Juego De Traidores

Capítulo 12: Elisabeth

Juan no vaciló ni un segundo cuando me dijo la hora y la sala en la que debía estar. A las nueve de la mañana él estaba esperándome y con una sonrisa me dijo que me pusiera en posición, las clases se dividieron con descansos incluidos, no podía creer lo fácil y dinámico que me pareció aquel entreno con él y aunque no supiese a la primera como actuar ante un golpe, con explicación y estrategia me hizo entender lo que el enemigo (en este caso él) no se esperaría a la hora de atacar.

Por alguna razón me sentí cómoda y... segura, notaba la firmeza en sus palabras y también en sus golpes pero sabía que no pasaría peligro a su lado y en que en ningún momento me atacaría por diversión y ahí supe el por qué todos lo tenían por un gran líder, la paciencia y el gusto por la enseñanza lo decía todo.

Los dos días siguientes Leo no hizo presencia, casi lo daba por desaparecido sino fuera por que me despertaba al escucharle entrar tarde a la habitación, siempre parecía cansado y lo que me había dado cuenta es que había cogido por costumbre a desnudarse quedándose solo en ropa interior antes de ir al baño a darse una ducha hirviendo calentando levemente la habitación y a la mañana siguiente volvía a desaparecer.

Esta vez estaba recogiendo mis cosas al terminar el entreno, cuando escuché a Juan detenerse.

—Oye, Beth. —Me detuve para mirarlo.

—Dime.

—No le digas nada de esto a Leo ¿vale? —Alcé las cejas sorprendida.

—¿Por qué iba a hacerlo? Ni siquiera se ha molestado en decirme por qué anda tan desaparecido... —Acabé diciendo en voz baja.

—Créeme que lo sé, Leo es una persona muy independiente, seguramente nunca te vaya a decir lo que ha estado haciendo estos días. —Pues vaya.

—Entiendo que no le guste el cargo que le han dado pero mi vida está en peligro Juan. —Me sinceré. —Se que puede que tenga problemas mayores, aquí todos parecen tenerlos... pero ahora mismo si tu no te ofrecías a enseñarme seguramente seguiría muy perdida. —Aparté la vista de él cogiendo mi mochila.

—Lo sé, pero no puede saber que yo te enseño Beth. Te mataría. —Resoplé incrédula.

—Wow, que novedad.

—Lo digo en serio. —No parecía bromear y yo tampoco lo hacía.

—Tu también tienes responsabilidades y aquí estas.

—Lo sé, pero es diferente.

De alguna forma, podía notar una cierta suplica en sus ojos y no por su bien, parecía querer el mío, me sorprendió aquella faceta que no parecía ser precisamente de un criminal.

—No le puedes guardar secretos al demonio.

Me percaté de una pequeña sonrisa en su cara.

—¿Cómo le has llamado?

—De...monio. —Dije tímidamente.

—Mira que le han llamado cosas, pero jamás demonio. —Casi pude saborear la burla en su tono de voz.

—Es que es verdad... es tan complicado, tan bruto, tan... —por un momento le quise llamar de mil formas pero me corté a mí misma. —Me da miedo.

Esperé a que se burlara aun mas de lo que me provocaba Leo pero en cambio recibí una mirada de preocupación y un leve acercamiento hacia mí.

—Beth, el no te hará nada. —Sonó poco convincente. —Sé que da miedo, es muy intimidante pero él jamás te haría nada que te hiciese daño. —Intenté no mofarme en su cara.

—Porque no le has visto entrenando... —Juan colocó una mano en mi hombro como consuelo. —Dale tiempo ¿vale? —Noté unos ojos sinceros hablándome. —Ahora mismo son unos tiempos difíciles. —Fruncí el ceño, parecía triste a pesar de que intentaba disimularlo.

—¿Es que ocurre algo?

De inmediato se apartó de mí y esbozó una pequeña sonrisa.

—Desde luego no ocurre nada que te involucre. Después de ti. —Dijo sonriente abriéndome la puerta escabulléndose de mi pregunta, dejándome con curiosidad.

A la mañana siguiente me encontré con una nota, era de Leo. Me decía que nos veríamos en la sala de siempre después de comer. Aquello me tomó por sorpresa, no pensé que su regreso fuera tan pronto y por un momento sentí un bajón, lo último que me apetecía era volver a vernos, sentía que el sentimiento era mutuo así que ¿por qué no prefería que Juan me entrenase mientras el se perdía por ahí?

Ahora mismo estábamos en la sala, estaba parada en medio del tatami mirándome en el gran espejo mientras veía a Leo descalzarse a un lado, podía verle a través del espejo, parecía estar igual de enfadado como siempre.

—En posición.—Me ordenó serio mientras se dirigía a mí, me volví hacia él para poder ponerme en posición, al estarlo me miró fijamente. Su presencia autoritaria era demasiado intimidante.

Levantó su brazo en modo de ataque y lo detuve con mi antebrazo mientras seguíamos mirándonos fijamente serios, sonrió de manera malévola haciendo que repitiera su mismo gesto, para mi sorpresa cogió mi brazo y lo dobló a un lado haciéndome daño.

—Cualquiera diría que Juan te había prestado su ayuda. Menos mal que le amenacé con que no lo hiciera más —siguió doblando mi brazo con tranquilidad. —Yo me pregunto ¿quién te crees para desafiar mis órdenes sobre otros? —Me siguió observando.

—¿Qué? Leo me haces daño. —Le advertí mientras seguía doblando mi brazo poco a poco hasta acabar de rodillas, sin duda podía ver su lado dominante mientras sentía como mi brazo se iba descomponiendo del dolor, por un momento se me había olvidado todo, no podía pensar con claridad, su rostro de indiferencia ante mi dolor me decía que no iba a parar.

—Lo que estás sintiendo no es nada comparado con lo que me harían a mí si se enteran de que le pides ayuda a otros. —En ese momento exacto me enteré de que Leo sabía que Juan me había prestado su ayuda. Cerré los ojos con fuerza del dolor que sentía, necesitaba que parase.

—Para. Para por favor. Leo. —Le rogué. Abrí los ojos y le vi de pie en frente de mí observándome con arrogancia, odiaba rogar que me dejen de hacer daño, pero con él sabía que no tenía opción alguna.

Me volví a agachar un poco más por el dolor y entonces soltó mi brazo, me tiré al suelo observándolo desde abajo cómo se llevaba las manos detrás de la espalda mirándome, agarré mi brazo apretándolo contra mi pecho por si eso me hacía sentir menos dolor mientras le ponía una cara de desagrado. Me levanté y me puse en frente después de unos minutos.



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En el texto hay: traicion, amor, juego

Editado: 22.02.2025

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