Jugando A Enamorarse

2

LILLY FLETCHER

 

El amor nunca fue mi fuerte, y después de lo que le había pasado a mi hermano con su primera noviecita, supe que el romance y sus cursilerías jamás formarían parte de mi vida, o eso creía a los diecisiete años. Un día, el amor me llegó de la nada, sin siquiera pensarlo; no lo había pedido ni lo deseaba en ese momento.

 

*Flashback*

Este sería mi último año de Sixth Form antes de ingresar a la mejor universidad de medicina de Inglaterra, y mi beca para la Universidad de Oxford estaba a la vuelta de la esquina. No había nada que me distrajera de mi meta de vida, o no hasta ese momento. Primer día de clases y todo parecía tan normal: las chicas que se creen lo mejor de lo mejor, estudiantes nuevos o del programa de intercambio. Este año les tocaba a los irlandeses el programa de intercambio, así que los y las pelirrojas abundaban más de lo normal. Y se me había olvidado, los rumores sobre un profesor nuevo que venía de Suiza; eso era algo raro, sabía que solían venir estudiantes de otros países, pero profesores, eso sí era bastante raro.

Como primera clase me tocaba geografía. Como cualquier día normal de clases, entré al salón y me senté en mi puesto esperando a que la profesora Taylor llegara para poder empezar otra aburrida clase sobre los cientos de países que existen en este planeta. Pero me equivoqué: en vez de mi profesora de unos cincuenta años, entró un chico de unos 25 o 26 años, más o menos, con cabello rubio, ojos verde profundo y una presencia imponente. Supongo que era normal a su edad. Ese chico entró al salón, colocó sus cosas en el escritorio de la profesora y luego miró a todo el salón con una leve sonrisa. Eso fue suficiente para que todas las niñas populares del salón se quedaran babeando al mirarlo.

 

—Buenos días, jóvenes. Mi nombre es Erik Carpelan. Soy arqueólogo y egiptólogo, vengo de Suiza y seré su profesor de geografía este año —anunció mientras escribía su nombre en el pizarrón.

—¿Qué eres, una especie de Indiana Jones o algo así? —preguntó en tono de burla uno de mis compañeros.

—Aunque no lo creas, así es —respondió una joven al fondo del salón—. Un gusto volverlo a ver, Profesor Jones.

 

Una pelirroja, debe ser una de las estudiantes de intercambio, aunque lucía desinteresada. Jugaba con su lápiz como si todos a su alrededor valiéramos menos que un caramelo de tienda, y al parecer conocía bien al nuevo profesor.

 

—Señorita Longford, después de un año nos volvemos a ver —dijo mirándola con una sonrisa divertida—. ¿Qué plan retorcido y macabro traes este año?

—Ninguno, solo estoy de descanso —respondió sin prestarle la más mínima atención.

—Te estaré vigilando, Katherine —dijo algo serio—. Y estaré vigilando mi teléfono y cualquier aparato electrónico que tenga. Chicos, les advierto algo: no se metan con ella. Puede parecer inofensiva, pero es más peligrosa que entrar a un campo minado.

 

Luego de un par de minutos de total silencio, la clase empezó con total normalidad.

*Fin Del Flashback*

 

El nombre de aquella pelirroja era Katherine Longford Cabrales. Era hija de un conde irlandés y de una importante empresaria colombiana. Aunque no lo pareciera, era muy inteligente, mucho más que cualquiera en ese colegio, incluyendo a los profesores y directivos. Ahora entendía por qué nadie quería acercarse a ella durante la hora del recreo, ni siquiera sus propios compañeros que habían venido de Irlanda. Aún no sé por qué, pero ese día mi hermano y yo nos sentamos con ella y descubrí que no era desagradable ni mucho menos arrogante como yo creía. Era sencilla y humilde, y demasiado sincera para mi gusto. Nos contó muchas historias sobre su vida y sobre por qué el nuevo profesor de geografía le tenía miedo. No es que la apoyara ni nada, pero hacerle bromas desde una computadora y lograr sabotear las clases y los exámenes solo con un clic me parecía ilegal, pero también demasiado divertido. Incluso había logrado hackear el sistema de su instituto y obtener las respuestas de todos los exámenes.

Luego de ese día, todo parecía ir normal, a diferencia de que ahora tenía una nueva amiga con la que nadie se metía. Todos los días solía sentarme con ella y tres días de la semana el profesor Carpelan se sentaba con nosotros, todo bajo la excusa de vigilarla. Aunque Kat me decía que en verdad era porque yo le interesaba, solo que al ser menor de edad él prefería callar y seguir con la relación de alumna y profesor, al menos hasta que yo cumpliese la mayoría de edad, cosa que sucedería en unos dos meses. Debo admitir que no me era indiferente; era guapo, interesante, divertido e incluso era muy amable y paciente. Tenía muchas chicas detrás de él buscando llevarse a la casa, pero él parecía un caballero; siempre las rechazaba.

Los días siguieron pasando y ya habíamos pasado cinco meses. En ese tiempo, el profesor y yo nos hicimos buenos amigos; solíamos llamarnos por nuestros nombres solo cuando estábamos a solas o nos encontrábamos fuera de la escuela. Jamás intentó nada inadecuado conmigo y siempre guardaba su distancia así nadie malinterpretaría las cosas y ninguno tendría problemas; todo seguiría normal. Pero ese día fue diferente; era un cinco de junio, diez días antes de comenzar las vacaciones de verano.

 

*Flashback*

Cuando salí de la escuela, pude verlo. Se veía diferente; ya no desprendía esa aura alegre y algo infantil. Era como si frente a mí estuviese otra persona. Estaba tan hundida en mis pensamientos que no noté que él estaba frente a mí.

—Necesito hablar contigo, a solas —me dijo seriamente, tomándome para luego llevarme a un lugar donde nadie pudiese vernos.

—¿Qué sucede, Erik? —pregunté nerviosa mientras me soltaba de su agarre. Ahora estaba convencida: él no era el Erik que conocía—. Erik, sabes que puedes hablar conmigo con total confianza. Somos amigos, puedes confiar en mí. Pase lo que pase, dudo que sea algo demasiado gra...




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