Ser marginado por la sociedad, no es algo que Naruto pidió, el jamás pidió nacer en la vil miseria, el jamás pidió que sus progenitores fueran un alcohólico y una drogadicta y que esta muriera de una sobre dosis, el jamás pidió nacer como doncel, el género más débil ante la sociedad, tampoco pidió heredar aquel horrible cabello rubio y esos ojos que provocaban morbo en el resto, jamás pidió conocerlo, conocer a ese hombre que sin aviso entro de una forma abrupta a su vida, el no pidió que le forzaran a comprometerse, el tampoco pidió enamorarse de ese mismo hombre y que este solo lo utilizara para aparentar ante su familia, que lo violara más de una vez mientras le susurraba en su oído el nombre de la persona que en verdad amaba, el jamás pidió nada de eso.
Naruto solo añoraba una vida tranquila, sin problemas, una pequeña casita, pero propia, tal vez con un zorro como mascota, un viñero y una pequeña granja, en medio de la nada, sin nadie que le molestara, viviendo sus días tranquilo, siendo feliz con lo poco o mucho que tuviera, pero que fuera de él, que nadie le echara en cara nada, que nadie lo lastimara, lamentablemente la vida no tenía planeado nada de esto para él, la vida solo pintaba dolor y sufrimiento, sufrimiento eterno.
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Esto debía ser una mala broma, una broma de muy, pero muy mal gusto. Naruto despertó en aquel mullido colchón cubierto por una sabana, su casa era solo un pequeño cuarto de 4x4 hecho de adobe en su totalidad, este era dividido por costales simulando así las "habitaciones", ahí mismo, tenían su "estufa", esta consistía en un fogón hecho de barro el cual usaba como combustible la leña, unas cuantas cacerolas y sartenes contados al igual que platos y vasos, tenían un pequeño cuarto en la parte de afuera el cual era su baño hecho de láminas de fierro de una sola pieza para hacer sus necesidades y asearse, esa era su casa, a las afueras de la ciudad ni siquiera podían vivir en el barrio bajo, no, fueron echados lejos de estos, con la clase más marginada, y así como estaba su casa, habían varias más, algunas en mejores condiciones, otras no tanto pero todos con un mismo objetivo, salir de ahí en busca de una mejor vida.
De forma perezosa, retiro aquella cobija para ponerse de pie, tenía tan solo 16 años, la flor saliendo del capullo, era hermoso, aunque estaba demasiado delgado debido a la mala alimentación que llevaba, aunque ese era uno de sus menores problemas.
Colocándose de pie, se estiro, era un día agradable, estaba nublado y fresco sin necesidad que la lluvia estuviera presente, aunque no al extremo o tendría grabes problemas, no tenía actualmente ropa de invierno y que se adelantara solo perjudicaría las cosas, estornudo un par de beses y corriendo aquella cobija que simulaba la puerta de su habitación.
-Padre? - interrogo corriendo la cobija de la habitación del recién nombrado, otra vez, había botellas de dudosas bebidas y marihuana, realmente no entendía cómo era capaz de conseguir esas cosas, pero nunca comida.
Cerro de mala gana ignorando su existencia por completo, lo quería, en verdad lo hacía, pero él se encargaba de día con día matar esos recuerdos que conservaba de aquellos momentos que una vez amo y admiro, pero tampoco debía ser fácil, comprendía que su padre sufría, después de todo había perdido a la mujer que según él amaba.
Eran a penas las 5 de la mañana, encendiendo el fogón coloco algo de leña para poner su café de grano a calentar, miro a la nada, su rutina era algo común, se levantaba temprano, colocaba su café para desayunar, debía salir a trabajar con uno de sus vecinos, este le había conseguido un empleo como empacador de tomate y limón en una pequeña empacadora, debido a la falta de estudios era lo mejor que había podido conseguir, sus manos estaban callosas, completamente lastimadas, sus ojeras se marcaban por aquellos ojos, trabajar en ese lugar por mas de 3 años estaba pasando factura pero gracias a ese mismo trabajo podría conseguir dinero y comida.
Una vez el café estuvo se sirvió en aquella tasa, prendió aquella vela que servía para iluminar su oscuridad, saco su cuaderno y estirándose empezó a realizar una de las tantas tareas que tenía pendiente, Naruto tenía un amigo, uno muy cercano a él, el mejor de todos, Shikamaru, este mismo le había enseñado a leer y hacer cuentas, a uno aprendía a escribir ciertamente, pero se estaba esforzando, llegada la noche debía darle los cuadernos al varón para que le revisara.
Eran las 5: 30 am cuando termino, se colocó su uniforme el cual era abrigador de cierta manera, era de la tela más común y corriente sin embargo era de las más cálidas, arreglando sus cabellos se dispuso a salir, debía caminar durante un rato para alcanzar aquella camioneta que pasaba a recogerlos-.
-tan temprano Uzumaki? - interrogo de forma entretenida el varón, Shikamaru era alto, apuesto y bien educado, las circunstancias del varón eran distintas a las de él, ejemplo de ello es que Shikamaru solo vivía con su madre, una bella mujer que a pesar de las circunstancias y la muerte de su esposo sin contar que los hijos de este le quitaron absolutamente todo, sin embargo esta no se había rendido, con lo poco que le quedaba construyo una casa pequeña pero decente a comparación del resto, podría llegarse a decir que ellos eran los más ricos del lugar, esa mujer trabajaba todo lo que podía para que nada faltara en su hogar y que su adorado hijo Shikamaru tuviera lo mejor, después de todo, para ella, su adoración tenía un futuro brillante por venir por lo cual, procuraba que este asistiera a una de las mejores universidades de la ciudad, después de todo, Shikamaru contaba con una beca completa así que los gastos eran mínimos, era un genio super dotado.
-S-si- sonrió un poco nervioso, todos los días se veían temprano después de todo, ambos tomaban el mismo camino, Shikamaru para coger el autobús y Naruto aquella camioneta.