? —insistió el joven. .
—¡¡¡No hay comida!!! —gritó la tuncan con un agresivo tono de voz.

Él volteó su mirada, sabía que ella seguía enojada con él. Jason tenía varios días comiendo muy mal, ya no podía esperar más, por lo que tomó una bolsa de lana que encontró en el piso y se aseguró de avisar a la capitana Rubra que saldría a recolectar.

—¡No vayas muy lejos! —le ordenó Rubra.

Mientras él salía a recoger algunas frutas que vio en el camino, cerca del campamento, Viggo alimentaba la fogata, el ocaso decoraba de naranja este paisaje montañoso en el que se encontraban; la noche está justo encima de ellos. Pronto llegaría la oscuridad y con ella, los peligros del bosque de Black Wood.

Jason seguía recogiendo algunas frutas que le parecían conocidas, como mangos, algún tipo de baya y musgo, mientras esto hacía pensaba: «¿Cómo fue que me metí en este embrollo?».



#1415 en Otros
#85 en Aventura
#871 en Fantasía
#554 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: aventura, suspenso

Editado: 06.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.