Cap. 0

Si no estás dispuesto a jugar, vete

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California, Los Ángeles

Año 2024

¿Qué puede salir mal al jugar?

«Todo»

Es gracioso pensar que todos creen que me atraparon, ¿no se dan cuenta de qué todo ha caído en mi juego? Mejor aún... ver a mi querido peón del FBI celebrando por su victoria de tenerme en sus manos, ¿cómo le puedo decir sin destruir su ilusión tan rápido?

¿Qué gracia tendría destruir su ilusión tan rápido? Eso arruinaría el juego, ¿no crees?

«Sería aburridísimo»

¿Qué gracia tiene que todos crean que no la vigilo? Mi pequeña mariposa, rota y ciega al peligro que la rodea. Pobrecita, ¿no? Tan ilusa que no ve las amenazas, uhm... pero primero tengo que entretener a los cabos sueltos de acá.

«Nena...»

Muchos dirán... "no tiene sentido todo esto", créeme. Todo tiene sentido, pero a la vez nada lo tiene, mis queridos lectores.

«No leáis, si les da miedo ser manipulados»

Regla Número Uno: Una vez en el juego, tu mente ya no es tuya...

Habéis leído, ahora no te podrás ir hasta que el juego concluya... conmigo o contigo, mis queridos lectores. ¿Comprendes? Solo serás uno más. Igual que todos los que creen tener el control... hasta que yo los convierto en polvo bajo mis dedos.

Recuérdalo, siempre.

Regla Número Dos: Mis ojos serán tu única guía.

¿Quieren saber mi nombre? Búscalo.

¿Quieres saber mi edad? Imagina.

¿Quieres saber de mí? Lástima, por no saber nada.

«Exacto»

Regla Número Tres: La oscuridad te susurrará mi nombre.

Te volverás adicto a jugar conmigo, hablaré... susurraré en tu oído en cada página los detalles de cada sangre derramada para que los imagines conmigo y riamos juntos en el infierno del deseo... la lujuria... y el placer.

«Amo tu mente, chica...»

Regla Número Cuatro: Te arrastraré hasta lo más profundo.

Caminé entre las celdas con la cabeza en alto escuchando a los demás hacer ruido pegándoles a los barrotes proclamando mi nombre... sin cesar conducida con esposas al cuarto de visitas, chasqueó la lengua divertida.

Regla Número Cinco: Y arderás entre cenizas... como debe ser.

Sonreí torcidamente mientras mi mente susurra las palabras excitantes:

«Bienvenido al juego, mi pequeño soldado...»