Capítulo XXI: Ahora lo entiendo…

Fudo abre los ojos lentamente, después de recuperar la consciencia, se levanta rápida y apresuradamente.

–¡Papá!

Mientras miraba a sus alrededores, encontró las miradas de Akane y Kiriko.

–Por fin despiertas, dormilón. Debes tener hambre, iré por algo para que puedas comer. –respondió Kiriko mientras salía de la habitación.

–Akane, ¿sabes donde esta mi padre?

–Falleció, Fudo, deberías recordarlo todo.

Y era cierto, Fudo recordaba todo claramente, pero quería pensar que todo eso fue una pesadilla, una horrible pesadilla…

–No… no es cierto, ¡dime que no!

–Tienes que aceptarlo.

–¡No, pudimos haberlo salvado, estábamos todos reunidos, si nos organizábamos, hubiéramos ganado contra Usuaka!

–No Fudo, nos hubiera asesinado a todos, y el objetivo principal era sobrevivir la mayor cantidad posible, no podíamos arriesgarnos.

–Ahhh, maldita sea, ¡es que tu no entiendes! –Fudo se acerca furiosamente a ella.

–¡No lo entiendes, porque tu aún tienes a tu madre!

Akane colapsó y uso por reacción un Golpe Fugaz contra Fudo.

–Eres un idiota de mierda… mi madre también murió en la batalla –Akane hablaba, pero sus ojos parecían que estaban por soltar lágrimas.

–¿E-enserio? –Akane se acercó y lo tomó de la camisa, dándole una cachetada muy fuerte a Fudo, dejándolo en su cama.

–Mi madre Akira, y tu padre, el señor Daichi, se sacrificaron por nosotros, dejaron todo en nuestras manos, ¡no seas llorón y no tires a la basura lo que te encargó tu padre! ¡¡Eres el sucesor del clan Takebe, actúa como tal y no seas tan arrogante, no eres el único que sufre ahora, imbécil!! –Akane se tumbó en lágrimas, no pudo resistir hasta ese momento. Mientras tanto, Fudo comprendía sus palabras, el mismo lo había presenciado ya con su madre, la vida no se detiene por nadie, solo sigue hacia adelante, es por eso que ellos también deben hacer lo mismo.

–Lo siento… ¡Lo siento! –decía Fudo mientras también caía en lágrimas.

–No te disculpes… ahora solo tenemos que adaptarnos a todo esto, porque…

–Somos hechiceros…

Fudo y Akane, aunque aún estaban llenos de tristeza por las pérdidas que habían sufrido recién, sonreía el uno al otro, porque comprendían una vez más lo que implicaba ser un hechicero, pero no pudieron evitar buscar consuelo en un abrazo. Siguieron llorando en silencio, pero se sentían más calmados, en medio de la tormenta, podían contar con alguien que pasaba por lo mismo que ellos, y después de eso, poder avanzar como los hechiceros que son.

–A pesar de su corta edad, ya han madurado mucho, estos chicos…

Kiriko escuchaba todo desde afuera, con una sonrísa, aunque no había acabado todo, este momento para comprender por completo todo, lo volvía un momento tranquilizante, un momento de paz…

Ahora que los hechiceros conocían mejor a sus enemigos, podían crear nuevas estrategias para enfrentarse a ellos, debían evitar en mayor medida que las emociones no se involucraran, pero no podían dejar a un lado lo que sus líderes y amigos, Akira y Daichi, les habían dejado, y no tenían planes de fracasar en ello…