Juego De Traidores

Capítulo 19: Leo

Inhalé por la nariz antes de oír al consejo dictar nuestro futuro como criminales.

Metidos en una sala con filas de butacas color rojo a cada lado, cinco superiores y dos jefes tenían sus culos sentados en ellas en primera fila para estar presentes ante la ardua decisión de tres miembros del consejo. Ellos estaban situados en un escenario de poca altura, en el estrado acomodados en unas sillas de terciopelo rojas. Sus miradas lo decían todo, si tenían que decapitarnos lo harían, no era un juicio, no podíamos defendernos, solamente debíamos callarnos y limitarnos a obedecer el veredicto final que tomarían. Se encargaron de hacernos saber todos los fallos que tuvimos mientras realizábamos la misión, que sin escrúpulos despellejaban a Juan como mal líder que fue. Luego nos dejaron claro lo suertudos que éramos ya que la directora ejecutiva negó la idea de cortarnos las cabezas. Pero a un así no nos libraríamos de la tortura que tenían planeada todos los que estaban presentes en la sala.

—El consejo ha decidido que el veredicto final será un mes bajo nuestras torturas, una vigilancia por varios guardias durante el mes de castigo, la prohibición completa a dispositivos electrónicos que estén bajo vuestra autoridad, un horario estrictamente definido que se repartirán entre las clases y los castigos, se limitarán vuestros horarios de comida al desayuno y cena y se examinarán todas vuestras pertenencias en caso de que tengáis algo que ver con la traición de Ryan Henderson. La sentencia comenzará a partir de hoy, día quince de septiembre hasta el quince de octubre. En el nombre del consejo y de los que me otorgaron el poder de decidir las sentencias doy por finalizado este caso. —Cerré los ojos mientras exhalaba por la boca al escuchar la sentencia dictada por Santiago Allen Thompson, un hombre que no superaba los cuarenta, divorciado. Con un peinado que parecía que le habían chupado un par de vacas, su color marrón mierda hacía juego con sus ojos, una sonrisa de satisfacción por habernos jodido al fin, acompañado de un estúpido traje negro con camisa blanca y unos Oxford de color negro en sus pies. Al dar el veredicto final los superiores y jefes se pusieron en pie detrás de nosotros, un par de guardias se acercaron por ambos lados de la sala para llevarnos al matadero. Al girarnos los vimos a todos en una fila manteniendo una mirada firme al frente con las manos cruzadas delante de sus cuerpos mientras esperaban a que saliéramos en fila acompañados de cuatro guardias.

Antes de que nos llevaran a la planta de los castigos o como yo lo llamaba, al matadero, el superior Eric ordenó a los guardias a que nos llevara a la sala de urgencias ya que Jay necesitaba que uno de nosotros le hiciera una donación de sangre para que puedan seguir con el proceso de reanimación. Entramos a lo que llamábamos urgencias, tenía unas paredes horribles de azulejos blancos cubriendo el área, a su vez las tuberías estaban a la vista con goteras que caían sin cesar sobre unas feas baldosas de color gris, las luces frías y blancas alumbraban el tenebroso pasillo. Teníamos varias puertas a los lados de metal pintadas de blanco que daban el aspecto de un psiquiátrico y no de un lugar que te sanaba físicamente. Recorrimos varios de los pasillos hasta llegar a la habitación de donaciones, al meternos éramos los únicos, nos sentaron en unas sillas negras, esperamos por unos minutos acompañados aún con los guardias, empecé a inspeccionar ese tramo de tiempo y era prácticamente todo igual, paredes blancas, luz fría, varias mesas juntas blancas en medio de la sala. Atrás unos muebles de metal que tenían múltiples cajones que guardaban información y documentos, luego habían varias taquillas a los lados de color gris que es donde guardarían sus uniformes y varios aparatos sobre unas estanterías.

A los minutos apareció una enfermera con uniforme blanco y una coleta alta, ocupaba unos tacones de media punta de color negro aunque ya era alta, su rostro blanco no ocupaba maquillaje, sus ojos eran oscuros sin expresión, se mantenía inexpresiva, tenía una postura recta al caminar y la cabeza alta, apenas se molestó en inspeccionar con la mirada quiénes estábamos en la sala, solamente se dirigió a una de las estanterías de metal y cogió una carpeta con un gran grosor, lo puso en una de las mesas blancas, retiró un poco su silla y luego se sentó seria, abrió la carpeta negra y un montón de historiales empezaron a aparecer, le bastó con mirarnos una vez para encontrarnos a todos y leer todo nuestro historial médico de una sola pasada, al hacerlo cerró la carpeta de golpe y la volvió a dejar en su sitio.

—Jay ha tenido suerte, es del grupo sanguíneo AB eso significa que todos le podréis donar sangre, ya que la mayoría portáis en vuestra sangre el grupo sanguíneo A o B. Mis compañeras sacará a uno de vosotros la cantidad exacta de sangre que Jay requiere en estos momentos.

Cuando acabó de decir aquello una chica con el mismo aspecto que la enfermera entró por la puerta, parecían clones, mismo peinado y color de pelo, caras inexpresivas y misma mala hostia, nos preguntó quiénes serían los donantes. Alexis y David se ofrecieron voluntarios y les extraerían una bolsa de medio litro a cada uno.

Al acabar el proceso les limpió la zona nuevamente y luego les puso un poco de algodón que pegó con una tira adhesiva, antes de irnos les dieron una botella de agua y unas galletas.

—Deberíais tomároslo para poder recuperaros de la extracción de sangre. —Les informó la enfermera que irrumpió en la sala. Ellos tomaron sus galletas y su botella de agua.

Los guardias nos llevaron a nuestras respectivas habitaciones dejando a Alexis solo en la suya a pesar de que Juan le suplicó al guardia que le dejaran con nosotros ya que estar solo en aquellos momentos no era la mejor opción, pero negaron nuestra petición dejándole solo en su habitación ya que sus compañeras fueron trasladadas en cuanto la misión se falló.



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En el texto hay: traicion, amor, juego

Editado: 22.02.2025

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