Juego De Traidores

Capítulo 13: Juan

Díez.

Díez era el número de días que pasaron después de que el superior Eric nos anunciara la nueva misión, también desde que llegó Beth y mi infame pelea con Jack. Tres días pasaron desde que me pasé de día y de noche en la sala de planificaciones, encerrado, aislado. Necesitaba pensar en soluciones, necesitaba más soluciones, un plan y a Jack. Desde que discutimos ninguno de los dos se dirigió la palabra y para saber qué era de él debía preguntar a los demás miembros ya que le cambiaron de habitación junto a Alexis y a Jay. Así que me encontraba perdido, solo, estresado, había momentos en los que quise dejar el orgullo atrás y pedir ayuda a Jack pero supongo que mis recuerdos me hacían pasar una mala jugada para seguir sin hablarle.

Joder Juan, piensa en algo.

Dije en voz alta mientras apartaba varios de los papeles a un lado. Me pasé las manos por la nuca, necesitaba ayuda si no quería volverme loco. Entonces oí cómo la puerta estaba siendo forcejeada para poder abrirse.

—Juan, soy yo, abre. —Oí la voz de Jack e inmediatamente sentí mi piel erizarse. Por alguna razón me sentía nervioso después de una semana sin vernos.

Me pasé la mano por el pelo mientras me iba hacia la puerta y al abrirla me encontré a Jack equipado con una tablet y varios planos ocupando sus brazos.

—Hola. —Dije soltanto un suspiro.

—Hola a ti también. —Dijo dando un paso demás para que pudiese entrar, de inmediato me hice a un lado. —Te lo tienes bien montado. —Dijo dejando sus planos sobre la mesa junto a los míos.

Observé la sala por un momento, era bastante pequeña comparada con otras, por eso la consideraba más íntima y más fácil de trabajar en ella ya que no podía entrar más gente si un grupo de personas ya la estaban utilizando. Tenía una mesa centrada en la habitación iluminada por el foco que estaba encima.

—¿Tienes algo? —Pregunté ante la duda de que el plan de coartada hubiese llegado a estar completo al fin.

—No, pero creo que podemos sacar algo entre los dos ¿no crees? —asentí sin dudarlo ni un segundo.

Jack y yo éramos las personas perfectas para llevar un plan magnífico a cabo, éramos perfectos para ello y que nos hubiéramos enfado en los últimos cien metros de la carrera me replanteaba en si lo habíamos hecho bien.

—Sí, vayamos al lío. —Dije apartando de una vez por todas el orgullo.

El tic tac del reloj que estaba colgado en la pared me estaba desesperando, tic tac tic tac, el tiempo corría más rápido de lo previsto, una semana, siete días exactos, ciento sesenta y ocho horas y diez mil ochenta minutos nos quedaban para irnos de misión y yo sin ningún plan. La frustración y el silencio de la sala en la que estaba metido con Jack que al igual que yo, se frustraba por hacer planes, era insoportable. Entre dos se supone que es más fácil elaborar un plan perfecto porque trabajan dos cabezas, es lo que quería y necesitaba pensar para hacer la situación más amena. Hicimos tres, dos planificando la supuesta misión con Ryan y uno para nosotros. Lo sé, toda mi vida haciendo planes y no era capaz de realizar dos con Jack. Empecé a suspirar mientras veía los múltiples planos, las guías repartidas por la larga mesa de madera y varios archivos y escritos por nosotros esparcidos, entre varias bebidas energéticas. Llevábamos días planificando y dejándonos la cabeza en ello, lo único que hacíamos era pensar en el plan perfecto, lo suficientemente perfecto para que Ryan no tuviese tiempo de dar las señales al otro clan y poder escapar.

—Me rindo. —Dije estresado empujando varios de los papeles antes de llevarme las manos a la cabeza frotándomela para intentar sacar algo de mí productivo a parte de estupideces.

—Llevamos días sin ningún respiro Juan, deberíamos relajarnos. —Alcé la mirada a Jack que daba un largo trago a su bebida energética.

—No hay tiempo de distracciones. Debemos cumplir con esto, te recuerdo que en cuatro días debemos entregar todo el proyecto a los superiores para que le den el visto bueno, luego tendremos que enseñárselo a los chicos para que sepan su posición de memoria y por último encargarnos de Ryan para que no se de cuenta de nuestras verdaderas intenciones ¿crees que puedo darme un respiro? —Me llevé las manos a la cara estresado mientras me frotaba los ojos.

—Te entiendo Juan, tu estrés es mi estrés pero no podemos seguir sacando energías de bebidas energéticas, con lo de despejarnos me refería a desconectar.

—¿Te refieres a meditar? —Asintió.

—Meditando es la mejor manera de encontrar la calma en uno mismo y encontrar las soluciones a los problemas. —Exhalé por la boca cansado.

—Bien, entonces medita tú, yo me quedaré un rato más pensando. —Le dije viendo que ponía los ojos en blanco.

—Me refería a que lo hagamos ambos.

—Jack, medita tú, yo lo haré de noche, ahora necesito pensar. —Dejé mi espalda caer sobre la silla mientras me cruzaba de brazos observando el bolígrafo azul que tenía sobre la mesa.

—Bien, entonces meditaremos ambos por la noche. —Dijo en un tono cansado mientras se dejaba caer sobre la silla mirando hacia un punto concentrado mientras pasaba su bolígrafo entre sus labios.

Entonces nos dispusimos a pensar nuevamente en un plan ingenioso, sin complicaciones, algo que a Ryan le pareciese coherente, tenía que meterme en sus pensamientos de alguna manera aunque no fuese posible. Concentré mi mirada en aquel reloj que me enervaba tanto, el ruido que hacía me desconcentraba. A ver Juan, piensa en algo, tú puedes ¿tal difícil es hacer un maldito plan? —Quién lo diría, el gran líder sin plan, suena gracioso. —Me habló mi pequeña voz de mi consciente. —Estoy haciendo esfuerzos, cállate. —Me respondí mientras intentaba sacar algo ingenioso. Sin darme cuenta el cansancio de todos estos días se apoderó de mí, Jack había recostado los pies sobre la mesa mientras seguía pensando, sentía como mis párpados se iban cayendo una y otra vez por el cansancio ¿qué me estaba pasando? solo llevaba dos horas aquí y cinco horas despierto ¿y ya tenía sueño? no me iba a permitir aquello, claro que no. Me acerqué a por la bebida energética, al intentar beber ya no quedaba nada, suspiré, no podía ser, la pereza de bajar tres plantas y recorrer unos cuantos pasillos para llegar a la cafetería y reponer las bebidas me parecía eterno, así que me limité a dejar la lata en la mesa y volver a recostarme sobre la silla para pensar. Recosté mis piernas sobre la mesa como Jack y me crucé de brazos con la mirada clavada en aquel espantoso reloj ordinario.



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En el texto hay: traicion, amor, juego

Editado: 22.02.2025

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