Juegos de Sangre

Capitulo 19

Buenas tardes/ noches/ días!! Espero que esten disfrutando de la historia. Ojalá la compartan o la recomienden. Dejen alguna teoría de cómo creen que se terminará por desarrollar la historia!! Saludooosss

Abril de 2017

Sonó mi despertador alrededor de las tres de la mañana, con mucha cautela fui buscando mi abrigo, mis botas y una mochila. Tomé mi celular y le envié un mensaje a Arian de que estaba en camino. Afiné mi oído para tratar de saber si alguien estaba despierto, cosa que era poco probable, pero una nunca sabe. No era la primera vez que lo hacía, casi todos los fines de semana me escapaba a estas horas al único lugar en el que me sentía útil. Una vez todo acomodado bajé las escaleras, pero me detuve muy de prisa al escuchar unos ruidos provenientes del despacho de mi padre.

— Lo sé… Sabes que soy un hombre de palabra y como tal espero el mismo trato — se escuchaba muy furioso — ¡No me importa, Santiago! La quiero fuera de mi camino y hasta que Él diga lo contrario, vas a seguir mis órdenes. ¿Te quedó claro?

Muy despacio me alejé, nunca había entendido del todo los negocios de mi padre, ni siquiera es como si me importara. Nunca se había interesado por mi bienestar, sólo le daba importancia a Laura y a Lucas. No sé por qué habría de importarme su vida. Ahora que Laura fingía ir a la universidad y Lucas estaba en un torneo, le importaba menos que antes. Mi madre por otro lado toma pastillas para dormir, por lo que es muy difícil que despierte. Su salud no es la mejor en estos momentos, al no saber qué hacer conmigo por mi comportamiento rebelde y al no estar Laura para ayudarla, supongo que solo le hago mal.

Me metí muy cuidadosamente en el garaje, si bien se encontraba casi al otro lado de la casa, no me arriesgaría a que se enterara de que me escapé. Aunque sospecho que no le importaría mucho. Salgo con la moto a cuestas y bajo la puerta del garaje. Al caminar unos metros más, casi a dos casas, enciendo mi vehículo y me dirijo a una velocidad muy poco permitida a donde me habían citado.

Huelo en el aire de la madrugada humo mezclado con vapor de combustible, cigarrillos y sustancias ilícitas. Acomodo muy bien mi chaqueta y voy avanzando hasta llegar con quien tenía que presentarme. Sin decirme mucho más que “En diez es tu turno” me acerqué al pequeño taller para poner en orden mi corredora.

— Si lo hicieras de manera legal, serías una verdadera campeona — la voz de Arian me dejó una sonrisa, si ella estaba allí, era más que suficiente.

— Si lo hiciera de manera legal, viviría en tu casa — me permití abrazarla — Estas muy hermosa — su chaqueta de cuero verde militar resaltaba su cabellera rojiza.

— Tendré que venderte de esclava si pierdes y para ello debo verme bien — jugó, pero de pronto se puso seria — Bien, repasemos el plan de escape.

— En caso de problemas, bajar en la segunda, recto hasta dar con un árbol con una cinta roja, desde ese punto, a la izquierda, hasta el final de la calle donde hay unas rejas verdes, dejó en el garaje la moto, paso sobre la reja y por el cobertizo, tomó la mochila, me cambio y te espero en la calle trasera. ¿Está bien? — enumeré los pasos uno por uno mientras contaba con los dedos.

— Está perfecto, aunque ahora que lo pienso, olvidé quitar la cinta roja del árbol en Los Ángeles — comentó confusa.

— Bueno, pero al menos la casa de tu madre se ve bonita pintada de verde — comenté. Recuerdo que viajamos desde New York hasta Los Angeles, solo para ponerle una cinta roja al árbol y pintar la reja de su madre. El mismo sistema que usábamos aquí.

— Tendríamos que considerar irnos a vivir juntas — sonrió.

— Lo sé, pero legalmente aún no puedo hacerlo, aún no tengo dieciocho — lamenté.

— Te falta poco para eso, luego nos iremos — se acomodó su larga cabellera.

— No olvides apagar las luces al pasar por el callejón — mencioné sabiendo que siempre lo olvidaba.

— Tú tranquila que yo te cubro la espalda preciosa. Tengo todo controlado — me abrazó y me dejó sola con mi vehículo. A lo segundos el que llevaba el tiempo me avisó que faltaban ocho minutos o estaba fuera.

— ¿Elena? ¿Qué estás haciendo aquí? — la voz de mi hermana me cala hasta los huesos.

— La misma pregunta te hago a ti. ¿No se supone que deberías estar en la universidad?

— Nos dieron libre este fin de semana… — se excusó con mucha rapidez. Vaya, sí que era muy buena para mentir — ¿Qué haces aquí? Deberías estar durmiendo.

— Niña, te quedan cinco minutos o estás fuera — avisó el organizador cortando a Laura.

— ¿¡Vas a correr!? — la sorpresa en su rostro era más de lo que salía de su boca.

— Sí, Laura. No tengo tus habilidades para dibujar — mencioné mientras le ponía un poco más de aire a la rueda.

— ¿Desde cuándo haces esto? — estaba muy indignada, lo cual me daba completamente igual. No era a ella a quien debía de enorgullecer, sino a mí misma.

— No sé, ¿hace cuanto que empezaste la universidad? — comenté con sarcasmo.




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