Jason Y Las Bestizas, La Gema Oscura

Capítulo 11

En el bosque mágico de Black Wood, Jason y la semiac fueron absorbidos por un agujero de gusano hecho de agua, que los llevaba sin control a través de un espacio oscuro, lleno de pequeñas luces resplandecientes.

Viajaban tan rápido, que las colas de los vórtices que los habían succionado se cruzaban entre sí, casi unificando el cuerpo de los tornados que los mantenían girando, llegando a estar por breves momentos tan cerca el uno del otro, que Jason y la bestiza estuvieron a punto de tocarse las manos, tratando de liberarse de lo que parecían ser trombas marinas.

Pero había mucho más que ver dentro de este limbo vacío en el que viajaban. Era un espacio oscuro, pero al mismo tiempo cubierto de estrellas coloridas que lo decoraban y formaban hermosas constelaciones que se movían y luchaban entre sí mientras seguían su recorrido a través del agujero de gusano. Era como si no hubiera suelo, solo el vacío en la nada, hasta que se toparon con una luz tan brillante al final del túnel que, para no quedar ciegos, tuvieron que cubrirse los ojos con el antebrazo. Todo se volvió oscuro de nuevo y caían en picada sobre lo desconocido.

La primera en recuperarse fue la semiac, quien sin mucho esfuerzo se levantó buscando a Jason para seguir con su misión, pero al probar sus poderes se percató de que estos no funcionaban.

—¿Pero por qué? —preguntó la bestiza, mientras el joven Jason vomitaba todo lo que había comido, tratando de recuperarse de la tremenda sacudida.

Le tomó unos segundos ponerse de pie, el reflejo de un demacrado Jason en el resplandor del agua le recordó lo agotado que estaba y todo lo que había sufrido gracias a estas entidades, por lo que poco a poco su corazón se empezó a llenar de odio y rencor. Él no sabía el daño que todo ese odio le podría causar a su alma pura de adolescente.

—¿Qué pasó? —preguntó Jason—. Todo me da vuelta.

—Estamos en algún tipo de limbo —respondió la bestiza.

Con tono sarcástico, a la vez que sonreía mientras miraba a la bestiza directo a los ojos, mostrando en su mirada un leve grado de prepotencia, Jason se dirigió a ella:

—Veo que no puedes usar tus poderes… Es porque no puedes tocar la tierra; yo conozco tus debilidades.

Los dos se encontraban cerca, de pie uno al lado del otro. Las gotas de agua se escurrían por el largo traje de la semiac y caían sobre un lago oscuro y pantanoso, cerca de un pequeño árbol maltrecho, de tal vez dos metros de alto, que carecía de hojas y crecía en una pequeña isla en medio del lugar.

Poco a poco las estrellas, que iluminaban en el falso cielo, brillaron más fuerte, apartando la oscuridad que les rodeaba y mostrándoles un hermoso paisaje frente a ellos.

—¡Qué raro! —exclamó Jason—, el techo parece ser el oscuro cielo de noche, pero siento que estamos encerrados dentro de algo.

—¡Estamos dentro de un domo! —respondió la bestiza, sin mirar a Jason; ella solo buscaba la manera de salir de ese lugar.

Justo al frente de este par, que aún flotaban sobre el agua sin poder controlar nada de lo que pasaba, el domo empezó a moverse, mientras que tras las sombras se iba revelando una hermosa pirámide dorada con escalones verdes, cubierto de vegetación. Todo el lugar era como una especie de pantano subterráneo con esta hermosa pirámide que sobresalía en el medio.

Pero algo peculiar llamó la atención del joven, parecía ser la figura de una diosa flotando sobre la cima de la pirámide, con los brazos abiertos y un traje que no paraba de ondular.

—Pero ¿de dónde viene esa corriente de aire? —preguntó Jason.

Las luces en el cielo que una vez más se empezaron a mover causaron en ambos una leve distracción, volteando su mirada hacia el techo de lugar, pero cuando volvieron a ver hacia la pirámide una diosa de piel canela, vestida de traje largo cubierto de colores rosados y celestes, ahora flotaba entre los dos.

—Yo sé quién eres, libérame —exigió la bestiza alterada.

Se notaba en su respiración la intranquilidad que le provocaba la presencia de esta diosa.

—Noto la frustración en tu voz —respondió la hermosa diosa y continuó elevando su tono de voz–… ¡Cómo te atreves a penetrar en mi bosque, atacar a mis hijos y causar destrucción en mi casa!

—¡Tengo órdenes! —respondía la semiac—. ¡Esperamos el regreso de tu hermano!

—¡Maldito Valstar! —exclamó la elegante diosa, que aún se mantenía levitando alrededor del par, girando como lo hace la luna alrededor de la Tierra—. ¡Pero no hay receptor que soporte el alma de Valstar!

Los colores pasteles del traje de la diosa cambiaron a tonos más rojizos al igual que su estado de ánimo, algo que notó Jason cuando la diosa se empezó a enojar.

—Ya tenemos el envase, pero tú no lo sabe aún —respondió la bestiza mostrando una sonrisa de seguridad.

La diosa en silencio efectuó un rápido movimiento de manos y la bestiza desapareció del lugar, causando un efecto sobre el agua en la que flotaba, como el de una gota al caer.

Mientras tanto, fuera de Black Wood, la semiac salió expulsada a través de un agujero de gusano, cayendo cerca del mar donde otra entidad oscura esperaba por ella. Una bestiza que sujetaba en su puño un poco de magma humeante, al ver que la semiac salía disparada del Black Wood, apretó el magma entre sus dedos tan fuerte que la roca líquida empezó a escurrirse entre sus nudillos.



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En el texto hay: aventura, suspenso

Editado: 06.08.2024

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