Dicen que los segundos antes de despertar, uno no recuerda quien es, donde vive y lo más importante, los problemas. En cuanto el cerebro reacciona, la dura realidad y los recuerdos del día anterior me torturan, por un momento me gustaría vivir en esos segundos donde no existe nada, donde solo soy yo y mi existencia.
Suspiro mientras consigo levantarme e ir al baño. Al verme al espejo, mis ojos rodeados por unas pequeñas ojeras me recuerdan la terrible noche que pasé al tener pesadillas de mis más oscuras memorias. No fue un buen día, hoy será mejor.
O peor, dependiendo el caso.
En la mesa del desayuno, Lucas me dejó una nota:
"Espero que estés bien, te dejé jugo en el refri. Besos. L."
No sé qué haría si no tuviera a mi hermano. El único que me queda.
Vagos recuerdos de mi hermana vuelven a mí, vagos, lejanos. Dolorosos. Reprimo las ganas de llorar y me levanto por el jugo y cosas para desayunar. Agradecí por tener clases en la tarde y tener la mañana libre para poder entender en qué cosas podría estar metido James, pero ninguno queda en completo descarte. Y hablando de Roma.
James: Ey, buenos días linda, ¿Cómo estás?
Lena: Hola, bien, gracias por preocuparte 😊
No tardó mucho su respuesta, pero el sonido del timbre me distrae. Voy hacia la puerta y me encuentro con Emi.
— Ey, hola — sonrío al verla, siempre tan presentable con sus jeans color verde, una blusa negra y una campera de jean color blanco.
— Hola, linda, ¿estás bien? James me dijo que ayer tuviste un ataque de pánico — me comentó preocupada mientras entraba. Le regalé una sonrisa falsa y luego le solté una mentira, no debía de decirle nada, no sé si este secreto es de su conocimiento. Y no me corresponde a mí contarlo.
— Sí, no sé qué me sucedió, por suerte James estaba cerca.
— Seguro no fue de mucha ayuda, es el menos indicado para mantener la calma — aseguró. Le respondí vagamente y volví a mi desayuno con la cabeza en cualquier lugar.
Quizás fueron mis respuestas vagas o mi mirada perdida, pero Emi se percató de que algo sucedía.
— Ey, noto en tu cara y en tus cereales que no estás bien, ¿Qué sucede? — se sentó a mi lado muy atenta a mis expresiones y movimientos. Suspiro un poco y volteo para verla. La imagen de una Emi completamente ajena a lo que James hacía, inocente del mundo que la rodeaba o quizás sabiendo absolutamente todo y guardando aquel secreto ella sola. Aquella incógnita me comía la cabeza. Otra vez, una mentira salió de mi boca.
— Nada, es solo que no sé cómo disculparme con Nat — de hecho, aquello no era tan errado como sonaba. Necesitaba discúlpame, pero no sabré mentirle si pregunta cómo es que se me ocurre pegarle a alguien.
— Sí, me contó algo de qué golpeaste a uno de los chicos y después te desquitaste con ella — mencionó. — Pero, es sencillo, solo le dices "Ey, lo siento, no estaba con los patos alineados" y ella comprenderá.
— Espero que tengas razón.
Mi mañana se fue rápido, por lo que alrededor de las dos de la tarde ya me encontraba en clases, tratando de concentrarme en algo que no fuera James. Aquello fue opacado en el momento que vi a Nat sentarse un lugar delante de mí y no conmigo. Bien entendía que estaba molesta y quizás dolida, yo lo estaría si alguien que quiero, me tratase de tal forma.
Una vez terminó la clase, fui corriendo detrás de ella, ya que salió como alma que lleva el diablo del salón.
La llamé un par de veces, pero no me respondió, cuando por fin la alcancé y la tomé del brazo.
— Nat, por favor, detente.
— ¿Qué quieres Lena? — ouch, eso había dolido.
— Lamento haberte tratado de aquella forma, no era mi intención, solo que no necesitaba alguien que me diera sermones luego de haber reaccionado como lo hice.
— Lo sé, pero me dolió más saber por un tercero, lo que te sucedió para reaccionar de esa forma.
— ¿Qué se supone que significa eso?
— ¿Por qué no dijiste que estaba hablando mal de ti? — comentó algo dolida — Te hubiera ayudado.
Y como no, Nat, siempre con el complejo de hacer las cosas con diplomacia.
— No dije nada debido a que me enteré por Clarissa, de haber sabido aquello con anterioridad, hubiera pedido ayuda y lo sabes.
— Sí pero no es excusa para golpear a alguien, ¿Cuál es la razón para reaccionar de tal manera? Y además ¿Por qué te enojas conmigo cuando solo intentaba ayudar?
— Lo siento Nat. Pero no puedes controlar cómo reacciona la gente sobre cosas que le duelen.
— No claro que no, pero si puedo evitar que te expulsen de la universidad, no dudaré en intervenir — hizo una pausa, hasta que su pregunta me dejó descolocada — ¿Acaso tu reacción tiene que ver con eso de lo que no quieres hablar?
— Hablar de mi pasado es hablar de algo que me duele y no pretendo que lo entiendas.
— Bien, no te quiero molestar con eso, pero tendrías que hablarlo con alguien, te matará por dentro si continúas guardándolo.
— Todos cargamos con algo que nos lastima.
— Promete contarme. No es justo que riamos juntas y que llores sola — dijo con dulzura. A veces se me olvidaba que era más grande que yo, más madura.
El resto del día, me la pasé divagando en pensamientos confusos. ¿Qué tan lejos había llegado James para pagar su deuda? ¿Quién más sabía aquello? Los secretos solo traían problemas lo sabía por experiencia y había pagado el precio por ello. Uno muy elevado.
Mientras volvía mi cabeza un lío, los ojos azules de James me observaban desde la esquina del campus y poco a poco se iban acercando a mí. A paso lento pero seguro.
Bajo el árbol, sentada en el suelo, en contacto con el verde césped, James se colocó a mi derecha con total tranquilidad.
— Hola bonita — saludó con una tranquilidad que me dejó enamorada del tono que había usado. De igual forma le respondí, no sabía qué le podía decir o preguntar, no sabía absolutamente nada — Supongo que te debo una explicación — dijo después de unos segundos.
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Editado: 15.11.2024