Tenía el corazón encogido en un puño, Claudia llevaba el control, los minutos empezaban a hacerse eternos, los chicos y yo nos levantamos de nuestros asientos junto con las demás personas que estaban expectantes con el combate. Cerré mis manos en puños mientras miraba aquel reloj, tres minutos, suficientes para acabar con ella, sabía que Claudia no tendría compasión, me lo advirtió y simplemente ignoré que aquello fuera cierto. Me dirigí a las cuerdas del ring agarrándolas con fuerza mientras gritaba su nombre para que abriera los ojos, pero no lo hacía.
—¡Vamos! ¡Elisabeth! ¡Elisabeth!
Mis gritos junto a los de los demás chicos no hacían efecto, no respondía, creía que estaba muerta.
Hasta aquí llegaría todo, no sirvió de nada ni el haberla entrenado ni nada, nunca debí aceptar entrenarla ni que organizaran un combate, ahora ella no estaría muerta.
Claudia se puso en pie, observándome fijamente mientras Beth estaba en el ring tirada desangrándose por las múltiples heridas que ella le hizo. Sacó la cuchilla y me la enseñó, agarré con aún más fuerza la cuerda del ring mientras la fulminaba con la mirada. En estos instantes desearía haber sido yo quién le arrancaba la piel a trozos, pero lo único que podía hacer era gritar el nombre de Beth e intentar que recuperase la consciencia, pero nada. La multitud se puso en pie, había demasiado alboroto, todos querían que ganara Claudia, era la reina de esta base, nadie la podía derrotar y por eso la admiraban aún más. Ver aquel escenario tan drástico me hacía encontrarme mal, veía a aquellas personas actuar como animales sedientos de odio y rabia queriendo ver morir a alguien y no puedo negarlo, yo era igual, venía a ver a la gente hacer combates hasta que uno de ellos muriera sobre el ring pero la perspectiva cambiaba cuando alguien te empezaba a importar.
Los segundos pasaban, Claudia se reía del público mientras se paseaba en el ring enseñando lo despiadada que podía llegar a ser. Beth no levantaba la cabeza y mis nervios estaban a flor de piel, tenía todas mis entrañas encogidas mientras temblaba de rabia, sé que no se lo merecían, ni ella ni su padre, había aprendido tanto de ella que ahora no quería aceptar lo que realmente estaba pasando. Tenía la mirada fija en Claudia, su sonrisa maliciosa hacía que ardiera de rabia.
—¡Eh! ¡Leo! — Desperté del trance al oír gritar a Jay mientras se acercaba a mí. —¡Mira! —Entonces dirigí mi mirada hacia el cuerpo desplomado de Beth esperanzado, luego vi a Alexis fuera del ring junto al cuerpo de ella deslizándole un pequeño cuchillo y entonces mi corazón volvió a acelerarse con rapidez.
—¡Beth! —Grité insistente apartando a Jay hacia atrás con la mano mientras volvía a aferrarme a las cuerdas con fuerza. —¡Beth ponte en pie! ¡joder! —Volví a mirar el reloj, un minuto y medio para que acabara el combate, me pasé las manos por la cabeza mientras apretaba con fuerza los labios. —¡Ponte en pie! —Dije dejando mi voz en aquel grito.
—Ya no hay nada que hacer. —Dijo Juan apenado. —Ya sabemos quien es la ganadora. —Entonces dirigí una mirada asesina a Juan.
—Aún queda un maldito minuto y medio así que cierra la boca. —Le dije antes de volverme hacia el cuerpo desplomado de Beth.
Es verdad, la probabilidad era escasa, la mirada de Claudia dejaba claro lo segura que estaba de ganar el combate.
—¡Elisabeth, ponte en pie, por favor! —Grité desesperado mientras me volvía a pasar las manos por la cara. —¡Ponte en pie! ¡Eres fuerte joder!
Entonces todos los pelos se me pusieron de punta al escuchar al público.
—¡Cincuenta y nueve! ¡Cincuenta y ocho! ¡cincuenta y siete! ¡Cincuenta y seis! —Cerré los ojos con fuerza, mientras el público hacía que mi alma se encogiera cada vez más.
Dios no la quiero perder.
Dije para mis adentros.
—¡Desafiaron a la más grande! ¡Y aquí tienen su resultado! —Gritó Claudia hacia el público mientras levantaba sus brazos en forma de victoria.
Volví a observar a Beth, entonces vi cómo su mano se deslizaba hacia el cuchillo poco a poco, sentí que iba a explotar.
—¡Vamos! ¡Vamos! —Grité de alegría.
Su mano se aferró al cuchillo mientras que con la otra se apoyaba para poder levantarse, todas las personas cogieron aire al ver a Beth apoyar un codo sobre el suelo del ring para poder ponerse en pie mientras Claudia se volvía a dar la vuelta para entender lo que estaba sucediendo, observando cómo Beth se levantaba lentamente.
—¡Eres como un bicho! ¡no muere hasta que no le pisan varias veces! —Beth se aferró a las cuerdas para poder levantarse mientras ocultaba el pequeño cuchillo.
—¡Veinte! ¡Diecinueve! ¡Dieciocho!
Claudia cogió carrerilla para meterle un último puñetazo, entonces cogí aire reteniéndolo en mi interior, podía ver las caras sorprendidas y el grito de guerra que soltó Claudia yendo a atacarla.
—¡Dieciséis! ¡Quince! ¡Catorce! —La cuenta atrás del público hizo que mi corazón se hiciera más pequeño de lo que era.
Entonces un grito desgarrador hizo silencio en el pabellón.
Elisabeth se impulsó hacia Claudia clavándole el cuchillo en el abdomen con la velocidad con la que Claudia corrió para pegarla.
Una bocina hizo que volviera a recuperar el aliento al ver que el cuerpo de Claudia se desplomaba antes que el de Beth. Entonces miré a los tres superiores que iban a decidir la ganadora, mi impaciencia empezó a aumentar al ver que no lo tenían claro, Beth se mantenía de pie oyendo como los chicos la animaban los minutos que tardaron los superiores en decidir la respuesta final.
—¡La decisión en cuanto a este gran combate!
—¡De estas grandes criminales!
—¡Llevada por los jueces! ¡este gran combate nos acaba de demostrar que no se necesita ganadora para demostrar lo buenas que son estas criminales! ¡el combate ha sido tan bueno que los jueces decidieron que no habrá ganadora!
Entonces sentí un cúmulo de emociones. El cuerpo de Beth se desplomó perdiendo la consciencia, la gente empezó a correr hacia el ring, yo no tardé en subir los tres escalones y apartar las cuerdas metiéndome entre ellas para correr y deslizar mis rodillas sobre el suelo para llegar hasta Beth y socorrerla. Al llegar a ella la cogí en mis brazos abrazándola con fuerza poniendo su cabeza contra mi pecho mientras los demás chicos junto con el público invadían el ring.