¿jugamos a ser novios?

Capítulo 02 ¿No te dejan tener novio?

Podía ver a Jeanne a través de la copa con vino que le estaba sirviendo uno sus meseros. Ella estaba observando todo a su alrededor y no paraba de pensar que se veía tan fuera de lugar.

Después de su «romántico» beso en el patio del instituto caminaron con paso apresurado y entraron en el auto que, como siempre, lo estaba esperando en la entrada principal. Algunos minutos después terminaron llegando a su casa, que por unas semanas estaría disponible solo para él. Se sentía agradecido de que sus padres se encontrasen fuera, pues así podría explicarle a Jeanne todo sin tener que estar murmurando por temor a que ellos fuesen a escucharlo.

Por eso también se habían instalado en el rincón más apartado, en una pequeña terraza fuera de uno de los tantos estudios de su hogar. Ahí no pasaba ni una mosca y solo podían entrar dos de sus más confiables trabajadores: su mayordomo y uno de los meseros. Los mismos que se estaban encargando de llevarles la comida.

Después de dejar toda la mesa preparada ambos hombres salieron y al fin pudo estar a solas con Jeanne, quien no tardó ni un minuto en hablar.

—¿No crees que esto es demasiado? —Señaló toda la mesa.

Él observó los platillos y no encontró nada fuera de lo normal, era una comida balanceada, tal vez se viesen muchos platos, pero eran las porciones adecuadas que debían ingerir jóvenes de su edad.

—Para mí todo está normal —comentó tomando su copa de vino.

—Ah, sí, claro, es supernormal que un chico de dieciocho años esté tomando vino a la hora de la comida —dijo con sarcasmo.

—Oye, todo el mundo debería consumir una copa diaria, el vino tinto es muy beneficioso para la salud, tiene propiedades como... —Se detuvo al ver que Jeanne estaba perdiendo el interés en escucharlo y era lo que menos debía provocar—. Aunque no estamos aquí para hablar sobre las propiedades del vino.

—Exacto, aún debo llegar a mi casa para ayudar con la cena, así que sería mucho mejor si agilizáramos toda esta plática para tener claro el asunto en que estamos involucrados —terminó moviendo ambas manos sobre la mesa, gesto que le recordó a los movimientos de los raperos y rio un poco, disimulándolo con una tos falsa.

—Correcto, hablemos. —Dejó su copa de vino a un lado y centró su atención en la joven castaña frente a él, quien apoyó los codos sobre la mesa, entrelazando sus dedos a la altura de su mentón y terminó posando su barbilla ahí, adoptando una expresión seria y bastante madura.

Él, por su lado, cruzó los brazos sobre su pecho y recargó la espalda en la silla buscando sentir comodidad, pues de pronto estaba nervioso y era lógico, jamás había tenido que confesar a nadie algo tan vergonzoso como lo que estaba a punto de decir y mucho menos a una chica como Jeanne, que lo único que hacía era lanzar miradas serias. Sin embargo, debía hacerlo o no valdría nada el pedirle que fuese su novia y mucho menos el haberla besado frente a todo el instituto. Por ello, respiró profundo y habló.

—Mis padres quieren conocer a mi novia porque, según ellos, estoy en la edad de tener una relación romántica estable. Y eso añadiría un punto a mi favor en mi carrera, que cada vez va en aumento —se permitió alardear—. Es por ese motivo que quieren conocerla.

—¿Y por qué simplemente no les dices que no tienes novia? —le preguntó ladeando con suavidad la cabeza.

—Ellos creen que sí tengo pareja porque tal vez se me escapó una que otra mentirilla en alguna de nuestras conversaciones —confesó y bajó la mirada a su plato de comida, que ya se estaba enfriando.

—¿Eres gay? —murmuró Jeanne inclinándose sobre la mesa con bastante interés, pero él le lanzó una mirada y ella volvió a tomar su postura seria, aunque en ese momento su rostro reflejó estar lleno de dudas—. Lo siento, continúa.

—El punto es que mis padres creen que tengo una novia que va a mi instituto y tal vez ellos pueden tener una idea de que esa chica es como tú...

—¿Por qué como yo?

—Ya sabes, una chica normal, así como tú. Un estatus social medio, belleza común, mmm, toda tú. —La señaló moviendo su mano de arriba abajo sin saber qué más decir sin ofenderla—. El punto es que una novia no está dentro de mi plan de vida en estos momentos porque, contrario a lo que piensan mis padres, no estoy para nada estable. Esto de viajar cada vez que hay trabajo, dejando atrás mis estudios y ese tipo de cosas por meses, no me ayudaría a tener una relación sana y estable. Por eso para mí es mejor fingir, así le doy tranquilidad a mis padres y que dejen de pensar que soy gay —remarcó esa última palabra y Jeanne apretó los labios reprimiendo una sonrisa—, y no tengo que comprometerme a nada serio.

—Decir la verdad también funciona, ¿sabes? —comentó Jeanne, dejándose caer en el respaldo de la silla—. Pudiste haberles dicho que no tienes novia ni dudas sobre tu orientación sexual y asunto resuelto. ¿Qué hubieras hecho si yo no hubiese aceptado esto?

—No lo sé —resopló.

—¿Estabas convencido de que aceptaría? —preguntó con un tono de voz un poco más amable.

—Bueno, desde que te conozco has querido ser actriz, así que imaginé que esto podría interesarte, sería como un entrenamiento, tú finges ser mi novia, yo consigo convencer a mis padres y ambos ganamos —contestó y ella le sonrió con un ligero asentimiento de cabeza—. Además, no podría pedirle a cualquier otra chica, todas quieren estar conmigo y se volvería problemático si en realidad se enamora de mí.

—Qué difícil debe ser para ti que las chicas se mueran por salir contigo —habló Jeanne con sarcasmo. Esa chica a veces era muy cruel.

—Hablo en serio. Pedirle ayuda a cualquier chica del instituto no resultaría. Y afirmo que ninguna de mis amigas modelos entra en el concepto de «normalidad» que tienen mis padres.

—Si me permites, creo que tus padres y tú tienen el concepto de normalidad demasiado distorsionado.



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En el texto hay: romance, chick lit, young adult

Editado: 19.01.2022

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