K A R M A

5. Hola A Ti También

5. Hola a ti también.

No llamaste para nada mi atención. Tu autosuficiencia, sonrisa perfecta, astucia, inteligencia, no provocaron nada en mí. No porque describa tus características significa que vivía pendiente de ti, lo hago con todo el mundo. Veía tus intenciones, a dónde querías llegar, de quienes te querías rodear, solo me faltaba descifrar tu propósito, si tu objetivo era integrarte al núcleo central del mal y pertenecer o entrar silenciosamente como una bacteria, contaminar y hacer que todo se pudra. Dado a cómo te presentaste esto último debería ser lo menos probable, no ocultaste quien eras, lo demostraste para que no quedaran dudas, aunque hayas vacilado las primeras veces. Seguía sin fiarme de ti cuando practicamente todos lo hacían, incluso salvaste mi vida pero no era motivo suficiente como prueba de lealtad. No te quitaba los ojos de encima, no sé cuándo fue que no lo hacía por intentar sacarte una supuesta máscara sino porque me empezaste a interesar, de una manera tan puta que lo odié por completo. Lo notaste, me prometiste que me sacarías de este mundo que arde todo el tiempo y del que nadie podía salvarme excepto tú. Me reí para simular lo que esas tontas palabras me hicieron sentir, yo no creo en ellas, porque sé que somos lo que hacemos y pensamos realmente, no lo que decimos que hacemos y sentimos. Y pensándolo bien tampoco sé si esa teoría sirve, a veces adrede o no, nos convertimos y actuamos acorde a lo que el otro necesita, ganamos su confianza y de un momento a otro está comiendo de tu mano. No sé si las almas gemelas existen o solo mutamos en alguien que parezca perfecto ante los ojos de quien nos interesa conquistar o queremos conseguir algún beneficio. Sí, le doy muchas vueltas al asunto, ¿Por qué? Porque me protegía de que un sentimiento como el amor haga su magia negra en mí, pensar mal es la solución a las ilusiones, que lamentablemente son vulnerables a las palabras, son las primeras en conquistarte, las ciegas hasta el punto de que le crea un mundo mágico y perfecto que no existe, y el amor ha causado muchas tragedias. 

Volviendo a ti, no sabía qué pensabas realmente de mí, qué querías. Tus actitudes me decían una cosa, tu cuerpo y boca otra, todas son herramientas de manipulación, el sexo la principal, restaba saber quién estaba al mando. Creo que ambos terminamos comandando el barco hasta que te derribaron, no pude encontrarte en lo profundo y oscuro del océano, que al ser del mismo color de tus ojos se me dificultaba mucho más la búsqueda, no pudieron guiarme a ti. Y creo que al final me di cuenta que este barco debía ser manejado por ti mi amor, y sin ti, perdió el rumbo.

[..]

Cierra los ojos y suspira mientras el tipo de enfrente suyo grita desesperada y dolorosamente, remueve un poco la navaja, que poseía mucho filo, provocando que golpee la barra repetidamente suplicando que pare, su intención solo era quitarla pero la fuerza con la que fue empuñada hizo que fuera un corte profundo llegando a la superficie de madera, se hundió unos cuatro centímetros. Cuando se lo quita grita de sufrimiento y rabia.

—¡Maldita hija de puta, mira lo que has hecho!— le enseña la derecha derramando sangre, la toma del cuello y ella pone su mano encima del brazo de él para quitarlo, nadie parece tener intenciones de actuar, algunos por el shock, otros por no querer meterse, y algunos otros llamando a la policía y que se encarguen.

—Me obligas a que vuelva a usarlo— habla mostrándole la navaja que aún sostenía, él no podía arriesgarse a que Sheila se lo incrustase de nuevo, entonces la suelta y se quita la corbata para amarrarla a su herida.

—No tienes idea con quien te has metido, esto te saldrá muy caro.

Amenaza mientras ella intenta calmarse para recuperar su respiración.

—Tengo amigos jueces, policías que te harán pedazos en la cárcel, maldita perra estúpida...— dice escupiendola, la saliva solo le llega hasta la camisa.

—Oye amigo cálmate...— le pide uno de los empleados apoyándole la mano en la espalda

—Quítame tus sucias manos de encima... —lo empuja bruscamente— En cuanto a todos ustedes, que disfrutan de este espectáculo gratis, les pido que permanezcan para testificar de que esta loca me clavó una navaja sin motivos—Sheila rió burlona y el tipo volvió a mirarla— ¿Qué? ¿Desde cuando coquetear se volvió un crimen? ¿Desde cuándo está mal querer acostarme con alguien?

Las sirenas comienzan a escucharse, tanto de ambulancia como de patrullas.

—Ahora sí estarás jodida— Sheila solo se limita a mantener la calma, mira su mano con sangre y lo único que hace es limpiarla con su jean, seguía maldiciendo por dejarse vencer ante ese idiota y haber reaccionado, todo el tiempo atiende a hombres así y seguía recriminándose por qué tuvo que dejarse llevar.

—Buenas noches...— ingresan dos policías y dos enfermeros— Les pedimos a todos que permanezcan y que nadie se marche, necesitaremos algunos testigos.

—¡Por favor, debo ser atendido, creo que mi presión está bajando!
 
Pide casi con exageración, de inmediato lo revisan y lo hacen sentarse.

—Fue ella...— señala a Sheila que se encuentra del otro lado de la barra— Debería ser encerrada en un manicomio, está loca, una persona insana no debería estar mezclada entre nosotros.
Todas las miradas se posan en ella, no podía contradecirlo porque la sangre la delataba.

—Señorita nos tendrá que acompañar—asiente y la mujer policía la esposa, mientras otro oficial mete en un sobre de plástico la navaja.

—Romeo...− le habla a su compañero−—...Encárgate de todo, ofrece disculpas a los clientes de mi parte y la casa invita.

Las personas se hacen a un lado cuando ella pasa, en las calles también hay espectadores, algunos toman fotografías, al tipo lo suben a la ambulancia y a ella a la patrulla.

—A la central, Bruce.

Le indica a quien espera en el asiento del piloto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.