Hikaru

Hikaru mira a su alrededor, contemplando su amplio y lujoso apartamento en Lima. A sus 50 años, se siente atrapado entre dos mundos, dos culturas que han definido su vida. Nació en Tokio, de madre japonesa y padre peruano, pero se mudaron a Lima cuando era un niño. A la muerte de su padre, cuando él solo tenía 23 años, su madre decidió volver a Japón. Ahora, como directivo de una importante empresa multinacional, está a punto de regresar a su ciudad natal por motivos de trabajo.

Ana María, su esposa de 45 años, lo observa con una mirada llena de emoción y preocupación mientras le ayuda a hacer sus maletas en el amplio salón de su apartamento en Lima.

—Hikaru, ¿estás seguro de que esto es lo correcto?  —le pregunta Ana María mientras dobla meticulosamente una camisa y la coloca en la maleta.

Hikaru suspira y se acerca a ella, colocando una mano en su hombro.

—Lo sabes, Ana María, es una oportunidad que no puedo dejar pasar. Tokio es donde nací, donde crecí, y ahora tengo la oportunidad de trabajar durante unos meses en la filial de la empresa. Además, es una excelente oportunidad para ver a mi familia japonesa. Mi madre, mi hermana, mi sobrino al que ni conozco.

Ana María asiente, comprendiendo la importancia de este viaje para él.

—Lo entiendo, cariño, pero estarás lejos de casa durante varios meses. Te extrañaré mucho.

—Y yo también te extrañaré a ti, Ana María. Pero prometo que estaremos todos los días en contacto. Además, podría ser una gran oportunidad para que vuelvas a Tokio, ¿qué te parece? Hace muchos años que fuiste.

—Eso suena emocionante, Hikaru. Definitivamente, quiero visitar Tokio contigo cuando sea posible.

Unas horas después, Ana María, que había insistido en llevar a Hikaru al aeropuerto de Lima, conduce su coche con determinación por las calles de la ciudad. El tráfico de Lima es característicamente caótico, pero Ana María conduce con destreza, asegurándose de llegar al aeropuerto a tiempo para el vuelo de Hikaru a Tokio.

Hikaru mira por la ventana del automóvil, contemplando las calles que ha recorrido tantas veces en su vida. Lima ha sido su hogar durante décadas, y aunque está emocionado por la nueva oportunidad que lo espera en Tokio, siente una punzada de nostalgia por dejar atrás su vida en Perú durante unos meses.

Finalmente, llegan al aeropuerto internacional de Lima. El momento de la despedida se acerca, y Ana María estaciona el automóvil en el área de salidas internacionales. Ambos salen del vehículo y se abrazan con fuerza, como si quisieran transmitir todo su amor y apoyo en ese abrazo.

—Hikaru, te extrañaré mucho —susurra Ana María, luchando por contener las lágrimas.

Hikaru la abraza aún más fuerte y besa su frente con cariño.

—Y yo a ti, Ana María. Pronto estaremos juntos de nuevo.

Con un último vistazo atrás, Hikaru se dirige hacia la entrada del aeropuerto, donde comenzará su viaje hacia Tokio y hacia el nuevo capítulo de su vida. Ana María lo observa hasta que desaparece entre la multitud, y luego, con un suspiro, regresa a su automóvil.

Después de una emotiva despedida en el aeropuerto de Lima, Hikaru se dirige hacia el mostrador de facturación con sus maletas cuidadosamente empacadas. La fila es larga, pero tiene tiempo de sobra antes de su vuelo a Tokio. Mientras espera su turno, saca su teléfono y decide enviar un mensaje a Ana María para decirle que todo va bien.

—Ya voy a facturar.

    —Acabo de llegar a casa, cuídate.

—Lo haré.

    —Y no te olvides de leer mi libro.

Una vez que factura sus maletas y pasa por el control de seguridad, Hikaru se encuentra en la zona de espera del aeropuerto. Busca un lugar tranquilo para sentarse y decide aprovechar el tiempo antes del vuelo para relajarse y leer el último libro que Ana María ha publicado, una sorpresa que ella le ha preparado antes de su viaje.

Saca el libro de su mochila y observa la portada con una sonrisa. Ana María era una escritora con mucho talento, su lenguaje es perfectamente correcto y siempre ha admirado su creatividad. El libro se titula "Érase una vez un matrimonio". El título le llama mucho la atención y se pregunta si Ana María ha escrito algo relacionado con ellos.

Hikaru comienza a hojear las páginas del libro con interés. El suave murmullo de la sala de espera desaparece mientras se sumerge en la historia. A medida que avanza en la historia, se da cuenta de la habilidad que tiene Ana María para captar emociones y relaciones complejas.

El tiempo parece volar mientras lee, y cuando anuncian el embarque para su vuelo a Tokio, Hikaru está completamente inmerso en el libro. Lo cierra con cuidado y lo guarda en su mochila. Sabe que tendrá tiempo durante el largo vuelo para seguir disfrutando de la lectura.

Hikaru se acomoda en su asiento de clase business con meticulosidad, disfrutando de la comodidad y el espacio adicional que ofrece. Coloca su equipaje de mano cuidadosamente en el compartimento superior y se asegura de que sus pertenencias personales estén a su alcance. Sabe que tendrá muchas horas por delante en este vuelo a Tokio, y quiere aprovechar al máximo su tiempo.

Con el cinturón de seguridad ajustado y el asiento reclinado en una posición cómoda, Hikaru regresa a la lectura de "Érase una vez un matrimonio". Mientras se sumerge en las páginas, se siente transportado a las vidas y emociones de los personajes de su esposa. La narración discurre vertiginosa y solo existieran las palabras en el libro.

Por los altavoces, la voz del piloto anuncia el despegue inminente del avión. Hikaru guarda su libro en su regazo, asegurándose de tenerlo a mano para continuar leyendo una vez que se permita el uso de dispositivos electrónicos en el aire.

El avión comienza a moverse por la pista de despegue y Hikaru siente una mezcla de emociones. La anticipación de regresar a Tokio, la tristeza de dejar a Ana María atrás y la inmersión en la historia de su esposa se mezclan en su mente. Mientras el avión gana altura y se eleva hacia los cielos, Hikaru se hunde de nuevo en la lectura, dispuesto a disfrutar de este viaje tanto como sea posible antes de llegar a su destino.