Jason Y Las Bestizas, La Gema Oscura

Capítulo 13

—¡Toma mi mano! —voceaba Gaia estirándose, tratando de llamar la atención del joven que luchaba contra el viento.

El vórtice estaba formado básicamente por agua y una corriente de aire, que juntas arrasaba todo lo que estuviera cerca del embudo de succión, incluyendo el sonido. Esto provocó un gran problema de comunicación dentro del torbellino.

Jason que era de contextura delgada luchaba con todas sus fuerzas dentro del portal, estirando sus brazos para llegar a Gaia, pero la fuerza de la succión los había separado demasiado.

Durante el tiempo que viajaron dentro del portal, Gaia sentía en carne propia el miedo que se reflejaba en los ojos del joven mientras giraban sin control.

—¡Jason! —indicaba Gaia—, evita golpearte contra las paredes porque terminarías atrapado en el cuerpo de agua.

Pero a pesar de lo peligroso del viaje dentro del portal, una abrumadora sensación de seguridad se apoderó de él y lo llenó de tranquilidad. La ilusión de volver a casa lo relajó de tal manera que le hizo abrir los ojos y toparse con la belleza del Black Wood.

—Sé que no es Blúmag —dijo Jason—, pero este lugar me hace sentir más seguro.

La experiencia en el limbo de Valstar, que duró tan solo unos minutos, le había dejado cicatrices en la mente que cambiarían su vida para siempre.

Del otro lado del vórtice, la salida se abrió en el lugar correcto según los cálculos de Gaia. A pesar de que este creaba una brecha entre dimensiones, muy a lo alto dentro de las nubes, sobre el horrible cielo oscuro del limbo de Valstar, del otro lado, los recibía el hermoso bosque de Black Wood, donde el vórtice se abrió a muy corta distancia del suelo, cubierto de pastos verdes y desde donde se observaba al fondo las hermosas praderas de Black Wood.

Con la misma fuerza con la que fue succionado este par, salieron disparados del túnel donde serían recibidos por caras conocidas.

Gaia, con su majestuosa manera de volar, lograría salir del túnel y aterrizar con facilidad al deslizarse sobre el piso, levantando algo de polvo y hojas, a la vez que se acomodaba su hermoso traje verde olivo con una notable elegancia, digna de una dama.

Jason, más atrás, sería atrapado por su buen amigo Dragma, quien, al ver ese extraño portal abrirse sobre el suelo, se detuvo tomando una postura defensiva con su hacha de frente.

El enorme tuncan, sorprendido de ver cómo su amigo salió disparado de ese portal, efectúo un rápido movimiento, provocando que el suelo bajo sus pies se hundiera hasta los talones debido a la fuerza de sus pisadas, arrancando pedazos del suelo con finas yerbas incrustadas en cada empuje durante su corrida. En cada paso que daba, Dragma aumentaba la velocidad, los enormes músculos de sus piernas mostraban, fibra por fibra, el poder que tienen estas colosales criaturas.

La velocidad que alcanzó Dragma requirió que frenara con brusquedad, enterrando sus pies hasta las pantorrillas en el suelo, a la vez que sus dientes se apretaron entre sí, mientras luchaba para colocarse justo a tiempo entre Jason y un frondoso árbol tropical lleno de frutos, del cual un agrietado tronco seco, pero robusto, sería el objeto fijo con el que el cuerpo del muchacho se estrellaría mientras volaba sin control.

—¡Te tengo! —exclamó Dragma, celebrando su atrapada y salvando la vida del joven una vez más.

—¡Justo a tiempo! —respondió Jason, con un tono de voz débil.

El tuncan percibió el cansancio en los ojos del joven, pero esto apenas era el comienzo. Justo en el momento en que Jason lograba relajarse un poco, con los ojos a medio cerrar entre los brazos del enorme tuncan, un grito femenino le hizo despertar de un brinco.

—¡Llévatelo ya! —vociferaba desesperada Gaia.

La diosa del bosque luchaba con todas sus fuerzas para cerrar el portal que habían abierto. Las corrientes de aire que salían del vórtice la empujaban haciéndola retroceder algunos pasos, despeinaban su cabello y batían su vestido verde olivo de tal manera que creaban en este ondas que la hacían lucir heroica. Ella no se rendiría, pero estaba claro que Gaia estaba teniendo muchos problemas con el vórtice, que seguía girando sin control.

De pronto, lo inesperado llegó, algo más atravesaba el puente entre mundos, algo espeluznante, seres dotados de una aterradora elegancia que mostraban lo horrible que eran. Desplegaban sus enormes alas al llegar al bosque, era una horda de abominaciones que los perseguía y que ahora entraban a esta dimensión volando sobre Gaia.

—¿Penadores aquí? —dijo la capitana Rubra con tono sorpresivo, mientras trataba de ocultar la preocupación.

Entretanto, docenas de penadores atravesaban el vórtice uno detrás de otro.

—Debo cambiar la dirección de la rotación del vórtice —decía Gaia a sí misma, mientras observaba cómo entraban estas criaturas frente a sus narices.

Así que, con esta nueva estrategia y usando el poder de su alma, Gaia, quien podía controlar todo sobre Black Wood, empezó enfocando su energía, levantó ambos brazos en dirección al embudo del torbellino que giraba frente a ella. Poco a poco, el agua dentro del vórtice comenzó a chocar, salpicando chorros en dirección contraria a las manecillas del reloj, humedeciendo el hermoso cabello negro de la diosa, hasta que logró cerrar el inmenso portal de un solo golpe, tan rápido y sin dar aviso a la horda de penadores que cruzaba en ese momento, descuartizando a varios a la altura del pecho, llevándose brazos, piernas y varias cabezas de un solo corte.



#1415 en Otros
#85 en Aventura
#871 en Fantasía
#554 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: aventura, suspenso

Editado: 06.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.