Junto a la fogata

Cuento #6.

“Vamos a jugar”

Lydia.

La historia de Jasón llego a romperme el corazón por el simple hecho de que me recordó mi propia tragedia, desde que estaba pequeña siempre admire la profesión de la docencia, mi sueño siempre fue convertirme en maestra e impartir clases en una escuela secundaria, afortunadamente mi sueño se hizo realidad y hoy en día ejerzo esa profesión.

Es hermoso el simple hecho de llegar al salón de clases y ver como mis niños aprenden disfrutando de las diferentes actividades que programo, mis días se alegran cada vez que los veo sonreír y eso es un motivo suficiente para seguir adelante, pero como en todo trabajo no todo es color de rosas y lastimosamente me ha tocado ver cosas malas en este profesión, desde humillaciones por parte de los padres de familia hasta el tenerme que callar cuando un alumno agrede  a otro simplemente porque los padres tienen poder y un regaño mío puede arruinar toda la escuela.

Siempre me ha molestado tener que callar en ese aspecto, pues un de las principales razones por las que yo me convertí en maestra fue precisamente porque no quiera que más gente siguiera viviendo lo que yo viví cuando era joven, y no solo o porque Alessia y Damián también lo vivieron y como nosotros muchos niños sufren de constante abuso sin que nadie los pueda ayudar ya que las personas de sus alrededores solo se dedican a mirar y callar mientras que otras hacen menos la situación diciendo que solo son “juegos de niños” .

Esos juegos le costaran  la vida a una de mis alumnas, ese accidente ocurrió aproximadamente hace dos años cuando apenas iniciaba como maestra titular, recuerdo que ese año estaba llena de emoción,  pues sería la primera vez que estaría frente a un grupo como maestra y no como suplente o auxiliar, todo iba bien, las clases transcurrían  normalmente hasta que note el primer abuso, me enoje tanto que reprendí a las niñas colocándoles un reporte y dándoles una advertencia, pero la advertencia también llego a mí,  por parte del directivo.

Aún recuerdo el coraje que me tuve que tragar para no contestarle a mi directora cuando esta me regañaba injustamente solo por hacer mi trabajo, ese día descubrí que esas niñas eran hijas de gente muy importante y con la que te debías andar con cuidado, pero eso no me importo porque cada vez que veía esos abusos no dudaba en detener a esas niñas mimadas.

Mi directora siguió regañándome una y otra vez repitiéndome “Lydia por tu seguridad déjalas en paz” pero no quería ni podía mantenerme al margen, esa niña me recordaba tanto a mi cuando tenía su edad y lo único que podía hacer para cuidarla era mantenerla a mi lado, la niña no tenía amigos por lo que a ella tampoco le importaba estar todo el tiempo pegada a mí, dios le agarre tanto cariño que llegue a considerarla como una hermana menor, siempre jugábamos y reíamos, esa niña era un amor de persona y tenía tantos sueños e ilusiones que yo sabía que ella llegaría muy lejos en esta vida.

Lastimosamente no pudo cumplir nada de lo que soñaba, la tragedia de su muerte sucedió en el festival del 10 de mayo cuando yo no la pude mantener a mi lado por estar atendiendo la fiesta y estar de un lado a otro, también ella participaría en uno de los bailables por lo que tampoco podía andar conmigo, pasaron alrededor de dos horas sin ver rastro de Vanessa  y de la niñas y empecé a inquietarme, pero no pude irlas a buscar, el director me traía muy ocupada  y no fue hasta que les toco participar que todo el mundo noto su ausencia, solo así se me permitió ir a buscarlas.

 Busque en todos los salones, auditorios pero no las encontraba hasta que las vi salir del baño, recuerdo como mi corazón se aceleró por un momento pero a la vez también suspire pensando que esas niñas se estaban terminando de arreglar y por eso no las había visto, grabe error el mío pensar eso, recuerdo que cuando me les acerque las tres niñas lloraban y en sus rostros se les notaba el miedo, miedo que me logaron trasmitir, recuerdo haberlas tomado les brazo y meterlas de nuevo al baño, solo para ver como mi mundo se derrumbaba, en ese asqueroso baño había muerto Vanessa, su cabeza sangraba, pero ella ya no emitía ningún ruido.

Recuerdo haber llorado y gritado por ayuda más de una vez, pero fue inútil, nadie la pudo salvar y ese día, un día que debía ser de celebración para su madre se convirtió en una tragedia y el peor día de su vida, aún recuerdo como su madre lloraba y gritaba maldiciendo a aquellas niñas, las cuales no paraban de llorar asustadas, pues su juego de intimidación las llevo a matar.

Por más que lo intento la señora no pudo hacer justicia, los padres de esas niñas eran tan poderosos que al instante taparon el accidente y se llevaron a sus hijas lejos, solo nos quedó resignarnos y aprender a vivir con eso, recuerdo que pasaron semanas donde todo aparentaba ser normal y todos siguieron con sus vidas intentando olvidar aquel desagradable día.

Vanessa tenía otros planes, su alma se quedó atada y no pudo continuar su camino, al principio los guardias contaban que todas las noches veían como una niña corría por los salones riendo y jugando mientras repetía una y otra vez “ven vamos a jugar” a los conserjes les dio tanta lástima que jamás se asustaron o hicieron algo para ahuyentarla, solo la dejaban ser y cada desastre que causaban ellos lo limpiaban sin decir nada.

Así pasaron semanas donde Vanessa se manifestaba en la escuela, incluso cuando yo escuche los rumores decir ir a comprobarlo y efectivamente era ella, recuerdo haber visto su espíritu corriendo y jugando de un lado a otro sin parar de reír e invitarme a jugar con ella, lastimosamente jamás me le atreví a unirme, pues sabía que los fantasmas eran engañosos, antes de mudarme y que mis padres me alejaran de Alessia por el miedo que le tenían a su don, yo me la vivía en su casa.




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