Jason Y Las Bestizas, La Gema Oscura

Capítulo 19

De vuelta en el mar, Jason aún tenía problemas para respirar. Zegua nadaba con desesperación buscando un lugar donde descansar, hasta que un tipo de muelle abandonado llamó su atención. Era un lugar llano, donde al llegar pudo sentir entre sus dedos cómo la arena bajo del agua le acariciaba la planta de los pies, brindándole alivio y fue ahí donde dejó caer a Jason, a quien ahora llevaba sobre la espalda, pero al caer sobre la arena fría, recién mojada por las suaves olas, Jason comenzó a vomitar, hasta que quedaron rendidos mirando hacia el cielo sobre esta pequeña playa, rodeada de manglares.

—Cayó la noche, Zegua, ¿dónde estamos? —preguntó Jason.

—Estamos en las ruinas de lo que fue algún tipo de muelle que tal vez se usó para pesca; la verdad yo no sé, pero Jason —dijo Zegua— estamos a las afueras de la ciudad, tendremos que bordear la ciudad para llegar a la colina del Triunfo. Además, Roger dice que sabe cómo podemos entrar, pero nos tocará escabullirnos entre los edificios para llegar al castillo, y te recuerdo Jason que los hombres de Bolo nos deben estar buscando por todos lados.

Descalzos, mojados y cansados empezaron a caminar atravesando las veredas entre los edificios de Ubet y en fila india, uno detrás del otro se escondieron bajo las sombras de la noche, pero mientras caminaban, con el sigilo de un guerrero, escuchaban entre las pocas personas que aún celebraban el Día de los Caídos, un grupo de hombres gritar:

—Sigan buscando, no deben estar muy lejos.

—Nos están buscando —dijo Zegua, quien caminaba con sigilo entre los callejones, ocultándose detrás de todo lo que diera sombra.

—Enfócate en llevarme al castillo y deja la paranoia —respondió Jason—. ¿Por qué no logramos ver el castillo de Galastia? —preguntó, como tratando de cambiar el tema y al igual que Zegua él también caminaba agachado con la mano sobre el hombro de su amigo, buscando darle algo de seguridad.

—Jason, la gran ciudad de Ubet funciona como una barrera que protege el castillo de cualquier invasión. La ciudad es un laberinto en la que te pierdes y los edificios fueron hechos con la intención de esconder el castillo y a su reina.

—¡Claro! —exclamó Jason—, si fueras un invasor no sabrías ni cómo llegar a ella, pero tampoco sabrías cómo salir de la ciudad…

—Es como una trampa mortal —agregó Zegua—. Mi padre siempre dijo que algún día ocurría otra guerra está sería entre Galastia y Ullar.

—Sí, tiene mucho sentido, tu padre era un hombre muy inteligente —dijo Jason, algo que hizo que Zegua sintiera orgullo de ser hijo de un centinela.

—Land Castle no puede permanecer separado por mucho tiempo, uno de los dos deberá ser conquistado— dijo Jason

Mientras continuaban caminando entre los pasillos de los edificios, fueron divisados por personas que sabían que Jason y Zegua eran buscados. Se había corrido la voz por todo el bajo mundo.

Al parecer los dos jóvenes no sabían que un grupo de personas los venía siguiendo desde la playa y mientras más avanzaban entre las sombras de las torres, más se incrementaba la cantidad de personas que se unían a esta cacería de brujas.

—¡Se llamaba Fárfala Chow! —exclamó Zegua.

—¿Quién? —preguntó Jason.

—Nunca lo dije, pero es el nombre de mi padre, se llamaba Fárfala Chow y era un gran hombre.

—Estoy seguro de que lo fue —aseguró Jason, quien se detuvo y lo abrazó, hasta que algo sobre los edificios llamó su atención.

»Puedo ver una torre del castillo sobre ese edificio —comentó Jason, señalando una de las edificaciones de ladrillos frente a ellos que les tapaba la vista en su totalidad, pero sobre la cual Jason pudo divisar banderas que ondeaban a lo lejos.

De repente, frente a ellos, uno de los edificios tenía una puerta abierta. Sin avisar, Zegua se adentró a la oscura edificación, empujando a Jason con fuerza y perdiéndose ambos en el oscuro lugar.

—Escóndete —le ordenó Zegua—, este lugar está abandonado, además nos están siguiendo.

Jason, molesto por la manera brusca con la que Zegua lo había empujado, le iba a reclamar, pero fue silenciado por Zegua, quien tapándole la boca con la mano le dijo:

—Cierra el pico, están muy cerca.

Justo en ese momento, pero afuera del edificio, se escuchó a varios hombres discutiendo.

—¡Idiota, los perdiste! —reclamó uno de los hombres.

—Entonces búscalo tú, imbécil —respondió el otro.

De pronto escucharon una tercera voz conocida.

—Imbéciles, encuéntrenlos, Bolo está pagando recompensa por ellos, los quiere muertos; ambos muchachos saben mucho sobre los negocios del patrón.

—Esa es la voz del capataz, ¿lo escuchaste, Jason? —le preguntó en voz baja Zegua.

A lo que Jason respondió abriendo los ojos más de lo normal y moviendo la cabeza de arriba abajo para afirmar que sí entendía lo que decía, aunque Zegua aún le tenía la boca tapada.

Al cabo de un rato, los malandros se marcharon.

—Tenemos que seguir buscando —manifestó uno que parecía ser el más inteligente.

—Jason, estamos muy cerca del castillo, voy a contar hasta tres, cuando diga tres, vamos a salir y vamos a girar a la derecha y correremos recto durante seis cuadras, no te detengas por nada.



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En el texto hay: aventura, suspenso

Editado: 06.08.2024

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