Me pasaba la manzana roja de una mano a otra mientras subía las infernales escaleras, la gente que subía y bajaba me dejaban un hueco para pasar. Gracias a la ingeniosa idea de Juan de llevarle la comida a la novata, me encontraba en un limbo mental que debatía el momento en el que iba a verla, no es que me importase mucho su opinión pero no tenía intenciones de hacer migas con ella.
Me paré enfrente de la puerta, tomé aire y marqué el código de la puerta y de inmediato se abrió dejándome ver el interior, cuando entré vi algo que alteró mi ser, la sangré me ardió en cuestión de segundos, la novata estaba encima de mi cama observando por la única ventana que teníamos, solté un gruñido intentando hacer notar mi presencia y de inmediato su cuerpo torpe se giró hacia la puerta pudiendo ver aquellos ojos asustadizos mirándome sin pestañear. Se quedó inmóvil como un conejillo ante los faros de un coche.
—Estás en mi cama. —Dije sin rodeos mientras no apartaba la vista sobre la sábana arrugada.
—¿En serio? —Dijo en bajito, casi sin poder escucharla. —No lo sabía. —Tartamudeó intentando bajar lo antes posible de la litera.
—Pues ahora ya lo sabes. —Le respondí apretando la manzana que sujetaba en mi mano con fuerza, sin poder apartar los ojos de su rostro que pedía ayuda con cada gesto que hacia.
El silencio reinó en la habitación unos segundos.
—Dime novata ¿cómo has acabado aquí?
—Elisabeth. —Intervino.
—No me interesa tu nombre Gacelita. —Dije sin mostrar ni un poco de interés en ella. —Te he hecho una pregunta.
—¿En eso si tienes interés? —Esbocé una sonrisa irónica, si supiese de por qué la pregunto dejaría la prepotencia a un lado.
—En ti no tengo ningún tipo de interés. —Afirmé serio.
—¿Entonces por qué estás aquí? —Apreté la manzana. Por el estúpido de Juan.
—Créeme, no estaría aquí si no fuese por el superior Eric.
—¿El superior Eric? —Su rostro cambió a uno de sorpresa, como si se tratase de la Virgen Maria.
—¿Sí, de qué lo conoces?
—Él y sus súbditos me trajeron aquí, me secuestraron en mitad de la noche. —Vaya tal vez no era tan diferente, todo el mundo tenía un comienzo similar, un secuestro, algo forzado, traumático para que sirva de motivación para crearnos unos monstruos y que sirva de excusa para destruir todo aquello que queremos.
—¿Y por qué te trajeron aquí? Eres bastante vieja como para llevar la papeleta de "la nueva". —Dije sincero, por lo general nos reclutaban siendo pequeños, es más fácil manipularnos, tratarnos de la peor manera para salir como unos dementes y con ella tan vieja, sería más difícil, inútil, una misión imposible.
—Lo único que sé, es que mi padre cometió un error y ahora tengo que servirles hasta que cumpla con mi acuerdo para poder salir de aquí, eso es todo lo que te puedo contar. —Intenté contener la risa, no sabía en donde se había metido.
—Creo que no eres consciente de lo que acabas de hacer novata. —Me miró expectante. —Acabas de firmar tu sentencia.
—¿Espera qué? eso no puede ser, firmé un acuerdo en donde ponía que si cumplía con todo lo que debía mi padre, nos soltarían.
—¿Nos? osea que tienen a tu padre retenido también, seguramente esté muerto y tú simplemente seas un peón a corto plazo, no creo que dures más de un par de meses si no acabas muerta antes claro. —Su mirada estaba puesta en mí, podía notar lo pálida que estaba.
—Eso no puede ser.
—¿Que es lo que hizo tu padre?
—Es confidencial. —Dijo en un arrebato de furia.
—Bueno, entonces mejor me guardo todo lo que te tengo que decir y me voy. —Dije dándome la vuelta contando los segundos que me faltaban para escuchar un "espera".
—¡Espera! —¡Clin! Allí estaba, disimulé una sonrisa satisfactoria con un rostro inexpresivo al darme la vuelta.
—Es confidencial, si se entera alguien más estaré muerta.
—Bueno, de todos modos lo estarás. —Bromeé aunque noté lo molesta que estaba.
—Lo que quiero decir es que no se lo puedes contar a nadie. —Puse los ojos en blanco.
—¿Tengo pinta de contárselo a alguien? —Me analizó por un momento de pies a cabeza.
—Mi padre... —Se quedó por un momento en silencio. —Mi padre era policía y una noche cuando estaba patrullando, le dieron el aviso de que un asesino había entrado en la casa de un multimillonario que tenía múltiples empresas de tecnología.
—¿Sabes cuál es su nombre? —Se quedó por un momento pensando.
—Emm era... Algo así como Zachary... —Entonces supe de quién se trataba.
—Crawford. —Completé en cuestión de segundos.
—¡Sí!
—¿Bien, qué sabes de él? —Empecé a jugar con la manzana.
—Emm no se mucho la verdad, solo sé que un asesino entró en su casa y que mi padre fue a intervenir cuando la esposa hizo una llamada a la policía pidiendo ayuda, mi padre... logró atraparlo y sé que fue un caso polémico porque jamás encontraron rastro de su identidad.
—Y la furgoneta salió volando por los aires antes de llegar a la cárcel. Lo vi, estaba de misión cuando salió el caso. —Su rostro cambió a uno de sorpresa. —Se comentaba en la base que Crawford hizo unos tratados con los jefes, aparte de tener empresas tecnológicas también tenía a gente que era muy buena en la informática, eran hackers de alto rango que él subordinaba a su favor. Dicen que había contactado a nuestra base para pedir que eliminen a un gran competidor, pidió que arruinaran a la empresa por completo y eso fue lo que hicieron, dejaron a la empresa con una mala reputación, su bolsa de valor cayó en picado y después le mataron haciendo parecer un suicidio. Pero Crawford nunca pagó, era avaricioso y simplemente creyó que jamás le pasaría factura.
—¿Y tú cómo sabes eso? —La verdad era que nadie sabía lo que realmente pasó, nadie se había enterado en la base, los únicos que lo sabíamos éramos los que formábamos parte del grupo de Juan y todo gracias al maldito Ryan, a ese cabrón no se le escapaba ni una.