¿jugamos a ser novios?

Capítulo 05 ¿Bailamos?

Jeanne sentía cómoda como novia de Matt.

Lo único que hacían era caminar por los pasillos sujetando sus manos y, cuando debían separarse para ir a sus clases, solo se daban un beso en la mejilla y era todo, él no le había insinuado de nuevo besarse en la boca y le parecía bien. En las tardes iban juntos a la casa de él y repasaban el plan para que no hubiese ninguna duda.

Todo estaba bastante tranquilo por el momento, aunque sabía que, una vez que llegaran los padres de Matt, empezaría lo difícil, pues era a ellos a quienes debían convencer.

Ella se confiaba de sus dotes como actriz, tenía experiencia entrando en el papel como hija de una familia de mercenarios, como una superheroína, incluso como el hada madrina de Cenicienta, pero el papel de novia era algo nuevo, y más el interpretarlo para un público en específico.

De momento lo estaba haciendo muy bien, todos en el instituto le creían, en su familia también —excepto los mellizos—, tanto que su padre sugirió invitar a Matt a una carne asada el siguiente fin de semana, pues quería hablar de hombre a hombre con su futuro yerno. Jeanne se encargaría de que esa invitación jamás le llegara.

La única preocupación que había tenido durante esa última semana eran los padres de Matt, de ahí en fuera se sentía bastante tranquila. Admitía que imaginó que sería más difícil debido a las miradas que recibió los primeros días por parte de algunas de sus compañeras, pero hasta ese momento ya la estaban tratando mejor.

De cierta forma les había dado «esperanza» a muchas chicas, pues había escuchado comentarios donde decían que si ella, que era tan normal, había conseguido salir con Matt, cualquiera tendría mucha más ventaja en un futuro.

Mientras no se metieran directamente con ella y su familia, lo demás no le importaba.

Por ahora se centraría en lo que sea que fuese a enseñarle Matt ese día, pues al reunirse al final de las clases en los pasillos le comentó algo sobre dar inicio con el verdadero «entrenamiento».

Observó por la ventana y vio que acababan de pasar la entrada de la casa del modelo, el auto siguió andando y ella se dirigió a Matt.

—Creo que nuestra parada acaba de pasar hace unos segundos. —Señaló hacia atrás y él asintió.

—Sí, pero hoy iremos al salón de fiestas de la familia.

—¿Tienen un salón de fiestas?

—Sí. Está más delante de la casa.

—Supercasual, ¿eh? Toda familia tiene un salón de fiestas.

Él pareció sentirse avergonzado y le tomó la mano a forma de disculpa.

Matt tenía una especie de doble personalidad. En el instituto alardeaba y desbordaba seguridad con cada palabra que salía de su boca e incluso notaba momentos donde él marcaba una distancia entre los demás para hacer notar su superioridad, pero una vez que dejaba de estar rodeado por tantas personas, sus hombros se relajaban y hasta su voz cambiaba un poco. Era más dulce y usaba palabras menos rebuscadas, aunque siempre estaba en él ese toque de elegancia con el que había crecido.

A ella sobre todo la trataba diferente al primer día que hablaron detrás del campo de futbol. Tan solo había pasado una semana, pero para ella parecían meses solo por el cambio de actitud.

Le gustaba más ese Matt y esperaba que pronto pudiese mostrarse tal cual era frente a todos y no solo con unas cuantas personas, debía ser triste no ser uno mismo todo el tiempo. Si podía ayudarlo, lo haría.

No se dio cuenta, pero dio un apretón en su mano y él terminó entrelazando sus dedos. Ninguno de los dos miraba al otro.

Cada día se volvía más normal el sujetar sus manos aunque no hubiese nadie viéndolos, era como un reflejo. Casi entendía a Brandon y Brenda, que siempre estaban tomados de la mano; esa acción creaba un sentimiento de tranquilidad y seguridad que podía transmitirse sin ninguna palabra.

El auto estacionó y el chofer le dijo unas palabras a Matt antes de que él bajara y abriera la puerta de su lado. Le extendió una mano, ayudándola a salir.

Estaban frente a una escalera ancha con barandales pintados de negro y dorado, la decoración de toda la entrada era tan lujosa que tenía miedo de respirar fuerte y terminar rompiendo algo, y solo era la fachada. Matt le comentó que en ese momento no lucía tan bien como cuando se arreglaba en las noches de fiestas.

Un hombre con un uniforme de intendencia les abrió la puerta y pasaron a la recepción, cuya iluminación dorada se reflejaba en los manteles que cubrían los muebles, mesas y percheros para mantenerlos libres de polvo. La recepción solo estaba dividida por una pesada cortina dorada con blanco, que Matt corrió para que pudiera ver el resto del salón.

El lugar era amplio, pero no se podría decir que se elaboraban enormes fiestas allí, parecía ser más bien para personas selectas. El techo era alto y curvado, del centro colgaba un candelabro con esferas de cristal dispuestas en modo espiralado y en tonos tornasol, las paredes estaban limpias a excepción de seis bocinas blancas alrededor del salón, que conseguían camuflarse.

Estaba dando vueltas para observar el lugar cuando escuchó a Matt llamarla. Él estaba en el otro extremo del salón, de pie en una plataforma. Se acercó corriendo y vio que estaba revisando su celular.

—¿Qué pasa? —le preguntó dando un salto para subir a la plataforma, aunque a ambos costados había un par de escalones.

—Estoy buscando el nuevo equipo de sonido que se instaló este fin de semana. Los encargados me enviaron fotos para que lo encontrara, pero como está en una pared secreta, es más complicado. —Levantó el celular a la altura de sus ojos y dio una vuelta lenta comparando la imagen con el salón.

Ella se acomodó a su lado y vio la foto. Soltó una carcajada y le tocó el hombro al modelo.

—Matt, eso es justo atrás de nosotros. —Señaló a sus espaldas—. En uno de los dos costados.

Él le sonrió avergonzado y se encogió de hombros.



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En el texto hay: romance, chick lit, young adult

Editado: 19.01.2022

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