Jen|| Si Te Atreves

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DRAMA EXISTENCIAL

Unstoppable - Sia

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Finales del septiembre del 2018…

 

¿Cuándo acaba esto?

Estan siendo los noventa minutos más largos de mi vida.

El balón está rodando más lento que de costumbre.

El equipo contrario está atacando con una necesidad absurda.

Me encantaría tirar la toalla, hacer un espectáculo sobre esto.

Hacerlo sobre mí de la manera que me encantaría, pero no puedo.

No tengo muchas opciones.

La tribuna está llena de los idiotas de la preparatoria de San Diego, pues estamos de locales y las Changer tienen que ganar.

Estamos iniciando el primeo de los dos campeonatos, y al ser la capitana del equipo de futbol femenil que ha ganado por dos años consecutivos los torneos, sobre mis hombros recae la responsabilidad porque antes de irme a la universidad según todos, a mi mando se debe conseguir el triple campeonato para hacer historia.

La presión, y Jennifer Warner no somos amigas, y el tiro al arco que mando al cielo de manera literal lo confirma.

Es el quinto y contando.

No quiero hacer esta mierda.

Demasiado ojos sobre mi coreando mi nombre, mientras la mascota del equipo, que es un puto armadillo, baila animándonos junto a las porristas, no ayuda.

Esto no es futbol americano, pero nadie puede hacer que el director cambie de idea.

Me paso las manos por la cara sudada, tratando de despejar la mente antes de retroceder y regresar a mi posición.

No es un equipo complicado de vencer.

Desarmo defensas en mi mente haciéndolo un hecho, tengo un equipo de diez, pero yo, que soy la líder, y la mayor artillera no logra hacer un remate decente, estamos lejos de una victoria.

Diez minutos después lo confirmo cuando un contragolpe pone un gol a cero en nuestra contra, y cinco minutos después se acaba el partido con el estadio en un silencio con todas las miradas puestas en mí, mientras me levanto, porque antes del pitazo final he sido barrida hasta el punto de que se me doble el tobillo.

Ni siquiera intento levantarme.

Se lo que me va a decir el entrenador, y no quiero escuchar que lo he hecho del asco.

Miro hacia la tribuna, y un par de reclutadores de equipos universitarios conversan entre sí para darle una última ojeada al campo de juego y después salir del lugar.

Suspiro con pesadez.

—¡Arriba! —la voz del entrenador me hace abrir los ojos —. Tenemos que hablar —me obligo a tomar la mano extendida para levantarme, observando en el proceso como el campo esta casi vacío, a excepción de los recoge pelotas y un par de chicas de nuestro equipo.

—No hay necesidad que me digas mis fallas, te prometo corregirlas y dar todo de mi en el próximo partido —no necesito una reprimenda.

—Sígueme —al parecer no está de humor para darme el espacio que le estoy pidiendo.

Resoplo, pero hago lo que me dice, cruzándome en el camino con nuestra defensa estrella, Artemisia Daniels, alias troncha toro, y su mero alias denota porque se le dice asi.

Es la mejor defensa de california a nivel preparatoria, y no me extrañaría que para el próximo año esté reclutada en las filas de algún quipo europeo.

Arti me palmea el hombro en forma amistosa dándome a entender que seguramente es la única que no está en mi contra, que entiende el día de mierda que estoy teniendo, pero eso no disminuye las consecuencias.

Le sonrió de boca cerrada en agradecimiento, mientras sigo en silencio al entrenador.

Al final de un pasillo largo en el ala este de nuestro estadio se encuentra su oficina llena de trofeos.

Todos siendo ganados desde que decidí unirme en el segundo año de preparatoria.

No es todo mi logro, pero he tenido mucho que ver, por eso no me amonesta en frente de las otras, me respeta y toma en cuenta mi voz, casi siempre.

No me trata como una alumna, si no como una especie de mano derecha.

—¿Qué te ocurrió ahí afuera? Jugaste como la mierda.

—Como me sentía —resopla tirando la gorra que cubría su cabello rubio sobre el escritorio que está al fondo junto con una silla, y un par de muebles que la rodean —. Te pedí que me dejases descansar el segundo tiempo, pero estabas empeñado en no tomarme en cuenta, y esas son las consecuencias —por eso el casi.

—¿Entonces tu juego de mierda es todo por un capricho, niñata mimada? —medio cojeando me acerco hasta estrellar las palmas sobre el escritorio, retándolo.

—Si vas a formar un juicio apresurado en vez de preguntarme, no tenemos nada de qué hablar Ryan —sé que no debería estarle hablando asi, pero al ser apenas un universitario recién graduado y estar con nosotros desde el año pasado, y darnos esa confianza para verlo como un amigo, tengo que manifestarle lo que pienso, no solo bajar la cabeza cuando me está atacando sin siquiera darme un poco de crédito.




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